Antes de que el cristianismo impusiera su doctrina religiosa a costa de matanzas, persecuciones y oscurantismo; existía en Europa un amplio abanico de culturas y religiones locales, ahora relegadas a simple "mitología" y "paganismo", cuando en realidad, eran mucho más complejas y sofisticadas que ello.
Y el mundo celta en particular destaca notoriamente, puesto que su sistema religioso se componía y estructuraba por una amalgama de creencias esotéricas y espirituales que reflejan un profundo conocimiento en el campo místico. Esta religión era dirigida por los "druidas", eruditos de gran conocimiento que destacaban en la herbología, la botánica, la filosofía, la astronomía y el ocultismo, tras dedicar muchos años de estricta entrega.
Los celtas celebraban una importante festividad denominada "Samhain", acontecido entre el equinoccio de otoño y el solsticio de invierno, marcando la transición entre las mitades más luminosas y oscuras del año. Esta celebración comenzaba al anochecer del 31 de octubre, y podía durar hasta 3 días, llegando a congregar a miles de personas que literalmente se unían para llevar a cabo diversas practicas y ceremonias, por ejemplo; intercambio de comida y culto a los muertos. Y es que esta no es una festividad que conmemore únicamente el cambio de estación, ya que los celtas afirmaron que en esta fecha; el mundo se hacía más propenso o sensible a recibir y captar la vida del otro mundo, ocasionando que espíritus, almas difuntas, y otras entidades de la naturaleza; pudiesen tener contacto con nosotros. Y por lo mismo, el Samhain era una fecha sagrada en la cual se le rendía especial homenaje a los muertos. Posteriormente, el cristianismo asimiló y usurpó el Samhain para crear el día de "Halloween", en un intento por desterrar las costumbres "paganas" de la sociedad europea.