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lunes, 24 de junio de 2024

La naturaleza sobrenatural de los Duendes


La tradición y la experiencia acumulada a lo largo de los siglos, coincide en describir a los duendes como pequeños seres de rasgos humanoides, generalmente distintivos por su baja estatura, una personalidad juguetona y traviesa, una vestimenta rústica elaborada a partir de hojas, paja y pieles, y un par de orejas puntiagudas.

Los duendes suelen vivir en lo más profundo de los bosques, así como en otros lugares de índole similar, como cuevas, minas, montañas, etc. Sin embargo, también es cierto que muchos duendes no tienen reparo en vivir al interior de grandes ciudades o centros urbanos, e incluso, en casas habitadas por personas, teniendo un muy amplio espectro de manifestación y tolerancia.

Ahora, la peculiar manera en que los duendes suelen operar, refuerza la teoría de que son, en realidad, entidades mucho más complejas que simples habitantes de los bosques. 

Más bien, podrían ser considerados como una especie de entidad sobrenatural, similar a un espíritu, un fantasma, o incluso, una especie de dios menor, puesto que los duendes poseen la capacidad de trascender su dimensión de origen (pues aparentemente no pertenecerían a este plano) para manifestarse entre nosotros, desafiando algunos conceptos de la escala espacio-temporal. Y esto podría explicar muchas de sus costumbres y atributos, como la de volverse invisible, la de aparecer o desaparecer a voluntad en cualquier sitio, la de manipular algunos aspectos de la naturaleza, o bien, la de conceder deseos, casi siempre, a cambio de ofrendas o tributos. 

Los duendes también suelen desarrollar un fuerte sentido de pertenencia con una persona u objeto en particular. Esta conexión puede ser tan poderosa que, si la persona viaja o incluso se muda a otro país, el duende tiene la capacidad de seguirla a donde sea que vaya. Esto indica que los duendes no están en absoluto limitados a las leyes del plano físico, teniendo la capacidad de materializarse a conveniencia en el lugar que deseen. De igual modo, los duendes son conocidos por su habilidad para influir en el entorno, moviendo objetos, causando ruidos inexplicables y creando situaciones que parecen coincidencias. Estas interacciones muestran su capacidad para manipular nuestro mundo y de afectar directamente el entorno que nos rodea.

En la presente publicación analizaremos la naturaleza sobrenatural de los duendes.



  • Raíz Etimológica

La palabra "duende" tiene su etimología en el antiguo español medieval, derivando más concretamente del término "duen", que significa "dueño" o "propietario". Por evolución lingüística y fonética, el término "duen" se terminó transformando en "dueño", luego de que la letra "ñ" fuese absorbida y estandarizada en el idioma español a lo largo del siglo XVI.

Ahora, más interesante todavía, es saber que los duendes eran originalmente llamados "duen de casa", es decir, "dueño de casa". ¿Por qué? Porque se decía que dichas criaturas o entidades se afianzaban o se adueñaban de un lugar en concreto, principalmente hogares ya constituidos, y que desarrollaban una fuerte conexión tanto con la casa como con sus habitantes. 

Entonces, la palabra "duende" es simplemente una contracción de este apodo: duen de casa  duen-de → duende.


  • ¿Qué son? ¿Espíritus de la naturaleza? ¿Elementales? ¿Fantasmas? ¿Demonios? ¿Entidades Astrales? ¿Una raza emparentada con el hombre? ¿Dioses?

Esta es una de las preguntas más complejas cuando se trata de entender la naturaleza de los duendes. 

A lo largo de las diferentes culturas y tradiciones, existen diversas teorías que intentan explicar su origen y naturaleza. 

Algunos estudiosos y creyentes en lo paranormal los consideran como una forma de vida emparentada de alguna manera con los seres humanos, quizás como una raza antigua que evolucionó en paralelo, o bien, una forma de vida elemental que coexiste en nuestro mundo. 

Desde esta perspectiva, los duendes podrían tener características físicas y emocionales que los acercan a los humanos, aunque con habilidades y percepciones diferentes debido a su conexión con la naturaleza y otros planos de existencia. 

Esta idea coloca a los duendes como manifestaciones de fuerzas primordiales que animan y sostienen el mundo natural, estando relacionados con la tierra, el agua, el fuego o el aire, o incluso, podríamos entenderlos como manifestaciones de la energía de Gaia, la madre tierra.

Como seres elementales, los duendes podrían influir en el clima, la fertilidad del suelo, o la prosperidad de los cultivos, actuando como mediadores entre los humanos y los poderes de la naturaleza. Y por ende, al no estar familiarizados con el comportamiento del hombre, es posible que los duendes no tengan mala intención al realizar sus travesuras.

Por otro lado, la idea de que los duendes son espíritus o entidades astrales, o incluso que provienen de una dimensión ajena a la nuestra, también es bastante significativa. 

Entonces, basándonos en lo anterior, podríamos decir que los duendes son seres que trascienden el plano físico, operando desde un reino espiritual o astral. Su capacidad para desaparecer y aparecer repentinamente en lugares tan alejados entre sí, o la de poder volverse invisible y manifestarse a voluntad, son por lejos algunos de los argumentos que respalda esta teoría. 

De igual modo, el hecho de que los duendes suelan pedir ofrendas o tributos para apaciguarse o conceder favores, refuerza todo lo anterior, ya que, al ser entidades provenientes de otro plano, es probable que necesiten de ciertos objetos para alimentarse o subsistir en el nuestro. De allí que por ejemplo siempre se les describa como criaturas obsesionadas con el oro, o los típicos relatos populares que afirman que, para apaciguar a un duende malicioso o furioso, se le debe levantar una especie de altar en donde se dejen objetos a modo de tributo.

Entonces, podríamos aludir que el oro u otra clase de ofrendas funcionarían como una especie de "alimento" energético para estas criaturas. No olvidemos que a lo largo de la historia, muchos Dioses, espíritus, demonios, o entidades similares, han solicitado tributo y ofrendas a cambio de favores y protección. El Dios de la Biblia, los Dioses del Olimpo, los Genios, los Santos, etc., muchos suelen operar de esta manera. Y el oro, particularmente, sería entonces un metal valioso y con propiedades específicas que les son útiles o necesarias para sus fines.

La conexión entre las ofrendas que demandan, los favores que conceden, y su misterioso modo de operar, abre un campo de estudio fascinante sobre la relación entre los seres humanos y estas entidades, aparentemente, ajenas a nuestro mundo físico.

Aquí viene a mi mente gran parte de lo narrado por el reconocido investigador paranormal, Salvador Freixedo, en su libro del año 1984,  "Defendámonos de los Dioses", una lectura que recomiendo encarecidamente.

En esta obra, Freixedo argumenta que muchas entidades sobrenaturales, sean Dioses, espíritus u otra clase de seres, incluyendo duendes, necesitan interactuar con nosotros para obtener algo a cambio. Este "algo", muchas veces, va más allá de simples objetos materiales, pudiendo ser, por ejemplo, devoción y energía. También alude a que las cargas emotivas de una persona funcionan como alimento para todos estos seres. De allí que muchos piensen que en realidad, son los Dioses los que nos necesitan a nosotros, y no al revés.

Todo esto lo menciono porque, mientras más estudio la naturaleza de los duendes, más me doy cuenta de que se trata de entidades sobrenaturales que moran y operan desde un plano diferente al nuestro, y que no son necesariamente oriundos de esta Tierra. 

Aquí dejo un extracto del libro en donde Freixedo se refiere a los duendes y su naturaleza:

"Pero volvamos a lo que nos interesa especialmente en este capítulo, que es la descripción de las cualidades de estos seres a los que llamamos «los dioses». Si apenas podemos saber nada de los otros peldaños que constituyen la escalera cósmica a la que nosotros pertenecemos, menos podemos saber aún de los peldaños de aquélla a la que pertenecen los dioses. Sin embargo, algo podemos columbrar si mantenemos abierta nuestra inteligencia y no nos dejamos convencer por lo que nos dicen las enseñanzas dogmáticas de la ciencia o de la religión. Y aquí entraremos, aunque sólo sea de pasada, en un terreno que si bien para algunos resultará totalmente irreal, para una mente despierta y que analice profundamente los hechos, resultará, por el contrario, tremendamente interesante y clave para entender muchas cosas ignoradas del Universo. Nos referimos a la existencia de otras criaturas no humanas, inferiores en rango y en poderes a los dioses de los que venimos hablando: la existencia de «elementales» duendes, gnomos, elfos, «espíritus» y toda suerte de entidades legendarias que tanto hace sonreír a los científicos y que tanto incomoda a los religiosos: a los primeros, porque tales entidades no quieren someterse a sus pruebas de laboratorio y actúan de una manera completamente independiente de las leyes que ellos han estatuido para la naturaleza, y a los segundos porque les rompe todo su tinglado dogmático, dejando un poco en paños menores algunas de sus creencias fundamentales. No incluimos entre estos seres a las clásicas hadas, porque ésta ha sido en muchísimas ocasiones, la apariencia que los dioses han adoptado para manifestarse. Los miles de «apariciones marianas» —sin excepción— no han sido otra cosa que manifestaciones de hadas, pero en un contexto cristiano. Lo cierto es que, gústenos o no, la humanidad ha creído siempre —y sigue creyendo— que existen ciertos seres misteriosos, con un cierto grado de inteligencia y con muy diversas apariencias y actuaciones, que en determinadas circunstancias se manifiestan a los hombres. Una prueba circunstancial de la existencia (aunque sólo sea temporal) de estas misteriosas entidades, es el indiscutible hecho de que en todas las razas, en todas las culturas, en todas las épocas, en el seno de todas las religiones y en todos los continentes, los hombres han acuñado siempre una variadísima cantidad de nombres para designar las diversas clases de entidades con las que sus asombrados ojos se encontraban en las espesuras de los bosques, en las revueltas de los caminos, en lo alto de algún arbusto, junto a una fuente, en medio del mar o invadiendo la intimidad de sus hogares. Muchos idiomas de tribus primitivas carecen casi por completo de nombres y verbos abstractos, pero sin excepción, son ricos en términos para designar a los diversos tipos de estas entidades con las que tienen más facilidad de encontrarse debido al primitivo sistema de vida y a los apartados lugares en los que habitan. Estas entidades procedentes de otras dimensiones o planos de existencia pertenecen también a otras escalas cósmicas diferentes de la humana; es decir su evolución y ascensión hacia mayores grados de inteligencia se hace por caminos diferentes, aunque en cierta manera paralelos a los de los hombres. Y ésta es posiblemente la razón de por qué en algunas ocasiones hay una cierta tangencia de sus vidas con nuestro mundo y de las nuestras con el suyo. Los recuentos y las visiones de Madame Blavatski pueden muy bien ser —entre muchísimas otras— un ejemplo de esto último. Podríamos llenar muchas páginas acerca de la existencia de estos misteriosos seres, pero esto nos llevaría muy lejos. Únicamente queremos dejar en la mente del lector la idea de que todo este tema es mucho más profundo de lo que la gente piensa, y por supuesto, mucho más real de lo que la ciencia cree. Tengo en mi poder grabaciones hechas por mí mismo en el sureste de la República Mexicana —en donde abundan enormemente este tipo de entidades a las que allí se les suele llamar «chaneques» y «aluxes»— en las que tímidas niñas campesinas me narran con toda ingenuidad, cómo podían ver todas las noches a seres de no más de un palmo de altura, divertirse enormemente en el pilón situado en la parte trasera del solar de su casa. Su gran diversión consistía en jugar y hacer ruido con la vajilla de la casa que allí estaba para ser lavada por una de las niñas. Las criaturas aparecían y desaparecían por la atarjea por donde se sumían las aguas del pilón. Y tengo que confesarle al lector que en alguna ocasión mi vida estuvo en peligro debido a otras investigaciones y excursiones que hice en esta misma región, con la intención de observar de cerca a estos escurridizos personajes.

[Extracto de Salvador Freixedo en Defendámonos de los Dioses. Capítulo 3: "Las escaleras cósmicas" (Seres extrahumanos)].


Y añado:

"La necesidad que los dioses tienen de nosotros es mucho más relativa y menos perentoria o apremiante que la que nosotros tenemos de los animales. Muy probablemente pueden subsistir — por lo menos en su medio ambiente natural— sin necesidad de recurrir a nosotros para nada. Y digo en su medio ambiente natural, porque muy bien puede suceder que el esfuerzo de llegar hasta nuestro medio ambiente o de mantenerse en él, genere en ellos cierto tipo de necesidades extraordinarias que les haga precisar de algo que hay en nuestro mundo y que ellos no han podido traer consigo desde sus lugares o dimensiones de origen. Y aquí volveré a repetir que algunos de ellos no necesariamente tienen que venir de otro lugar del Universo y muy bien pueden residir aquí, en nuestro mismo planeta, pero en otra dimensión o nivel de existencia; lo cual, para nuestros sentidos, sería como no residir en ningún plano de los que nosotros conocemos y habitamos. Sin embargo, aun no viniendo de ningún otro lugar del Universo y aun siendo de nuestro mismo planeta, este saltar de su dimensión o nivel al nuestro, podría crear en ellos alguna necesidad que tendrían que suplir con algo que nosotros les suministrásemos. Como seres inteligentes que son, tienen la misma necesidad que nosotros tenemos de saber y de conocer cada vez más. Lo mismo que un zoólogo se pasa horas y horas observando el comportamiento de determinado animal, únicamente por saber o por conocer sus hábitos de conducta, y sin ningún interés comercial sobre él. Es el saber por saber; porque el conocimiento es el alimento natural de la inteligencia. Es perfectamente natural que estos seres, una vez que hayan descubierto nuestra existencia, sientan una urgencia por conocer nuestra manera de actuar y todavía más, nuestra manera de pensar y todos los sentimientos superiores de qué es capaz nuestra alma. Y no sería nada extraño que en muchas ocasiones provocasen determinados eventos para observar nuestras reacciones a ellas y muy posiblemente para aprender algo de todo ello. ¿No tenemos nosotros textos de Historia Natural en los que catalogamos las cualidades y características de todos los seres vivientes que nos rodean y todo ello sólo por el afán de saber? ¿No parece muy lógico que haya seres superiores a nosotros que estén haciendo poco más o menos lo mismo, estando nosotros tan ajenos a ellos, como los están las hormigas de las prolongadas observaciones que el entomólogo hace sobre sus idas y venidas en el hormiguero?
[Extracto de Salvador Freixedo en Defendámonos de los Dioses. Capítulo 5: "Por qué y para qué se manifiestan" (Por necesidad)].


Por ello es que los duendes podrían solicitar cierto tipo de ofrendas, sobre todo el tan preciado oro.

Incluso, todo lo anterior cobra más sentido y fuerza si leemos que varias culturas antiguas, como la maya, veía a los duendes como dioses menores o subordinados a Dioses mayores. Lo mismo ocurre en la cultura irlandesa, en donde se narra que los duendes estaban subordinados a los Tuatha Dé Danann, los grandes Dioses del panteón celta. 





Con lo anterior yo no quiero demonizar o satanizar la imagen de los duendes, llámeseles trasgos, aluxes, chaneques, kobolds, etc., como veremos más abajo. 

De acuerdo a mis investigaciones y estudios, ningún ser de la naturaleza es inherentemente malo, como tampoco podría serlo una entidad proveniente de otra dimensión, pese a que algunos tiendan a solicitar ofrendas o intercambios. 

Pensemos en absolutamente todas las religiones del mundo. El hecho de que una deidad demande tiempo, energía y devoción, ya sería suficiente para sospechar que "algo se trama entre manos" o que algo necesita de nosotros. Pero... ¿Es esto algo realmente malo? ¿No puede haber acaso una simbiosis mutualista entre una dimensión y otra? 

Obviamente hay seres malignos y perversos que buscan parasitarnos. De esto no hay duda. 

En Defendámonos de los Dioses, Salvador Freixedo entrega importantes detalles sobre la escala evolutiva y jerárquica de seres sobrenaturales. Aquellos que se encuentran en los podios más altos de evolución irradian luz y armonía, pero se ubican en un plano tan perfecto, elevado y alejado al nuestro, que resulta difícil poder invocarlos o llamarlos. En cambio, es más fácil invocar y entablar comunicación con seres que se encuentran en escalas evolutivas y espirituales más bajas, y ellos, por lo general, son de naturaleza perversa. Por eso es que nada bueno puede salir de jugar con una ouija; las entidades malignas son las primeras en acudir a nosotros. Mientras que las más altas y puras requerirán de prácticas mucho más rigurosas y estrictas, desde ceremonias especiales hasta nuestros propios hábitos nutricionales (por ejemplo, evitar la carne, la sal y el alcohol).

Según la teoría de las cuerdas, que acredita la existencia de varias dimensiones, es plausible que podamos conectar con entidades residenres en otros planos.

A partir de lo mencionado anteriormente, la naturaleza dual de los duendes me lleva a considerar que quizás no existe una sola "raza" de duendes, sino que el término "duende" abarca en realidad una amplia variedad de seres sobrenaturales que comparten características y formas de manifestación. Esto podría explicar la naturaleza de los Lares y Lémures, que teóricamente funcionan de manera similar al duende clásico, y que en los próximos párrafos analizaremos.

Ahora, si los duendes fueran netamente elementales, podríamos evocar un pensamiento diferente.

Para juzgar a un ser elemental, tendríamos que juzgar también a la propia naturaleza, lo cual sería una aberración.  

Los seres elementales operan en la naturaleza bajo la guía de entidades más evolucionadas que supervisan el funcionamiento global del todo. Al igual que nosotros, los seres elementales evolucionan y pueden mostrar inocencia, travesura e incluso imitar comportamientos humanos con la creencia de que son benévolos, pero ninguno de ellos tendría malas intenciones. Y es quizá por esto mismo que los duendes siempre son descritos como seres traviesos, juguetones y bromistas.

Lo que sí aconsejo, es que siempre que se quiera iniciar o mantener contacto con alguna entidad sobrenatural, sea cual sea, incluso un Dios o un Santo famoso, es que la persona en cuestión tenga conocimiento y estudios en la materia. No podemos permitir que la fe ciega nuble nuestra perspicacia y nos haga cerrar tratos con seres que únicamente buscan nuestro sometimiento. Es importante informarnos, saber lo que estamos haciendo y cuál sería la mejor forma de actuar, y también, de protegernos. Al fin de cuentas, es importante saber que las oraciones, la fe, la mentalización, los nombres, los símbolos y las imágenes tienen poderes significativos. El cosmos mismo tiene muchas propiedades que podríamos aprovechar, pero siempre es importante hacerlo con entendimiento.


  • Características básicas y universales

Los duendes son criaturas omnipresentes en tradiciones y culturas de todo el mundo. Por lo tanto, podemos identificar una serie de características comunes que describen su naturaleza, comportamiento, atributos, personalidad y habilidades:

1. FísicoLos duendes suelen ser descritos como pequeños seres humanoides, generalmente de una estatura que varía entre los 10 centímetros, y como máximo, el metro. Algunos tienen rasgos agraciados y bellos, mientras que otros pueden llegar a ser descritos con características más grotescas y rudas. Los hay hombres y mujeres. Los hay jóvenes y ancianos. Y también, algunos de naturaleza completamente andrógina y asexuada, sin rasgos humanos. Esto último demostraría su naturaleza elemental o sobrenatural, no teniendo que, necesariamente, parecerse al hombre. Y aquí es en donde debemos separar lo que podría ser la verdadera apariencia de un duende, y su caricaturización. 

2. Hábitat: Por lo general, los duendes tendrían una fuerte inclinación y preferencia por vivir en lugares de características rurales e inhóspitas, como bosques, campos, montañas, ríos, minas, cuevas, etc., lo que recalcaría su naturaleza como espíritus pertenecientes al mundo elemental. Sin embargo, también hay muchos duendes que no tienen reparo en vivir en ciudades y grandes urbes, al punto de que a veces terminan aferrándose a hogares que ya están siendo habitados por personas, lo que nos recuerda la raíz etimológica del término duende: duen de casa → dueño de casaSi somos más observadores, nos daremos cuenta que esto último también los relacionaría con un plano diferente al nuestro. ¿Por qué? Porque los duendes no están, por decirlo de alguna manera, activos o en movimiento las 24 horas del día. Al contrario, suelen manifestarse a ciertas horas o en determinados momentos. Es como si desde el otro plano estuviesen esperando el momento preciso para hacerse visibles o presentarse en el nuestro. Entonces, no es que los duendes estén dormidos o escondidos en recovecos de la casa cuando no se les escucha, sino que más bien se aparecen o teletransportan de un plano a otro. Además, como mencioné anteriormente, suelen acompañar a las personas sin importar dónde se encuentren, incluso cuando éstas se mudan.

3. VestimentaSiempre se les ha descrito con ropajes rústicos, pudiendo tener vestimentas elaboradas con hojas, pieles, lana, entre otros materiales de índole similar. Personalmente no he leído relatos o reportes que los describan desnudos, aunque sí algunas veces con cuerpos brillantes o hasta traslucidos, tal como si fuesen hadas o fantasmas. 

4. ComportamientoEsto puede variar ampliamente. Algunos duendes prefieren llevar una vida ermitaña y apartada del bullicio de la sociedad, por lo que nunca entran en contacto con personas, evitando cualquier tipo de interacción. No obstante, en la mayoría de los relatos y casos, tanto modernos como antiguos, los duendes suelen ser descritos como entidades traviesas y juguetonas por naturaleza. Ellos disfrutan de jugar bromas pesadas, de esconder objetos, de mover las cosas de lugar, o incluso, de robar pertenencias, generalmente, para luego devolverlas o dejarlas en lugares impensados. Y es que a los duendes les gusta jugar y divertirse, teniendo una naturaleza lúdica que los lleva a interactuar con el entorno y con las personas de maneras inesperadas. 

5. ¿Son buenos?: Se sabe que hay duendes que protegen los hogares y a las personas que moran en su interior, ayudando a mantener la casa en orden, alejando las malas vibras o energías, trayendo buena suerte y protegiéndola de intrusos y peligros. También se cree que un duende contento y amable ayudará en las tareas de jardinería y agricultura, haciendo que las plantas y los cultivos se mantengan sanos y estables. Esta clase de duendes, a los que podríamos catalogar como "buenos", pueden llegar a desarrollar una relación tan íntima con algunas personas, que se presentarán como seres nobles, leales y protectores. Incluso, cuando el vínculo ya se ha fortalecido a un nivel superior, es probable que ese duende pueda mostrarse a voluntad de la persona. Eso es muy significativo, considerando que los duendes siempre eligen moverse de manera sigilosa, incluso cuando efectúan travesuras.

6. ¿Son malos?: Pese a lo anterior, también hay cientos de reportes alrededor del mundo que describen a los duendes como entidades de naturaleza maligna, maliciosa, vengativa, engañosa y hostil. Estos duendes pueden causar problemas si se sienten ofendidos o ignorados, y suelen desarrollar un fuerte sentido de pertenencia, a tal punto que se tornan obsesivos y extremadamente celosos. También tienden a hostigar a las personas golpeando las paredes, rompiendo objetos y destruyendo cosas, principalmente de noche. De igual modo, esta clase de duendes suele robar cosas para nunca más devolverlas. En casos más extremos, los duendes de naturaleza negativa son capaces de iniciar incendios, de generar estragos, y de causar pesadillas con el objetivo de expulsar a los moradores del hogar. Famoso por ejemplo es el caso del duende de Zaragoza, un misterio policial que jamás pudo ser resuelto. 

7. ¿Qué buscan?Generalmente, se sabe que los duendes siempre buscan obtener algo a cambio, independientemente de su tipo de naturaleza: benévola o maligna. Y allí volvemos nuevamente a lo dicho por Salvador Freixedo: los duendes y otras entidades sobrenaturales necesitan ofrendas o tributos para subsistir en nuestro plano, o para alimentarse de manera energética, o para hacerse con algún objeto que ya no encuentran en el suyo. Posiblemente para ellos sea un esfuerzo el hecho de tener que manifestarse en nuestro mundo, por lo que precisan algunos objetos que no pueden traer de su dimensión de origen. Además, se sabe que el comportamiento de los duendes dependerá de cómo son tratados por el hombre. Si le entregamos ofrendas e intentamos desarrollar un vínculo amistoso, ellos serán nobles y protectores, de lo contrario pueden llegar a ser criaturas potencialmente vengativas y hostiles. Por eso, muchos relatos hablan de "apaciguar" a los duendes, ya que en efecto ellos obtienen cosas que quizá no podrían conseguir de otra manera. Por lo general, las ofrendas van desde alimentos, licores, tabaco, flores y dulces, hasta joyas y minerales preciosos, principalmente oro. 

8. ¿Cómo saber si hay duendes en mi casa? A continuación adjunto una lista de antecedentes que podrían corroborar la presencia de duendes en un hogar:

- Objetos que desaparecen de forma inexplicable para luego ser encontrados en sitios impensados.

- Objetos que parecen moverse solos o que cambian de lugar sin intervención humana. 

- Ruidos inexplicables tales como risas, susurros, gritos y pasos ligeros, principalmente de noche. 

- Alteraciones en el jardín: plantas que aparecen trasplantadas, flores o hierbas que crecen de manera inusual o patrones en el césped que parecen haber sido alterados. 

- Luces que se prenden o se apagan, especialmente en habitaciones o áreas donde no hay nadie presente para operar los interruptores. Lo mismo aplicaría para una televisión o una radio.

- Cambios en la temperatura. En este caso, pueden notarse algunos cambios repentinos en la temperatura de ciertas habitaciones o áreas de la casa.

- Animales temerosos: Algunas veces, los animales parecen reaccionar o interactuar con algo invisible, mostrando un comportamiento atípico, como mirar fijamente hacia un punto o actuar de manera nerviosa en ciertas áreas de la propiedad. 

- Sueños o presencias visuales: Algunas personas pueden tener sueños recurrentes con figuras pequeñas o experimentar breves avistamientos de sombras o formas humanoides y diminutas.

- Cambios en el estado de ánimo o energía: Sentir una atmósfera cargada o cambios en el estado de ánimo que no se pueden explicar fácilmente, pueden ser indicativos de la presencia de energías o entidades no físicas, incluyendo duendes. 

- Ofrendas o regalos inusuales: Algunas personas afirman que los duendes pueden dejar pequeños obsequios en algunos puntos del hogar. Estos duendes serían obviamente de una naturaleza positiva, y estarían intentando establecer una relación amistosa con nosotros, o bien, "premiarnos" por algo que ello consideren digno de premiación.

Como vemos, varios de los puntos en la lista podrían ser confundidos con la presencia de otra clase de seres, como espíritus, fantasmas, demonios o larvas astrales, sobre todo si consideramos el tema de la actividad poltergeist (objetos que se arrastran y se mueven solos, televisores o luces que se apagan, etc.).

Esto confirma que los duendes poseen efectivamente una naturaleza de carácter sobrenatural, y que podrían estarse manifestando desde otro plano de existencia.

Es más. Tanto fantasmas, demonios, espíritus, y otras entidades, al provenir de dimensiones distintas a la nuestra, enfrentan grandes dificultades para manifestarse entre nosotros. Es por ello que, por lo general, tienden a mover objetos livianos, apagar luces, tocar cuerdas de guitarra o teclas de piano, u otros actos que involucren un menor esfuerzo. No esperes que un fantasma te levante por los aires. Ellos siempre operan de manera sutil, considerando el esfuerzo que dicha acción implica. 

Es probable que los Dioses, semidioses y Orishas, pertenecientes a una escala jerárquica superior, puedan efectuar cambios más intensos en nuestro plano, al igual que los santos y los bodhisattvas. Pero los fantasmas, espíritus, demonios o larvas, son mucho más sutiles. ¿Y los duendes? ¿Dónde dejamos a los duendes? Puede que los duendes se encuentren en una escala más intermedia, pero que sigue perteneciendo a una orden sobrenatural ajena a nuestro mundo. 




  • Fuentes de Atestiguamiento


Las fuentes de atestiguamiento más antiguas sobre entidades similares a los duendes o seres de naturaleza similar, varían según las culturas y regiones del mundo. 

Aquí dejo algunos ejemplos. 

En la antigua cultura grecorromana, encontramos el caso de los "Lémures" y de los "Lares", descritos como espíritus del hogar y de la vida doméstica, algunos de índole positiva, y otros de naturaleza perversa.  

Y si bien es cierto que existen algunas diferencias con la clásica imagen de los duendes, tanto Lémures como Lares operan de manera idéntica.

Los Lares eran invocados y venerados con el fin de obtener protección y buena fortuna, ya que se les consideraba entidades muy poderosas y positivas, pudiendo ser invitados al hogar para instalarse como custodios.

Los devotos se encargaban de instalar pequeños altares domésticos para este propósito (un "lararium"), creyendo en la capacidad de los Lares para proteger a los residentes de la casa y de velar por su bienestar. En términos generales, a los Lares se les debía entregar ofrendas que incluyesen trigo de espelta, guirnaldas de cereales, tortas, miel, uvas, joyas, vino, incienso, monedas, minerales, e incluso se sacrificaban animales en su honor. Además, en la Antigua Roma se llevaban a cabo dos importantes celebraciones en fechas que se consideraban especialmente auspiciosas para agradecer a los Lares, el 1 de  mayo, y el 1 de agosto.

Los Lares también estaban asociados con los campos y la agricultura, y se les consideraba protectores de las tierras cultivadas, de los bosques y de las propiedades familiares. Por ello también se les solía llamar "custodes agri", es decir, "guardianes de los campos".

Como podemos apreciar, la similitud entre Lares y Duendes resulta enorme y significativa.

E incluso, si los moradores de un hogar no le proporcionaban a los Lares un altar religioso ni atendían sus necesidades, entonces, esos moradores no debían esperar recompensas ni buena fortuna a cambio. Es decir, los Lares eran capaces de protegerte siempre y cuando ellos obtuvieran algo a cambio. Sean fuerzas, energías, u objetos materiales, los Lares no protegerían a la familia. Algo similar puede ocurrir con los duendes. 



Un Lararium, el altar en honor a los Lares


Muy por el contrario, los Lémures fueron descritos como seres maliciosos y negativos que se instalaban en un hogar para generar discordia y caos, como si fuesen una versión errante, malévola e insaciable de los Lares. E incluso, también se afirmaba que los Lémures eran almas en pena que regresaban a nuestro mundo para atormentar un hogar y a sus moradores. De hecho, el término "lemur" está relacionado con la raíz indo-europea "lem", que significa "gritar" o "lamentar".

A diferencia de los Lares, los Lémures debían ser repelidos, y para ello, las personas realizaban diversos tipos de rituales o ceremonias de limpieza con el fin de espantar a estos seres. Incluso, si se sospechaba de Lémures, las personas debían realizar ofrendas de objetos negros, ya que se decía que este color satisfacía sus necesidades y/o los mantenía alejados.

Si se creía que la casa de alguien estaba infestada por Lémures, entonces, los dueños del hogar realizaban esta especie de ceremonia de purificación, o incluso, lo que podríamos entender como un exorcismo con tal de espantarlos.  



Los Lémures podrían ser el equivalente negativo y malicioso de los duendes

Tanto los Lares como los Lémures estaban arraigados al hogar. Los primeros tenían una naturaleza guardiana y protectora, y los segundos una maliciosa y perversa. Curiosamente, estas dos características son propias de los duendes, ya que muchos son presentados y descritos como seres guardianes, y otros, como entidades perversas que se deben alejar o evitar.

Entonces, es posible que Lares y Lémures sean parte de una misma raza, por decirlo de algún modo, o la forma en que los antiguos grecorromanos entendieron a los duendes. 

Como dato curioso, el nombre del lémur, el primate endémico de Madagascar, deriva precisamente de estas entidades negativas, pues en los textos romanos se describe que dichos espíritus se manifestaban principalmente de noche. Entonces, los naturalistas europeos terminaron adoptando este título para bautizar a esta clase de primates de hábitos netamente nocturnos.



Al centro, un genio, a los costados, dos Lares


En el antiguo folclor irlandés tenemos el caso de los leprechauns, conocidos por su obsesión con el oro y por su naturaleza impredecible y traviesa, lo que les otorga la fama de ser entidades poco fiables. 

El término "leprechaun" deriva etimológicamente de "luchorpán", una antigua palabra irlandesa que significa "cuerpo pequeño". También se piensa que pudo haber derivado de "leith bhrogan", que podría traducirse como "medio zapato", en referencia a su porte.

En efecto, los leprechauns son descritos como seres humanoides y de pequeña estatura, generalmente vestidos con trajes verdes con el fin de pasar desapercibidos en los lugares boscosos. Los leprechauns suelen tener largas barbas y sombreros de copa, y son especialmente conocidos por su comportamiento travieso y juguetón. De igual modo, los leprechauns tienen muchas habilidades sobrenaturales, como la de hacerse invisible, crear ilusiones, o desaparecer rápidamente cuando son observados, tal como acontece con la imagen clásica de los duendes. Los leprechauns también serían hábiles artesanos, y se dice que pueden fabricar zapatos y pipas con suma presteza, entre otros utensilios.


Representación de un Leprechaun


Para continuar con las coincidencias, se afirma que los leprechauns tienen una obsesión particular por el oro, lo que nuevamente nos recuerda a la descripción de los duendes. 

Se dice que los leprechauns buscan, minan y roban este mineral, o que incluso lo piden a cambio de favores.

En Irlanda y otras partes de Europa, como Escocia y Gales, en donde los leprechauns son bien conocidos, abundan relatos y rumores sobre antiguos tesoros enterrados por estos duendes en regiones inhóspitas, pues, en su afán por acumular este precioso mineral, lo entierran tras haberlo encontrado, minado o robado. La famosa historia de la olla con monedas de oro al final del arcoíris tiene su origen en el corazón de Irlanda, teniendo a los leprechauns como protagonistas.

¿Cuál es la razón de que un leprechaun acumule oro? Como hemos mencionado, es posible que el oro sea un mineral que les proporcione energía para poder manifestarse y subsistir en este plano, siendo un objeto aún más poderoso que cualquier otro tipo de objeto destinado a ofrendas. O puede que incluso este mineral lo transporten a su lugar de origen por razones que desconocemos.

¿Por qué Yahvé en el Antiguo Testamento solicitaba enormes sacrificios de animales como ofrenda? Lo mismo acontece con Zeus, con Huitzilopochtli, Thor, Mitra, Amón, Quetzalcóatl, etc. 

¿A qué voy con esto? A lo largo de la historia los Dioses y otras entidades divinas o sobrenaturales han solicitado diversos tipos de ofrenda, incluyendo minerales y sangre. Los humanos, en su devoción y respeto, cumplían con el mandato. Las ofrendas eran puestas en altares o en holocaustos, y se efectuaban sin miramientos. No sabemos cómo era que estas entidades tomaban (y toman) estas ofrendas, probablemente utilizándola a nivel energético, e incluso, puede que el mismo miedo de los animales, o en algunos casos de los humanos, así como el éxtasis de los devotos y verdugos, generen una cuota adicional de alimento para estos seres. Porque al final de cuenta, todos los objetos de ofrenda permanecen en el altar hasta que son removidos, pero de alguna u otra forma estas entidades logran aprovecharla. 

En el caso de los duendes ocurriría algo similar. Piden oro, buscan oro, necesitan oro, se apaciguan con oro. Pero no podemos encontrar una razón que satisfaga la interrogante. 

Es más, el mismo Yahvé, o Jehová, solicitó en múltiples ocasiones ofrendas de oro. En el libro del Éxodo, Yahvé instruyó a Moisés para que recibiera ofrendas voluntarias del pueblo para la construcción del Tabernáculo. Estas ofrendas incluían oro, plata, bronce, piedras preciosas y otros materiales. El oro se usó especialmente para los utensilios sagrados dentro del Tabernáculo, y no olvidemos que la mismísima Arca de la Alianza estaba hecha con este mineral. En el libro de Reyes, durante la construcción del Templo de Salomón, Yahvé también solicitó contribuciones de oro y otros materiales preciosos para construir el interior y el exterior, incluyendo los altares y los utensilios ceremoniales. En algunos salmos y pasajes poéticos, se menciona el oro como una ofrenda de adoración y alabanza a Yahvé. 

Pero... ¿Por qué?




En Alemania tenemos el caso de los Kobold, que curiosamente, dieron origen a la palabra para designar al cobalto, uno de los elementos de la tabla periódica.

Durante la Edad Media, los mineros en Alemania a menudo encontraban minerales que parecían contener valiosos metales como el cobre o la plata, pero que en realidad no los contenían. En lugar de los metales esperados, estos minerales liberaban gases tóxicos y arsénico cuando eran sometidos a un proceso de fundición. Debido a la frustración y los peligros asociados con estos minerales, los mineros comenzaron a llamarlos "kobold ore" (mineral de los kobold), atribuyendo la presencia de estos minerales engañosos a la acción de los duendes, que en la cultura y tradición alemana, al igual que en los casos anteriores, también serían descritos con una naturaleza juguetona, traviesa y engañosa.

Etimológicamente, la palabra "kobold" proviene del alemán medieval "kobe", que significa "cobertizo" o "casa", y "hold", que significa "gobernar" o "poseer". Por lo tanto, "kobold" podría traducirse como "dueño de casa", teniendo exactamente el mismo trasfondo del duende español.

En Alemania, los kobolds son descritos como espíritus traviesos que protegen un hogar, aunque les gusta burlarse de sus moradores, eso sí; sin causar mayores daños. También se dice que, junto con los Elfos, pertenecen a una escala jerárquica de poder, pero que es inferior a la de seres superiores como los Dioses (similar a lo que indica Freixedo). 

Se sabe que los kobolds gastan bromas a la gente y que están constantemente haciendo ruido una vez que se manifiestan, aunque, por lo general, son invisibles. Entre sus otras capacidades, está la de tomar la forma de un animal, o la de un ser humano bajo parecido a un niño. También hay muchos relatos que constan la presencia de kobolds en barcos; dedicándose a molestar a los marineros y a cambiar las cosas de lugar, causando confusión. Sin embargo, cuando un kobold era avistado en un barco, los marineros lo agradecían, ya que lo interpretaban como una señal para tomar precauciones ante posibles contratiempos o tormentas. Por lo tanto, un kobold era considerado un presagio de peligros o como una especie de alerta.

La férrea creencia náutica de los kobolds en altamar, dio origen a al Klabautermann, una especie de duende netamente relacionado con los barcos y la navegación. 

¿Podría ser que esta clase de duendes pertenezca en realidad al elemento agua? 



Un Kobold o Klabautermann en la popa de un barco


Retomando el tema de las minas, los mineros alemanes creían en la existencia de kobolds subterráneos que se consideraban portadores de mala suerte, capaces de provocar el deterioro de los minerales y de generar la aparición de impurezas.

Como veremos más abajo, los duendes en términos generales, suelen estar fuertemente asociados con las minas. 

En el campo, en jardines o entornos rurales, si las personas trabajan de manera metódica en el cuidado de sus plantaciones, con un verdadero amor y cariño, los kobolds podrían manifestarse para bendecir y proteger los cultivos, dotándolos de salud, fuerza y prosperidad.


Representación de un Kobold


En Perú, los duendes son conocidos como "muquis," y se cree que habitan en las minas de los Andes y otros sectores inhóspitos de la región. 

Los muquis custodian los minerales y pueden ayudar o dificultar el trabajo de los mineros, dependiendo de cómo se les trate.

Etimológicamente, el término deriva de "murik", palabra quechua que significa, dependiendo del contexto, "húmedo" o "asfixiante", haciendo hincapié en el entorno en que viven.  



Estatua de un muqui. Producto de su asociación con las minas, se le suele retratar con atributos y ropaje de minero


Los muquis son descritos como seres pequeños, con orejas puntiagudas y piel cobriza. Se afirma que su comportamiento suele ser juguetón y travieso, gustando de asustar a los viajeros, de gastar bromas pesadas a las personas que se aventuren en las montañas, o de esconder o robar objetos. También son temidos y respetados al interior de las minas. Muchos mineros los saludan simbólicamente antes de entrar en una.  

Incluso, en muchas partes rurales del Perú, muy especialmente en las minas y en zonas montañosas, hay pequeños altares en donde las personas dejan sus ofrendas de tabaco o de comida como muestra de respeto, y así, evitar su malicia. Lo mismo acontece en muchas regiones de Bolivia, en donde la existencia de duendes, especialmente en regiones montañosas o con abundantes minas, impera.



Mineros al lado de un altar en honor al duende o diablillo de la mina. Esta práctica se extiende a lo largo de casi todo Perú y Bolivia


Cuando el cristianismo llegó a Perú, los clérigos argumentaron que los muqui son espíritus de niños abortados o que murieron sin recibir bautismo. Claramente, este argumento sería una forma de sincretizar o incluso de demonizar a las creencias de los nativos, pero que reafirma la existencia de estos seres en la región.

Incluso, en el poblado de Auquipampa, en la provincia de Huamalíes, se ha descubierto una pequeña ciudadela o micrópolis de piedra, que según aseguran los locales, corresponde a un antiguo asentamiento de duendes.  La estructura de las ventanas, los ductos de ventilación, las puertas, los techos y los pisos revelan una precisión y dedicación excepcionales. Cada habitación está a su vez interconectada por pasillos que muestran ángulos perfectamente elaborados, indicando claramente que quienes construyeron esta ciudadela lo hicieron con la intención de habitarla.

No puedo asegurar la legitimidad de esta obra o ruina, pero sí la menciono por el hecho de que los habitantes de la región la relacionen inmediatamente con la presencia de duendes, lo que refleja su profundo impacto cultural.




En México y Centroamérica, los duendes son ampliamente conocidos como "aluxes" y "chaneques".

El término "chaneque" proviene del náhuatl, significando "habitante de lugares peligrosos", en referencia a los sitios en donde comúnmente son avistados; bosques, montañas, campos, cuevas, y la intemperie en general. Por su parte, el término "aluxe" proviene de la lengua maya, y significa "hombrecillo del bosque". 



Aluxes y Chaneques en artefactos precolombinos


A estas entidades se les atribuye una conexión profunda con la naturaleza, y se consideran protectores de ciertos lugares, como los bosques y cuerpos de agua, a los cuales suelen estar muy aferrados. Sin embargo, también se dice que poseen un comportamiento bastante hostil, travieso y malicioso, por lo que no dudan en jugar bromas, en robar objetos, en molestar a las personas y a los animales, o incluso, según muchos reportes que he leído: intentan secuestrar bebés. En más de una ocasión he visto testimonios de personas mexicanas y centroamericanas que han tenido algún tipo de experiencia similar. Y con esto no quiero demonizar la imagen de los aluxes o chaneques, pero algunos, de naturaleza evidentemente negativa, han estado involucrados en incidentes similares. 

Por ello, para mantener la paz con estos seres, es común que las personas realicen ofrendas como alimentos, tabaco, minerales, dulces, o pequeños regalos con el fin de apaciguar su comportamiento travieso, y así, fomentar una coexistencia armoniosa. 

Al igual como ocurre con los clásicos duendes, la presencia de aluxes o chaneques en una casa se manifiesta a través de diversos fenómenos inexplicables. Por ejemplo:

- Se escuchan sonidos extraños, como risas y murmullos en mitad de la noche o cuando no hay más personas en el hogar.

- Objetos que se mueven o que cambian de sitio sin razón aparente. 

- Puertas y ventanas que se abren y se cierran solas.

- Luces que parpadean sin motivo.

- Animales inquietos, sean de granja o de compañía.

- Sensación general de que alguien invisible está merodeando por la casa.

En algunas comunidades, es común construir pequeñas casas para los aluxes, ya sea en jardines o sitios parecidos. Estas casitas actúan como hogares para los aluxes y demuestran el respeto y la consideración de los humanos hacia estos seres. A cambio, los aluxes protegen la propiedad y aseguran la prosperidad de la tierra. De igual modo, se afirma que los aluxes y chaneques se mostrarán especialmente afables y nobles con las personas que conviven en armonía con la naturaleza.



Escultura ubicada en el "Páramo de los Duendes", en la localidad de Huaquechula, Puebla. Este sitio cuenta con decenas de esculturas y pequeñas aldeas que emulan una sociedad de duendes


En la tradición gallega, principalmente al norte de España y Portugal, además del duende clásico también existen los trasgos, criaturas traviesas de hábitos nocturnos que, al igual que los duendes, efectúan bromas, cambian cosas de lugar, roban objetos, molestan al ganado, arrastran muebles, e incluso, siguen a una persona para luego desaparecer al momento en que el individuo se percata de la extraña presencia. También se narra que pueden tomar forma de animal y que tienen la capacidad de hacerse invisibles. 

Por su puesto, hay relatos de familias que, luego de mudarse, siguen siendo perseguidas o acosadas por el mismo trasgo, lo que refuerza la idea de que pueden manifestarse en diferentes lugares, sin limitaciones físicas.
 
De allí que "trasgo" derive del latín "transgredi", es decir, transgresor. 



Representación del Trasgo o Duende de Monte Tejas, norte de España


En Inglaterra tenemos el caso de los pixies, descritos como hombrecillos pequeños, juguetones, traviesos, y que, al igual que los duendes tradicionales, llevan a cabo bromas inofensivas pero molestas. 

Sin embargo, cabe decir que los pixies suelen tener estaturas mucho más bajas, llegando a medir unos pocos centímetros de altura. 

En apariencia, los pixies suelen tener rasgos infantiles y muy pulcros, además de poseer orejas puntiagudas y ropajes elaborados a partir de hojas y otros elementos naturales, lo que les sirve para mezclarse con el entorno boscoso en donde prefieren habitar. 

Los pixies también premian a quienes tengan consideración con la naturaleza y/o le entreguen ofrendas, aunque castigan y molestan a los que sean negligentes o descuidados. 

Desde tiempos antiguos, se cree que los pixies habitan o proceden de lugares subterráneos, especialmente de los grandes túmulos que abundan en la región. También se piensa que frecuentan sitios sagrados y megalíticos de la antigua Europa, como los crómlechs, dólmenes y ringforts.



Pixies


Y así podría seguir dando ejemplos sobre la presencia de duendes alrededor del mundo. 

En la mayoría de los casos, solo varía el nombre según el idioma local, pero siguen conservando las mismas características, atributos, poderes y modus operandi. 

Esto reafirma la idea de que los duendes, o son elementos y fuerzas de la naturaleza, o son seres ajenos a nuestro plano, proviniendo de uno completamente diferente. Pero en ambos casos, se trataría de seres con capacidades sobrenaturales. 


  • ¿Es bueno tener imágenes o estatuas de Duendes en casa?

El feng shui enseña que las imágenes pueden tener un poderoso impacto en nuestro entorno y bienestar. 

Las representaciones religiosas, como estatuas de deidades o símbolos sagrados, se consideran canales de energía positiva que pueden influir en la armonía y el equilibrio dentro del hogar, ya que además, dichas imágenes no son únicamente objetos de devoción o superstición, sino que, al ser elementos con siglos o incluso con milenios de antigüedad y uso, podrían tener el poder de canalizar la fe y las intenciones de su usuario, y también de conectar con fuerzas espirituales o cósmicas. De allí que desde los tiempos más remotos las religiones y tradiciones místicas de todo el mundo prediquen la importancia de fabricar altares y de utilizar imágenes. 

Aunque de una naturaleza diferente a la religiosa, las imágenes de duendes también podrían jugar un papel significativo en el entorno doméstico. En diversas culturas, las estatuas de duendes se colocan para atraer buena suerte, protección, o para invocar la presencia de estas criaturas míticas, que se cree que pueden traer fortuna y alegría al hogar. La creencia en la influencia positiva de los duendes está arraigada en la tradición popular, en donde se les atribuyen poderes para ahuyentar las malas vibras y promover la prosperidad.

Entrelazando estas ideas, tanto las imágenes religiosas como las representaciones de duendes pueden ser vistos como medios para canalizar creencias y energías positivas en el entorno. Ambas tienen el potencial de influir en el estado mental y emocional de los habitantes, creando un espacio que no solo es físicamente armonioso, sino que también espiritualmente enriquecedor. 

Claro que hay muchas personas que, a través de imágenes, buscan captar entidades de otros mundos, y los duendes son una de las más utilizadas por los curiosos. En lo personal, esto no lo aconsejo, a menos que el usuario tenga las capacidades y el conocimiento necesario para manejar la situación. Por ejemplo, todos hemos escuchado historias de espíritus, fantasmas o demonios que tienden a manifestarse a través de muñecas, de juguetes, de peluches, o de otros objetos similares, incluyendo duendes. ¿Por qué? Porque estos objetos a menudo se consideran canales o receptáculos potenciales para la presencia de entidades, ya sea intencionalmente invocadas o involuntariamente atraídas por la energía emocional o espiritual del entorno, incluyendo la forma en que la persona se involucra con dicho objeto.

Sin embargo, es importante destacar que el manejo y la interacción con tales imágenes o representaciones, deben realizarse con respeto y cautela. La falta de preparación o conocimiento podría llevar a experiencias indeseadas o incluso peligrosas, especialmente cuando se trata de entidades que no se comprenden completamente o cuyas intenciones pueden ser ambiguas o adversas.

Si investigamos un poco, encontraremos historias de personas que han tenido que deshacerse de sus imágenes de duendes debido a experiencias negativas o perturbadoras. Por otro lado, también hay quienes apoyan y motivan la colección y el uso de estas imágenes por ser tremendamente positivas y enriquecedoras.

En este tipo de temas nunca vamos a encontrar una respuesta concluyente.

Al fin de cuentas, son muchos los factores que podrían influir en ello, como por ejemplo: la persona y sus intenciones, el entorno, la energía del lugar, la influencia de personas ajenas, la interacción, etc. 

Pasa absolutamente lo mismo con imágenes positivas o amuletos. No por tener una estatua de Buda, de Jesús, de Ganesha, o una cruz, un ojo turco, un gato de la suerte o tetragramatón, significa que automáticamente vamos a recibir fortuna, protección y prosperidad. Como tampoco significa que si tenemos imágenes negativas, como demonios, es porque inmediatamente se manifestarán entre nosotros. Para ambos casos se necesitan rituales y ejercicios de activación. De hecho, la efectividad de estas imágenes radica en la intención con la que se colocan y la conexión espiritual que se establece con ellas.

Algunos individuos pueden haber sentido la necesidad de desprenderse de las representaciones de duendes debido a fenómenos inexplicables o eventos perturbadores. 

Por otro lado, hay quienes valoran y utilizan estas imágenes como herramientas para cultivar una conexión espiritual, invocar protección o simplemente como parte de una colección personal significativa. 

Entonces, si tu deseo es coleccionar duendes o tenerlos como adorno, o incluso como objetos de culto y espiritualidad, te dejo una lista de recomendaciones:

- Investigación previa: Antes de adquirir imágenes de duendes, investiga sobre su significado cultural y simbolismo. Comprender su contexto te ayudará a manejarlas con respeto y comprensión. Además, es usual que cada duende vaya adornado con diferentes símbolos, colores o accesorios que emanen un tipo diferente de significado, por lo que debes tenerlo muy en cuenta. Conoce a tu duende y aquello que representa o busca transmitir.

- Intención clara: Define claramente por qué deseas tener la imagen de un duende. Ya sea por decoración, creencias espirituales o conexión con la naturaleza, tener una intención clara puede influir en cómo interactúas con la imagen.

- Calidad y autenticidad: Asegúrate de adquirir imágenes de duendes de calidad y autenticidad. Evita réplicas baratas o de dudosa procedencia, ya que la calidad del material y la manufactura pueden afectar la energía que transmiten.

- Lugar apropiado: Coloca la imagen del duende en un lugar apropiado y respetuoso. Según el feng shui y otras tradiciones, algunos lugares pueden ser más propicios para ciertos tipos de energía, así que considera esto al elegir su ubicación, o incluso, la cardinalidad (esto es muy importante en religiones como el hinduismo y el budismo).

- Mantenimiento y cuidado: Trata la imagen con respeto y cuidado. Mantenla limpia y en buenas condiciones físicas. Esto no solo prolonga su vida útil, sino que también muestra respeto por la energía que representa.

- Conciencia de las energías: Sé consciente de las energías que la imagen del duende pueda atraer. Siempre mantén una actitud positiva y abierta, pero también sé sensible a cualquier cambio energético o emocional que puedas percibir en el ambiente donde está colocada la imagen.

- Educación continua: Continúa educándote sobre el simbolismo y las prácticas asociadas con los duendes y otras entidades similares. Esto te ayudará a profundizar tu comprensión y manejo de la imagen de manera más efectiva.

- Conexión con la naturaleza: Dado que los duendes están estrechamente asociados con el mundo natural, podrías dedicarte a realizar tareas de jardinería y paisajismo, animándote a colocar tus duendes en espacios especialmente diseñados para este fin. Si un jardín no es viable o no se encuentra dentro de tus posibilidades, puedes crear un pequeño entorno natural dentro de casa, dejándole a tu duende plantas, frutas, hierbas, flores, rocas, y otros objetos naturales, similar a un altar verde. 



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