Los gatos han sido un símbolo milenario de prosperidad y abundancia en el folclor y en la tradición del lejano oriente, siendo figuras muy queridas y respetadas. Básicamente, estos simpáticos animales se asocian con fortuna, buena suerte y armonía.
En el Budismo por ejemplo, los gatos denotan conocimiento, vigilancia, pureza y equilibrio, que son importantes virtudes para el desarrollo de la espiritualidad. El taoísmo, que afirma que hay una energía universal impregnando el mundo, nos cuenta que los gatos son la epítome del yin y el yang; un equilibrio perfecto entre lo manso y lo salvaje, entre lo sociable y la soledad, entre la acción y el descanso. Con este particular temperamento, los gatos serían fuerzas armoniosas benéficas que hacen fluir la energía.
Por estas y muchas otras características positivas, los gatos se han inmortalizado en el corazón de la cultura popular a través de adorables figuras ornamentales: los Maneki-neko, que brindan una actitud optimista y que llaman a la buena fortuna.
En Japón por ejemplo se encuentra un templo budista llamado Gōtoku-ji, ubicado en el distrito de Setagaya, Tokio, que se caracteriza por albergar a cientos y miles de gatitos ornamentales, e incluso, se afirma que fue en este lugar en donde nacieron las primeras figurillas, datando del siglo XVII.
A día de hoy estos adorables gatitos adornan los hogares, oficinas, negocios, y básicamente cualquier escaparate alrededor del planeta.
Y en la presente publicación conoceremos la historia y el significado tanto espiritual como esotérico de los famosos Maneki-neko.