"Ni el sabio Sanaka, ni Brahmā, ni los grandes santos, ni el asceta Nārada, ni la Diosa Sarasvatī o el rey de las serpientes… Ni el Rey de la Muerte, ni el Dios de la Riqueza, ni los guardianes del Universo. Ni eruditos ni poetas ni nadie puede hacer justicia a tu gloria... Aquellos que se refugian en Ti, encuentran toda la felicidad. Aquellos a los que proteges no conocen el miedo... Todas las aflicciones desaparecen y el sufrimiento es eliminado al recordarte, Oh Hanumān, poderoso héroe. Tú liberas de dificultades a aquellos que meditan en Ti, ya sea en pensamiento, palabra u obra. Ni fantasmas ni malos espíritus se atreven a acercarse cuando tu nombre es pronunciado, Gran Héroe".
(Diferentes extractos del "Hanumān Chālīsā")
"Destructor de ilusiones", "Dador de conocimiento y sabiduría", "El alivio de todas las angustias", "Protector de los oprimidos", "Eliminador de obstáculos"... estos son algunos de los epítetos dados al Señor Hanumān (हनुमान्); uno de los Dioses más venerados e importantes del Hinduismo.
Se le invoca y adora para diferentes fines, entre ellos:
- Para encontrar paz y consuelo en condiciones adversas.
- Para eliminar barreras mentales.
- Para solicitar protección, guía y resguardo.
- Para inducir estadíos de trance, concentración y meditación.
- Como vehículo de enriquecimiento espiritual.
- Para destruir y despojar a los "arishadvargas" de nuestras vidas, es decir; aquellos factores que corrompen a la humanidad, entre ellos; arrogancia, odio, ilusión, ignorancia, avaricia, entre otros.