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miércoles, 18 de marzo de 2020

Los Anunnaki y la raza esclava Igigi-Igigu


En los textos sagrados de la Antigua Mesopotamia, podemos encontrar a una raza denominada "Igigu", que en lengua sumeria significa: "Los de Ojos Penetrantes". Esta es una traducción acertada puesto que corresponde a la transliteración directa de la lengua sumeria, ya que "igi" significa ojo (y también es usado como logograma en el idioma acadio), mientras que "gi" o "gu" significa penetrar. Otros autores también traducen el nombre como; "Los Vigilantes" o "Los que miran y ven".

Las primeras referencias a esta raza en textos y tablillas, se remontan al año 2.350 a.n.e., mucho antes de la aparición de la primera dinastía babilónica, sin embargo, también se han encontrado estatuas de estos seres cuya antigüedad supera con creces los 6.000 años, por lo tanto, estamos frente a una raza  que ha sido un pilar fundamental dentro de la religión mesopotámica, razón por la cual han sido nombrados durante milenios en diferentes textos sagrados, en donde también eran llamados "Dioses Menores", debido al rol que ejercían en el planeta. 

En efecto, los Igigu fueron una raza esclava que estaba sometida bajo el yugo y control de los dioses Anunnaki, según podemos leer en múltiples tablillas, entre ellas la de "Atrahasis". En esta publicación vamos a entrar en detalle sobre esta raza, la cual fue desencadenante en el proceso de la creación del hombre moderno.



Han pasado más de 4.000 años desde que se escribió el libro de Atrahasis, en cuyas líneas se encuentran los verdaderos orígenes del ser humano, y los  arqueólogos modernos continúan encontrando extrañas estatuillas con prominentes y característicos ojos, las cuales se distribuyen a lo largo de diferentes regiones de Medio Oriente, principalmente en Irak, Irán y Siria. 

Estas antiguas estatuillas son representaciones de la raza "Igigu" o "Igigi", los dioses menores que fueron esclavizados por los dioses mayores, es decir, por los Anunnaki, y cuyo registro más extenso se encuentra en Atrahasis. 


Es muy importante destacar que se han encontrado miles de estatuillas Igigu en la región de "Tell Birāk", al noreste de Siria, en las fértiles llanuras del río Tigris. Tell Birāk es por lejos una de las ciudades más antiguas de todo el planeta con más de 8.000 años de historia, y fue el hogar de varias civilizaciones a lo largo de milenios, incluyendo al pueblo de kish, los sumerios, los acadios, los babilonios, los mittani, los halafianos, semitas y hurritas. Durante el tiempo del rey acadio Naram-Sin (reinado c. 2254 – c. 2218), se construyó una residencia real en Birāk, y la ciudad sirvió como punto de control para todos los caminos del desierto de Jazira, por lo tanto, Tell Birāk funcionó como ciudad cosmopolita o gran capital. En los años 50', dado su antigüedad, la ciudad fue bautizada por arqueólogos estadounidenses como "la primera ciudad del mundo, 4.000 años más antigua que las pirámides".


Esto lo menciono puesto que Siria fue una de las regiones que dio a luz a la humanidad moderna, y estas estatuillas Igigu no hacen más que evidenciar nuestra verdadera historia, registrada en los textos sagrados de Mesopotamia, y de los cuales ya he publicado muchas investigaciones. Son tantas las cantidades de figuras Igigu que se han encontrado aquí, que incluso la ciudad se ha bautizado como el "Templo del Ojo" o "Templo Ocular", y muchos de estos pequeños ídolos tienen una datación de más de 3.700 años a.n.e.


Los ídolos varían en tamaño, desde aproximadamente los 3 a 10 cms de altura, y tienen cuerpos trapezoidales planos con cabezas delgadas y grandes ojos. El material de las estatuas es diverso; alabastro, hueso, piedra volcánica, arcilla, esquisto, piedra común etc.

Podemos ver que incluso retrataron familias enteras, con figuras grandes que representan adultos, y figuras más pequeñas, representando niños. Se han encontrado objetos similares en el cementerio real de Ur y en templos de Uruk y Eridu: ciudades sumerias que hoy en día conforman el actual Irak.


Cabe decir que los Igigu tienen bastante similitud con los dioses de los aborígenes australianos, retratados con cascos y ojos prominentes:


La epopeya de Atrahasis cuenta cómo los Igugu, agotados por el yugo de la esclavitud, quemaron sus herramientas, cesaron los trabajos y se rebelaron contra los Anunnaki. Para reemplazarlos y apaciguar a Enlil, quien quería exterminarlos, Enki propuso la creación de un nuevo ser, el hombre.

Resulta que los dioses Anunnaki estaban muy interesados en la extracción de minerales preciosos, además, debían trabajar la tierra y desviar los cauces de agua para poder abastecer a las nuevas colonias, una labor bastante pesada, sobretodo en aquel entonces, cuando las condiciones topográficas y geográficas  de la Tierra eran completamente diferentes a las que tenemos hoy en día. Es por ello, que desde un principio los dioses Anunnaki decidieron traer a los Igigus, para que éstos realicen los trabajos pesados.

Los Igigu fueron completamente esclavizados por los Anunnaki, ellos debían dedicarse a múltiples y pesadas tareas, como lo podemos atestiguar en los textos mesopotámicos: 

“Los Anunnaki celestiales impusieron a los Igigu su prestación de trabajos, Cuando estos dioses hacían de hombres, Tenían que trabajar y estaban atareados: Su tarea era considerable, Su trabajo era pesado, su labor era infinita. Pues los grandes Anunnaki a los Igigu, Imponían una séptuple prestación de trabajos”

 

“los dioses mayores supervisaban el trabajo, mientras que los dioses menores estaban soportando el trabajo". 

El principal trabajo de los Igigu, era la desviación de los cauces de agua, para así poder llevar este importante suministro a diferentes puntos de Mesopotamia, Medio Oriente y África. Los textos nos dicen que los Igigu fueron los responsables de crear muchos de los ríos y lagos que hoy en día bañan las tierras de Medio Oriente, como por ejemplo, el río Tigris y el río Éufrates. Esta labor costó más de 2.500 años de esclavitud y tragedia: 

“Y estos dioses tuvieron que excavar los cursos de agua Y abrir los canales que vivifican la tierra Los Igigu tuvieron que excavar los cursos de agua Y abrir los canales que vivifican la tierra. Así, ellos abrieron el curso del Tigris, Y después, el del Éufrates Durante cien años se entregaron a la tarea. Durante quinientos años se entregaron a la tarea. Durante novecientos años se entregaron a la tarea. Durante mil años se entregaron a la tarea. Después de haber acumulado  todas las montañas, hicieron el recuento de los años trabajados, después de haber organizado el gran pantano meridional, hicieron el recuento de los años trabajados: Durante dos mil quinientos años y más, habían ellos, día y noche, ¡Soportado esta pesada carga!”. 

El texto nos afirma que los Igigu llevaron más de 2.500 años trabajando en la creación y desviación de canales y cauces de agua alrededor del planeta, para así poder abastecer a los pueblos y lograr trabajar la tierra. Gracias a los Igigu es que existen los ríos Tigris y Éufrates, resultado de múltiples excavaciones y desviaciones hechos por esta raza esclava. Esto no fue una tarea sencilla, el establecer el cauce y las corrientes de estos ríos fue dificultoso y agotador. 

La tablilla “Bilingüe sumerio-acadio” también nos da referencias de que los Igigu se dedicaron a crear estos ríos: 

“…para preparar el sistema de irrigación: establecieron los cursos del Tigris y del Éufrates”. 

 

Al igual que la tablilla “Enki y Ninmah”: 

“los dioses mayores supervisaban el trabajo, mientras que los dioses menores estaban soportando el trabajo. Los dioses estaban cavando los canales y acumulando el sedimento” 

 

La tablilla de “Enki y Ninhursag” nos muestra también que los Igigu se dedicaron al trabajo minero, y es que los Anunnaki establecieron muchos yacimientos alrededor del planeta con el fin de extraer estos valiosos e importantes minerales: 

“Haré que la Tierra de Tukriš embarque para ti oro, y también lapislázuli de Harali. Haré que la Tierra de Magan ofrezca su fuerte y robusto cobre, sus diorita y piedras”   

 

“Que los barcos magilum de Meluḫa transporten oro y plata y los traigan a Nibiru para Enlil”

 

Como ya mencioné, los Igigu luego de 2.500 años de esclavitud, se rebelaron:

“Ellos, entonces, comenzaron a despotricar y a quejarse, Lamentándose de sus labores de excavación: ¡Vayamos a ver al encargado, nuestro jefe, para que nos libre de nuestra pesada tarea! Al valiente soberano de los dioses, venid, vayamos y saquemos de su casa a Enlil, el valiente, el soberano de los dioses, venid, vayamos y saquémoslo de su casa! Añadamos hostilidad y combate, y los dioses escucharan nuestras súplicas”. Y los Igigu quemaron sus herramientas, arrojaron sus artefactos al fuego, y a las llamas sus capazos. Después se agruparon y marcharon ante la puerta del palacio de Enlil el valiente. Era de noche, en mitad de la vigilia y sin que Enlil lo supiera; se acercaron a su palacio. De noche, en mitad de la vigilia, y a espaldas del dios, ¡se rodeó el E.kur! Pero Kalkal, observó lo que sucedía e intentó que se marcharan: Él maneja el cerrojo y vigila la puerta. Después, Kalkal, despierta a Nuska, Mientras se escuchaba el alboroto de los Igigu. Nuska despierta a su señor Enlil, y lo saca de su sueño: ¡Tu palacio está rodeado, mi Señor! ¡El combate se ha extendido hasta tu puerta! ¡Tu palacio está rodeado, oh Enlil! ¡El combate se ha extendido hasta tu puerta!”

 

La reacción de Enlil fue exterminar a todos los Igigu, pero fue persuadido por su paje real de evitar esta tragedia:

"Entonces, Enlil ordenó que se preparen las armas, Después abrió la boca y se dirigió a Nuska, su paje: ¡Nuska, levanta una barricada ante mi puerta! ¡Toma tus armas y ponte a mis órdenes! ¡Nuska levantó una barricada ante la puerta, Tomó sus armas y se puso a las órdenes de Enlil! Después, ella abrió la boca y se dirigió a Enlil el valiente: ¡Mi Señor, tu rostro está verdoso! ¡Oh Enlil, tu rostro está verdoso! Son tus propios hijos, mejor envía a buscar a Anu para que descienda, Y que también se traiga a Enki ante ti”

 

El texto anterior nos cuenta que los Igigu se dirigieron violentamente a protestar a las afueras del palacio de Enlil, incluso lo rodearon ferozmente en medio de la noche. Los guardias reales del E.kur, liderados por Kalkal, se percataron de la situación, llegando así la noticia a los oídos de Enlil quien fue despertado abruptamente de su sueño. Enlil despertó y ordenó que sus fuerzas se preparasen para el combate, sin embargo, cierto remordimiento e insistencia de Nuska le convenció de que esta acción sea descartada, recomendándole que la solución sería armar un concilio para debatir y buscar una solución diplomática al conflicto. Nuska le dijo que se reuniera con Anu, y que Enki también estuviera presente. Cuando esto sucedió, los Anunnakis invitaron a los principales representantes Igigu a una asamblea o concilio, en dónde también asistió Ninhursag y el paje real de Enlil: Nuska, Kalkal y Ennugi, portador del trono. Al estar todos reunidos en asamblea, los Igigu se dirigen ante los Anunnaki y les reclaman: 

“Hemos puesto todo nuestro esfuerzo en esta excavación, El trabajo excesivo nos ha matado. Nuestra carga era demasiado pesada, el trabajo era infinito. Esta es la razón que nos ha llevado a quejarnos contra Enlil”

 

Luego de escuchar las súplicas y quejidos de los Igigu, no fue Anu ni Enlil ni ningún otro Anunnaki quien tomó la palabra más que Enki, quien comprendió la triste agonía de la raza Igigu al tener que soportar milenios de esclavitud. El joven príncipe, caracterizado por su bondad y benevolencia, propuso la idea de liberar a los Igigu, siempre y cuando fuesen reemplazados o sustituidos por otra raza:

“Enki, habiendo abierto la boca, Se dirige a los dioses, sus hermanos: ¿Por qué los culpamos? ¡Su tarea era pesada, su labor es infinita! Cada día su grito de auxilio era cosa seria. Pero existe un remedio para esta situación: Dado que Belet-ili (-Ninhursag-), la Matriz, está aquí, Que fabrique un prototipo de hombre: ¡Será él quien cargue con el yugo de los dioses Quién cargue con el yugo de los Igigu. Será el Hombre quien cargue con el trabajo!

 

Entonces, los otros Anunnakis presentes en la asamblea se dirigen a ella:

“Interpelando, entonces a la diosa, ellos preguntaron, a la sabia mujer entre los dioses, también llamada Mammi: ¿Serás tú la matriz que produzca a los hombres? ¡Pues bien! Fabrica el prototipo humano, que él cargue con nuestro yugo ¡que él cargue con el yugo impuesto por Enlil! ¡Que el hombre asuma el trabajo asignado a los Igigu!

Luego, según podemos inferir, Enki extrajo ADN Igigu al "inmolar" a un dios menor y tomar su sangre, para pronto mezclarlo en la "arcilla" (útero) de las diosas parteras con la sangre del hombre primitivo de aquel entonces, el Homo erectus, descrito por los textos mesopotámicos de la siguiente forma:

“La gente de aquellos días no sabía sobre comer pan. Ellos no sabían sobre usar ropa; anduvieron desnudos por toda la Tierra. Como ovejas, comían hierba con la boca y bebían agua de las zanjas”

 

Luego, los Igigu fueron liberados y ascendieron al "cielo".

La unión entre ambos genomas daría origen al hombre moderno. Es por ello que los antiguos mesopotámicos elaboraron miles de estatuillas Igigu: en señal de respeto y agradecimiento, ya que gracias a esta raza fue que los Anunnaki emprendieron el proyecto de crear al ser humano.

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