La Santa Muerte es una Deidad a quien nos podemos encomendar con paz y buenas intenciones para solicitar protección, sanación y buen augurio. Se le adora principalmente en México y Centroamérica, puesto que sus orígenes se remontan a los pueblos precolombinos que habitaron dicha región, tales como los mayas y los aztecas; en donde existía la férrea costumbre de adorar a la muerte. Sin embargo, esto no impide que su veneración se haya expandido a lo largo de todo el continente americano, siendo una de las religiones con mayor aumento en las últimas décadas. El culto de la Santa Muerte ha ido evolucionando y sincretizándose con el paso de los siglos, producto de la fusión de las raíces indígenas con las diferentes religiones que fueron llegando al continente americano, como el catolicismo, impuesto por la conquista española, y también, la influencia de las religiones africanas traídas por los esclavos, como el Yoruba y el Palo Mayombe.
En la presente publicación veremos la historia, significado y adoración de la Santa Muerte; así como sus atributos y bendiciones.
- Los orígenes de la Santa Muerte
Si bien es cierto que la Muerte ha sido adorada y venerada a lo largo de las más diversas culturas y religiones del mundo, tanto en épocas remotas como actuales; en esta publicación nos enfocaremos únicamente en la costumbre mesoamericana, ya que es en esta región en donde nace el culto a la Santísima Muerte.
Las raíces de su adoración datarían de la época prehispánica, bajo el nombre de Dioses tales como "Mictlantecuhtli" y "Mictecacihuatl", que personificaban a la muerte. La religión Azteca dice que estas entidades rigen el Mictlān (inframundo): un plano dimensional compuesto por diferentes tipos de niveles, al cual van a parar las almas difuntas con el objetivo de alcanzar un camino que los lleve al paraíso de descanso eterno.
Es por ello que Mictlantecuhtli y Mictecacihuatl eran especialmente venerados por la religión azteca, ya que se buscaba recibir la misericordia y la guía de estos Dioses, para así poder afrontar los obstáculos y terrores del inframundo. De igual modo, se les adoraba con la intención de proteger y encomendar a los recientemente fallecidos.
Mictlantecuhtli se traduce como "Señor del Inframundo", y Mictecacíhuatl como "Señora de las personas muertas", y generalmente se les retrataba como figuras esqueléticas vestidas con ropas negras y accesorios hechos con restos humanos o de animal.
El patrón de adorar a la muerte se repite en diferentes culturas de la región, por ejemplo, en la maya encontramos el culto de "Ah Puch", quien es el Dios de la muerte y el rey del "Xibalbá", es decir, del inframundo maya. Ah Puch significa "El Descarnado", y también se le conoce bajo el epíteto de "Kizin"; "El Apestoso" o "El Putrefacto", en referencia a la descomposición natural de los cuerpos tras la muerte.
En esta religión también se describe la existencia de un severo Concejo de Dioses, quienes tenían la misión de enjuiciar a las almas que llegaban al inframundo. Entre estas Deidades encontramos a "Vucub-Camé" y "Hun-Camé", quienes son los jueces supremos. E incluso, la religión maya asegura que existen Dioses malvados y malignos que se encargan exclusivamente de maldecir, enfermar y lastimar a los vivos, causando pestes, enfermedades, hambrunas, guerras, e incluso incitando al suicidio. Entre ellos encontramos a "Xtabay", "Ahaltocob", "Ahalmez", "Xiquiripat", "Ahalcaná", "Xic", "Patán" "Cuchumaquic", "Chamiaholom", "Chamiabac", "Quicré", "Quicrixcac" y "Quicxic". Ellos son los "Señores del Xibalbá", de quien Ah Puch es el monarca supremo en orden jerárquico.
Todos estos Dioses de la muerte, sean benévolos o dañinos; eran muy venerados y respetados por igual, ya que los fieles buscaban obtener misericordia, guía y redención, y por supuesto; un buen viaje tras la muerte. De hecho, los mayas tenían rituales funerarios muy estrictos con el fin de que las almas fallecidas no sucumbieran al rechazo ni a la furia de estos Dioses, y así poder encontrar el descanso eterno.
Estos cultos también fueron los que dieron origen al actual Día de los Muertos y a otros festivales religiosos de México y Centroamérica.
Con el paso de los siglos, el culto mesoamericano de la Muerte se fue sincretizando con el catolicismo y las religiones africanas.
Esto comenzó a partir del año 1.519, cuando se inició la implantación del cristianismo en el seno de las sociedades indígenas. Esta imposición fue extremadamente dura, violenta e inescrupulosa, puesto que los nativos fueron torturados y perseguidos con tal de que acatasen el catolicismo a la fuerza, prohibiéndoles estrictamente la practica de cualquier otra religión. Todo esto acompañado por la destrucción total de templos, códices y esculturas. Sin embargo, pese a todo el horror de la conquista europea; la religión local jamás pudo erradicarse por completo, e incluso, los nativos la practicaban de manera clandestina.
Lo mismo aconteció con los esclavos africanos. Ellos también fueron torturados y sometidos al yugo del imperialismo europeo con el fin de aceptar al cristianismo como única religión. Sin embargo, se las ingeniaron para continuar profesando sus creencias natales por medio del "sincretismo", y es aquí en donde por ejemplo nace la "Santería"; los esclavos africanos comenzaron a buscar en el panteón católico "equivalentes" al panteón Yoruba, asociando cada Deidad o energía africana a un santo cristiano, de allí su nombre "santería". De esta forma, podían seguir practicando las religiones africanas, solo que camufladas bajo un disfraz cristiano. Por ejemplo, la Diosa africana de la muerte, "Ọya", se mezcló con la Virgen de la Candelaria, y el Dios de la muerte "Maman" con Santa Brígida, y así sucesivamente.
Este mecanismo también influenció al culto de los nativos y criollos americanos que continuaban adorando a Mictlantecuhtli, Ah Puch, etc., y fue aquí en donde estos Dioses comenzaron a fusionarse en una sola entidad, absorbiendo también los atributos del santoral católico, tal como hicieron los santeros. Por ejemplo, la Santa Muerte conserva los atributos de los Dioses precolombinos ya nombrados, y a su vez, tomó elementos de figuras cristianas, como San Miguel, la Virgen María, San Pascual y la Virgen de Montserrat.
Desde entonces, la Santa Muerte se ha adorado de manera ininterrumpida a lo largo de siglos. Y prueba de ello, es la existencia de una amplia gama de documentos que datan de los siglos XVI y XVII en adelante, en donde se detallan diversas prácticas de adoración. Por ejemplo, en el estado de Guanajuato, los pueblos indígenas tenían la costumbre de amarrar y de azotar a las estatuas de la Santa Muerte como símbolo de entrega y petición de milagros. En Chiapas y Guatemala, tanto nativos como criollos veneraban a un ídolo con forma de esqueleto, a quien se le atribuía el milagro de sanar enfermedades. Este esqueleto se sincretizó con San Pascual, rebautizándose como "San Pascualito Muerte". En Querétaro y Oaxaca también existía una practica similar, incluso, las estatuas de la Santa Muerte eran sentadas en un trono y vestidas con ropa real, incluyendo su respectiva corona. Todas estas formas de veneración han influido en el culto contemporáneo.
- La Santa Muerte
La Santa Muerte es una Deidad de características androginias, es decir; se le adora sin hacer distinción de genero, teniendo atributos y representaciones tanto femeninas como masculinas. Sin embargo, producto de la asimilación religiosa; se le representa generalmente como una entidad femenina, o más bien, como una antítesis de las vírgenes cristianas. Se describe que la Santa Muerte tiene un doble rostro, pudiendo ser bondadosa o temible con los que le profesan devoción. En este sentido, su rostro femenino evoca bondad, maternidad y protección para quién la invoca. Mientras que su rostro masculino refleja perversidad, violencia, o el deseo de lastimar a otros. Sin embargo, su veneración no se compone únicamente por estos matices, y además, solo le concede las solicitudes a quienes se acerquen con nobleza, entrega y humildad. No concede meros "caprichos", por ello porta una balanza; es justa y equitativa.
La Santa Muerte demuestra la percepción sobre la fragilidad de la vida y la necesidad de reivindicarla a través de creencias y rituales que nos conecten con esta poderosísima energía, puesto que en términos estrictos, la muerte es una entidad espiritual que existe desde el principio de los tiempos, propulsando una fuerza extremadamente poderosa y omnisciente, capaz de construir y destruir, según se requiera. En el hinduismo, esta energía se expresa e invoca por medio del Dios Shiva, a quien se le adora como Dios de la Destrucción y la Muerte. Sin embargo, estos epítetos no deben tomarse de manera literal, puesto que la destrucción que Shiva ejerce en el universo es más bien transformadora; Él permite la creación y la transformación de la materia, disolviendo la existencia física y el aferro de cualquier ilusión material, para así otorgar un nuevo comienzo, es decir; reencarnación y mokṣa.
Con lo anterior no comparo a la Santa Muerte con Shiva, pero sí hago hincapié al hecho de que ambos condensan una energía similar; una "destrucción transformadora". Los aztecas y mayas sabían que la vida no terminaba con la muerte física, al igual que los hindúes. Entonces, ambas culturas concluyen que la muerte es más bien un proceso transitorio, y que su respectiva energía puede influir o manifestarse en el día a día de los vivos, remitiendo a la idea de entender a la vida como una tragedia y un destino que no podemos evadir. Y en este aspecto, el culto de la Santa Muerte puede diferenciarse del culto a Shiva, en el sentido de que estos últimos no eluden ni temen a la muerte, mientras que los primeros sí. Y es por ello que ha surgido una percepción negativa en torno al culto de la Santa Muerte, puesto que muchos de sus seguidores poseen un estilo de vida riesgoso, encomendándose a ella para solicitar protección. Entre la población de riesgo encontramos policías, militares, prostitutas, ladrones, narcotraficantes, pandilleros, presidiarios, taxistas, entre otros. Esto, lamentablemente le ha acarreado una mala fama a la Santa Muerte, generando el estereotipo de que su veneración gira en torno al mundo del crimen y la violencia, cuando en realidad, es venerada por personas de todas las clases sociales y profesiones.
Algunos de sus epítetos son:
- "La Flaca" o "Flaquita".
- "Nuestra Señora de la Santa Muerte".
- "Niña Blanca".
- "Niña Bonita".
- "La Huesuda".
- "La Hermana Blanca"
- "Dama de las Sombras".
- "Santísima Muerte".
Los objetos más comunes que la Santa Muerte porta en sus manos, son: una guadaña, un globo terráqueo, un reloj de arena, una balanza, y un búho.
La guadaña representa el momento de la muerte, es decir, cuando la Santa corta el hilo de plata que nos amarra al cuerpo físico. De igual modo, ella utiliza la guadaña para simbolizar el corte y la eliminación de malas energías e influencias negativas, siendo adorada por su capacidad de protección y destrucción de obstáculos. Además, la guadaña, como herramienta de recolección, simboliza esperanza y prosperidad.
El globo terráqueo representa el vasto poder y dominio que la Muerte ejerce en todo el universo, pudiendo llegar a cualquier sitio.
Su balanza es sinónimo de justicia, equidad e imparcialidad.
Por su parte, el reloj de arena simboliza el tiempo de vida que nos va quedando en este plano, y el cual, se va agotando cada segundo. De igual modo, el reloj de arena nos dice que la muerte no es el final de nuestras vidas, ya que el reloj se puede invertir para empezar de nuevo y volver a nacer.
Y por ultimo, tenemos al búho, su animal mensajero, el cual simboliza su inconmensurable sabiduría y su habilidad para navegar hasta en los caminos más oscuros. El búho es un animal que alerta cuando hay odio o maldad en el ambiente. Se utiliza en altares de protección y rechazo.
- Adoración:
Su adoración resulta útil para:
1. Encomendar a los muertos, sobre todo a los recientemente fallecidos, para que así puedan tener un buen viaje post mortem.
2. Encomendar a las personas enfermas o en estados delicados de salud. Solicitar curación.
3. Pedir protección espiritual y eliminación de malas energías.
4. Combatir problemas, obstáculos, daños, peligro y mal de ojo. Catalizar miedos y angustias.
5. Recibir premoniciones, alertas o señales para saber si nuestra vida correrá riesgos, y de este modo, tomar las mejores decisiones posibles, o estar alerta ante "X" situación.
6. Comúnmente se le invoca para realizar diversos tipos de trabajos, entre ellos: amarres, curaciones, limpiezas y conjuros.
A la Santa Muerte se le puede construir un altar que contenga cualquier tipo de figura, estatua o pintura con su representación, para que de este modo podamos entablar una conexión espiritual, emocional y psicológica, y a su vez; dirigir nuestra energía hacia ella.
En el altar el devoto puede meditar y orar con total seguridad y confianza, dando por hecho que se encuentra en un lugar sagrado y de paz. Debemos pensar que la Santa Muerte debe de recibir el mismo trato y respeto que se le entregaría a cualquier invitado de honor, ya básicamente le estamos abriendo las puertas de nuestro hogar.
Es importante que le ofrezcamos algunos tributos en forma de agradecimiento, respeto y honor. La Santa Muerte aceptará cualquier tipo de ofrenda, siempre y cuando se haga con respeto y humildad. Entre ellas encontramos frutas, flores, velas, guirnaldas, inciensos, licores, miel, agua, pan, hierbas, canela, huesos, mirra, dulces, pasteles, dinero, plantas, piedras, cristales, alcohol, objetos de color blanco, negro y rojo, así como aquellos que resalten sus cualidades (una guadaña, un reloj de arena, un búho, una balanza, etc.). Un buen consejo es entregarle ofrendas que conmemoren sus raíces precolombinas, tal como hace siglos nuestros antepasados le ofrecían a Dioses como Mictlantecuhtli. Entre estos encontramos cacao, chocolate, frijoles, porotos, maíz, chile, tortillas, tequila, tabaco, tubérculos, pozol, mezcal, cempasúchil, maní, etc. También existe la costumbre de entregarle bocanadas de puro y tabaco a las estatuas y figuras, con el objetivo de purificarlas y de alejar a las malas energías. Si estamos fumando, comiendo o bebiendo en frente del altar, debemos convidarle a una porción a la Santa Muerte. Esto también resulta útil para alejar a la envidia de nuestras vidas.
Aquí adjunto algunos ejemplos de altares:
Oraciones:
"Oh Santísima Muerte
Señora del día y de la noche.
Te invoco a ti poderosa protectora de los seres humanos.
Te pido que con tus poderes infinitos enmiendes mi vida.
No permitas que falte el alimento en mi mesa, ni dejes que la soledad se apodere de mi. Haz a un lado cualquier injusticia, ayúdame a obtener espiritualidad, dame la salud que requiero y aleja las malas energías de mi vida. Gracias mi querida Santísima Muerte".
"Pido permiso para invocar a la Santísima Muerte, mi Niña Blanca. Quiero pedirte de todo corazón que rompas y destruyas todo hechizo, encantamiento y oscuridad que se presente en mi persona, casa, trabajo y camino. Santísima Muerte, quita todas las envidias, pobreza, desamor y desempleo, y te pido de todo corazón y de caridad que me concedas con tu bendita presencia, alumbres mi casa y trabajo y le des a mis seres queridos amor. Bendita y alabada sea tu caridad, Santísima Muerte".
"Diosa de mi corazón, escucha esta breve pero significativa plegaria de necesidad, heme aquí, postrado ante ti, para suplicarte que me escuches en esta necesidad que estoy pasando, te suplico de todo corazón que acudas a ayudarme. Bendíceme Santa Madre, apiádate de mi y de mi necesidad o sufrimiento, ruego que me ayudes, bendigas a mi y a todas las personas que me quieren, y los que no me quieren, que aprendan a quererse así mismos, y juntos gocemos de un mundo lleno de amor, alegría y armonía. ¡Bendita seas por siempre!".
"Madre querida, Santísima Muerte, no le tengo miedo a la vida porque sé que Tú estás conmigo. Confiadamente me acojo de Tu mano y voy por el mundo en completa seguridad.
Gracias mi Flaquita adorada".
"Sabes bien amada Muerte que el peligro y la aventura son parte del camino por el que transito en esta vida. Permite amada muerte que tu protección y apoyo estén a mi lado, para mantener distante peligro y amenaza. Permite amada muerte que los ojos de mis opositores no vean mi presencia ni las huellas de mis pasos que conducen a Tu templo, donde majestuosa aguardas paciente el fin de los tiempos".
Actualmente, la Santa Muerte cuenta con millones de seguidores por todo el continente americano, principalmente en México, Guatemala, Paraguay, El Salvador, Honduras, Cuba, Venezuela, Bolivia, Estados Unidos y Brasil. Incluso, diferentes estudios demográficos concluyen que la adoración de la Santa Muerte es uno de los cultos con mayor aumento en los últimos años, y por si fuera poco, es el segundo santo más venerado de todo México, solo por detrás de San Judas Tadeo. Este es otra prueba de que la Santa Muerte no es adorada únicamente por personas ligadas al mundo del crimen y la violencia, como lo han alimentado los medios de comunicación, quienes manipulan y mal informan a las personas con el fin de expandir un morbo que impresiona y vende.
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