Sobek es una de las Deidades más importantes de la antigua religión egipcia, representando un aspecto trascendental de la naturaleza divina que se expresa como una fuente de protección y fertilidad. Sobek es un Dios multifacético que realiza varias funciones; es un guardián agresivo que repele y devora a los espíritus malévolos que amenazan a sus devotos, y también, se manifiesta como una fuerza auspiciosa y creativa que brinda fecundidad y mueve el mundo. Su culto resulta ser antiquísimo, pudiendo rastrearse desde la Cuarta Dinastía del Antiguo Reino, alrededor del 2.700 a.n.e. Se le retrata esotéricamente con el cuerpo de un hombre con cabeza de cocodrilo, encima de la cual lleva un disco solar, un ureo (la cobra erguida), un par de cuernos de carnero y plumas de avestruz. Su nombre deriva del causativo egipcio del verbo "s-bak" o "fecundar", y se le venera como un Padre Cósmico que participó en la creación del universo físico.
Los textos sagrados de la religión egipcia, mencionan que Sobek emergió de las Aguas Primigenias de Nun, y que con su nacimiento se dio origen al mundo material en el cual vivimos. De hecho, se narra que la vida en el universo emergió a partir de los huevos que Sobek puso en las Aguas Primigenias. En los Textos de las Pirámides, Sobek era hijo de Neith, otra antigua Deidad de Egipto, venerada como Madre Suprema del Cosmos, y por ende, contraparte femenina de Ptah. Neith fue la responsable de crear el tiempo y de impulsar la fuerza que terminó provocando el origen del universo.
Como Entidad Creativa y Padre Cósmico, su culto se fusionó con el de Ra durante el reinado del faraón Mentuhotep II (2061-2010 a.n.e.), cuya unificación representaba el rol creativo de ambas entidades. Ra es visto como el gran Demiurgo del universo y Patrón Solar, responsable de cimentar el cosmos. Posteriormente, durante el reinado del faraón Amenemhat II (1932-1895 a.n.e.), el culto de Sobek también terminó fusionándose con el de Horus, el Príncipe Divino y Patrón de la Realeza, hijo del gran Osiris.
Este Dios no solamente puso los huevos de los cuales surgió la vida, sino que también es capaz de bendecir al mundo con su poder impulsor, por lo que se le invoca y venera producto de su eficacia para asegurar la fertilidad en muchos aspectos de la vida (agricultura, ganado, vida sexual etc.). En el caso de los hombres; Sobek era especialmente invocado para mejorar la virilidad, y por las mujeres tanto para propiciar la fecundidad como para reducir las complicaciones relacionadas con el embarazo y el parto. Llevar una imagen de Sobek al pabellón servía para aliviar los dolores, y también, para mantener a raya a los espíritus regresivos que pudiesen interferir en el proceso. Si no se dispone de una imagen de Sobek, la imagen de cualquier cocodrilo o incluso el jeroglífico egipcio que representa al cocodrilo es un sustituto suficiente para solicitar su intervención.
De igual modo, Sobek estaba estrechamente relacionado con el Río Nilo; que era la principal fuente de recursos, ingresos y desarrollo económico para la nación egipcia.
Resulta que el Río Nilo era visto como una expresión terrenal de las Aguas Primigenias, por lo tanto, se decía que Sobek habitaba en el mismo Nilo, y que sus aguas eran una manifestación de su poder. La devoción y las ofrendas que se le entregaban a este Dios, se reflejaban en la forma en la cual se comportaban las aguas del Nilo. Si Sobek era invocado correctamente, el Río respondería con abundancia, permitiendo un eficaz desarrollo agrícola y una gran extracción de recursos naturales. Otro punto importante era el desbordamiento de sus aguas. En verano, si las condiciones eran propicias, el Río Nilo fluía con tanta intensidad que las aguas se desbordaban a través de canales artificiales, para que así, las cosechas se nutriesen y los terrenos áridos se vivificaran. Entonces, Sobek era especialmente adorado para que el Río Nilo fuese próspero y generoso, ahuyentando las sequías y escases.
De manera similar, Sobek se complace y apacigua a través de la veneración y el cuidado de los cocodrilos; uno de los animales más sagrados del Antiguo Egipto, siendo incluso momificados al morir. En Egipto, los cocodrilos eran criados como mascotas, mientras que otros vivían gustosamente en los templos, en donde eran alimentados, venerados, y adornados con valiosas joyas. Similar a lo que acontecía con los gatos; las leyes egipcias prohibían matar y capturar cocodrilos, así como transportar o comerciar con estos animales o con sus huevos. En aquel período había sacerdotes que especialmente adoraban, cuidaban y momificaban a los cocodrilos, y en este último aspecto, ejecutaban la tarea de manera tan meticulosa como si se tratase de un humano.
Los lugares de culto más importantes en honor a Sobek, se edificaban en los alrededores del Nilo, o bien, en cualquier otro lugar en donde abundasen los cocodrilos, su animal sagrado. El santuario más grande se hallaba en la ciudad de Shedet, un oasis ubicado al oeste del Nilo, en Fayoum. Los griegos, que luego gobernaron Egipto, cambiaron el nombre de Shedet por "Crocodilopolis", que significa “Ciudad Cocodrilo”.
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