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domingo, 16 de junio de 2024

Gigantes en la antigüedad: una raza de semidioses y hombres... ¿extintos?


Los gigantes se han convertido en la piedra angular de los mitos, leyendas y tradiciones de casi cada cultura en la Tierra. 

En muchos casos, esas narrativas han proseguido, no disminuidas e inalteradas, durante varios milenios. Tales mitos a menudo describen a una civilización gobernada por gigantes, que es destruida y finalmente olvidada. Sólo el mito y la leyenda ahora sobreviven para ayudarnos a descifrar los secretos de aquel capítulo olvidado de la historia humana.

A modo de vestigio podemos encontrar pruebas sólidas sobre la existencia de una antigua raza de gigantes, algunas veces descritos como Dioses; como descendientes de los Dioses; o incluso como criaturas híbridas que comparten diversos mestizajes. 

Estos gigantes sufrieron un proceso gradual de extinción por la endogamia y por eliminarse en innumerables guerras, y sus recuerdos han pervivido en forma de leyendas. Pero sin duda alguna, genes de ellos sobreviven en el genoma de algunas personas dispersas por el mundo.

En la presente publicación haremos un repaso a dichos vestigios en las diferentes culturas de la antigüedad.




Desde los albores de la humanidad, la búsqueda de respuestas sobre nuestro pasado ha sido una empresa fascinante y compleja. En esta exploración, nos encontramos con un enigma intrigante que ha capturado la imaginación de investigadores y entusiastas por igual: la posible existencia de una raza de hombres gigantes, y son múltiples las pruebas, tanto artísticas, literarias y arqueológicas, que respaldan esta idea.

Este relato de hombres gigantes trasciende fronteras geográficas y culturales, encontrando eco en narrativas ancestrales que se entrelazan en todas las regiones del mundo. Desde las crónicas de la antigua Mesopotamia y la India, hasta las leyendas de los pueblos precolombinos, pasando por las epopeyas de la Antigua Grecia, Egipto y China, y los mitos de la tradición nórdica, las descripciones de estos seres colosales son consistentes en su atribución de poder, influencia y dominancia. Se les vincula estrechamente con las élites gobernantes, las dinastías reales y los eventos trascendentales en la historia de la humanidad, sugiriendo una conexión intrínseca entre su presencia y los momentos clave de la evolución cultural y política de las civilizaciones antiguas. 



La diversidad de interpretaciones sobre los gigantes añade una capa adicional de misterio a este enigma ancestral. Algunos relatos los describen como seres híbridos o mestizos, nacidos de la unión entre humanos y deidades, o incluso de ángeles caídos.

Esta visión sugiere una conexión divina y una herencia sobrenatural que los eleva por encima de la humanidad común y corriente, dotándolos de habilidades y atributos excepcionales. Por otro lado, existen narrativas que los presentan como entidades que descendieron directamente de los cielos para gobernar y regir sobre la Tierra. En estas historias, los gigantes son vistos como figuras celestiales, investidas de autoridad y poder divino, cuya presencia en la historia antigua se percibe como un legado de los Dioses o entidades cósmicas.

En esta vasta red de relatos, mi investigación busca discernir patrones, interpretar simbolismos y desentrañar significados ocultos que arrojen luz sobre la realidad histórica detrás de estas narrativas milenarias.



  • India


Con más de 6.000 años de historia ininterrumpida, la India es por lejos la civilización más remota que existe sobre el planeta Tierra, superando en antigüedad a naciones como China, Egipto o Sumeria. 

La sabiduría y el conocimiento indio se plasma en los diversos libros sagrados que componen su cosmovisión espiritual y religiosa, destacando títulos como el Mahābhārata, el Rāmāyaṇa, los Upanishads, los Purāṇas, los Āgamas, los Sutras y los Vedas.

A lo largo de la rica literatura hindú encontramos pasajes muy interesantes que nos afirman que en un pasado remoto existieron gigantes.

Revisemos algunos ejemplos que lo demuestran.

De acuerdo a los textos hindúes, hubo antiguamente un guerrero colosal y poderoso llamado Ghatotkacha, quien era igualmente uno de los principales comandantes del clan Pandava. 

Este gigante poseía una fuerza descomunal, pudiendo incluso cargar a varias personas sobre sus hombros. No existía de hecho ningún guerrero que pudiera hacerle frente en el campo de batalla, pues además de su imponente figura, Ghatotkacha era un experto en el uso de las mazas, además de poseer conocimientos en hechicería. 

Esto lo transformó en un soldado realmente imbatible, logrando causar importantes bajas en el bando rival durante la guerra del Mahābhārata, sembrando temor y mucho pánico entre las filas enemigas producto de su físico y destreza. 

Ghatotkacha fue un verdadero héroe del clan Pandava, pues venció a divisiones completas de hombres y cobró la vida de importantes generales del bando rival, entre ellos a Alambusha y Alayudha.

Ghatotkacha  obtuvo su nombre debido a la apariencia de su cabeza, que era completamente calva ("Ghatotkacha" se traduce del sánscrito como "calvo como una olla").

Después de varias campañas militares, Ghatotkacha finalmente muere asesinado a causa de un disparo que le atravesó el pecho.



Ghatotkacha  


La protectora que vigilaba la entrada al Reino de Lanka, fue una mujer gigantesca de nombre Lankiní, descrita como una demonesa colérica y poderosa. Esta gigantesca criatura servía a un tirano llamado Ravana, quien le encomendó la misión de impedir que cualquier extranjero ingresara a su región, pues temía que se infiltraran espías del reino Kishkindha.

Pese a su estatura y poderío, Lankiní fue derrotada por Hanumān, un Dios hecho hombre que, producto de su naturaleza divina: venció a la gigante con un golpe asentado con la punta de sus dedos.



Hanumān se enfrenta a Lankiní


Kumbhákarna fue otro gigante mencionado en los textos indios, siendo un guerrero brutal que también se hallaba al servicio del rey Ravana.

Kumbhákarna moraba en los interiores de una cueva cuyas paredes medían cerca de 5 kilómetros de extensión, y que con su imponente figura llegaba a eclipsar la luz del día.

Este gigante, similar a una montaña, desprendía un olor a tuétano y a sangre, y se dice que antes de combatir ingería un total de dos mil cántaros de alcohol.

Kumbhákarna asesinó a setecientos ocho mil soldados del ejército de Rāma y Hanumān, creando una verdadera carnicería en el campo de batalla y flaqueando el coraje de sus adversarios.

Finalmente, el gigante fue vencido por el Señor Rāma, quien logró amputarle los brazos y las piernas con disparos emitidos a través de su arco divino.



Rāma vence a Kumbhákarna 


El ya mencionado tirano rey de Lanka, Ravana, fue igualmente descrito un gigante.

Los textos nos cuentan que Ravana tenía una figura excepcionalmente alta e imponente, midiendo alrededor de 60 pies o 18 metros.

Ravana fue el antagonista del Rāmāyaṇa, liderando una cruenta guerra en donde finalmente sería derrotado pese a su ejército y riqueza.

Ravana poseía una inmensa fuerza física. Se creía que era invencible en combate, además de poseer un conocimiento muy profundo en magia negra y en el uso de armas de aniquilación masiva.

Se le conocía como el "rey de los demonios" y el "rey de los titanes", pues a su servicio se hallaba un gran número de soldados con imponentes figuras, destacando a Lankiní y Kumbhákarna.

De hecho, Kumbhákarna y Ravana fueron hermanos.

A Ravana se le representa alegóricamente con 10 cabezas y 20 brazos debido a su maldad, poder y conocimiento.

Finalmente, sería derrotado y asesinado por el Señor Rāma tras un arduo combate.



Ravana 


"Los 10 guerreros gigantes" también conforman una contundente evidencia que nos transmite la existencia de estos seres en la región del subcontinente indio.

De acuerdo a dicha historia, en un pasado remoto, más concretamente en el siglo II antes de nuestra era, hubo un conflicto bélico entre el rey Ellāḷaṉ y el príncipe Dutugemunu, quienes moraban en el Reino de Anuradhapura, ubicado en la parte sur de Sri Lanka. Esta región en aquel minuto se dividía en varios principados con sus respectivos gobernantes, pero todos le debían pleitesía al rey Ellāḷaṉ.

Ellāḷaṉ era un rey de ascendencia india cuyos predecesores llegaron a Sri Lanka para tomar el poder sobre el trono local.  

Dutugemunu creía que era su deber unir los reinos divididos de Sri Lanka y restaurar la soberanía del pueblo cingalés.

A pesar de los numerosos desafíos y obstáculos, el ejército de Dutugemunu creció en fuerza y ​​número, ganándose el apoyo de muchos principados.

La historia nos afirma que entre las filas del príncipe Dutugemunu, existieron 10 guerreros gigantescos y temibles que rondaban los 3 metros de altura, siendo además poseedores de una fuerza incomparable y descomunal.

Precisamente, Dutugemunu se encargó de enlistar a dichos guerreros, pues sus hazañas eran famosas en la región.

La batalla decisiva entre Dutugemunu y el rey Ellāḷaṉ tuvo lugar cerca de las orillas del Tissa Wewa, un gran embalse en Anuradhapura. La batalla fue feroz y reñida, con ambos bandos mostrando gran destreza.

En un giro dramático de los acontecimientos, Dutugemunu logró derrotar al rey Ellāḷaṉ, poniendo fin a su reinado. Dutugemunu mostró un inmenso respeto por el rey caído y lo consideró un gran adversario, e incluso le construyó un monumento llamado Dakkhina Stupa, que aún se mantiene en recuerdo de aquel épico encuentro que todavía se narra en Sri Lanka.

En cuestión, los 10 gigantes fueron:

1. Nandhimtra: Se dice que tenía la fuerza de diez elefantes y que era uno de los mahouts más hábiles de la región. De su infancia se afirma que arrancaba árboles de raíz con sus propias manos.

2. Suranimala: Un experto y ágil espadachín que blandía una espada gigantesca. Con su innata rapidez podía cubrir grandes distancias y saltear toda clase de obstáculos. También se desempeñaba muy bien con el arco.

3.  Gotaimbara: El más corpulento de los 10 gigantes, y a su vez el más bajo, destacando por su fuerza inigualable. Fue asignado como guardián de su aldea a muy temprana edad, desempeñándose como un excelente espadachín.

4. Theraputthabhya: De niño podía lanzar rocas que solo cuatro o cinco hombres adultos podían mover, y por ello fue designado como un guardia al servicio de su aldea. Sin embargo, Theraputthabhya prefería desempeñarse como un monje budista, resguardando los templos. 

5. Manabharana: Experto, atlético y hábil cazador que podía desplazarse sin dificultad alguna entre los bosques pese a su figura. Se decía que podía cazar jabalíes con sus propias manos. 

6. Velusumanna: Fue un jinete innato y domador de caballos, logrando montar y domar a las bestias más salvajes. 

7. Janjadeva: Otro cazador innato y de inigualable fuerza física, quien también cazaba animales con sus propias manos. Se decía que podía lanzar a los búfalos por los aires. 

8. Phussadeva: Arquero de renombre y experto tirador, cuyos disparos se comparaban con el destello de un relámpago. 

9. Mahasona: Famoso por su poderío físico. Su fama a temprana edad se debió al hecho de poder arrancar palmeras con sus manos y blandirlos como armas.

10. Labhiyavasabha: Este gigante poseía una fuerza titánica, siendo capaz de levantar rocas y enormes masas de tierra con facilidad. Esto le permitía construir tanques de riego y otras estructuras.


Otro gigante que vivía en el reino de Dutugemunu, fue Bulatha, famoso por haber construido el embalse de Sorabora Wewa. Usualmente se le recuerda como el undécimo gigante del grupo.

El legado de estos hombres continúa siendo celebrado y apreciado en el subcontinente indio, especialmente en Sri Lanka.



Los 10 gigantes de Sri Lanka


El caso anterior me recuerda a los gigantes de Cachemira, así como a otros gigantes chinos y mongoles de tiempos contemporáneos.




Bhima es otro héroe y guerrero importante, habiendo tenido suma relevancia en los eventos del Mahābhārata, y que siempre es ensalzado por su poderío físico y estatura, midiendo aproximadamente unos 8.8 pies, es decir; 2.7 metros.

Bhima pudo cargar a sus 4 hermanos al hombro, y corrió a lo largo de 30 millas en la jungla, derribando árboles y obstáculos con los pies. Se decía que Bhima tenía la fuerza de 10.000 elefantes.

En el campo de batalla, Bhima se desenvolvió como uno de los guerreros más hábiles, fuertes y exitosos, causando grandes bajas entre las tropas enemigas. Incluso, fue uno de los 12 hombres que sobrevivió a la guerra del Mahābhārata.

Bhima era el más alto de sus hermanos en al menos 1.5 codos, es decir: aproximadamente 50 centímetros. Por lo tanto, el resto de sus cuatro hermanos; Yudhishthira, Arjuna, Nakula y Sajádeva, debían de medir cerca de los 2 metros. 

Bhima se traduce del sánscrito como "temible" o "formidable". También se le conoce como el "asesino de elefantes", pues durante la guerra enfrentó y venció a un escuadrón completo de guerreros montados en estos animales. 

Cabe decir que Bhima fue el padre del ya mencionado Ghatotkacha; otro gigante de imponente figura y poder.



Bhima, el asesino de elefantes

Incluso, en Guddadahalli, cerca de Bangalore, se encuentran unas huellas fosilizadas gigantes que según la tradición local fueron dejadas por Bhima, el impetuoso guerrero que luchaba contra elefantes.




Otro relato sobre Bhima es su lucha contra Bakasura, un gigante caníbal aún más grande que él. 

Según narran los textos, Bakasura exigía que un pueblo ubicado en el actual Garhbeta, le entregara una cantidad específica de alimentos y víctimas humanas regularmente con tal de no asaltar las aldeas ni molestar a sus habitantes, lo que causaba gran sufrimiento y angustia en la comunidad.

Bhima, conocido por su valentía y fuerza física, decidió enfrentarse al caníbal para liberar al pueblo de su opresión. Después de una feroz batalla, Bhima logró derrotar a Bakasura, liberando así al pueblo de su tiranía y salvándolos de futuros tormentos. Esta hazaña se celebra actualmente con la festividad de Bhimana Amavasya, llevada a cabo en la última noche sin luna (Amavasya) del mes hindú de Ashada, que generalmente corresponde al mes de julio en el calendario gregoriano.



Bhima derrotando a Bakasura


En las escrituras hindúes podemos encontrar algunas referencias realmente brillantes sobre una cosmología que no se encuentra en ninguna otra civilización del mundo: la ley cósmica del "Mahā Yuga" o "Gran Ciclo".

Resulta que los textos sagrados del hinduismo nos explican que el cosmos entero se rige por una ley cíclica imperecedera en donde no existen comienzos ni finales, sino que muertes y renacimientos eternos, 
tal como afirma la ciencia moderna con la teoría del Big Bounce o Gran Rebote. 

El hinduismo nos dice que mientras el cosmos esté en su fase de desarrollo, el tiempo se dividirá en cuatro grandes eras que se irán sucediendo entre sí:


  • Satya Yuga o edad de oro (que dura 1.728.000 años)
  • Treta Yuga o edad de plata (que dura 1.296.000 años)
  • Dvapara Yuga o edad de bronce (que dura 864.000 años)
  • Kali Yuga o edad de hierro (que dura 432.000 años.)

La sucesión de estas cuatro eras resulta infinita; comienza son Satya y termina con Kali, y cuando esta última termina el ciclo se vuelve a reiniciar.

Nosotros actualmente nos encontramos cursando el Kali Yuga número 28 del actual año cósmico, también llamado "Año de Brahmā".

Como ya se mencionó, el ciclo parte con Satya Yuga, en donde la humanidad y los seres humanos son perfectos; no conocen la enfermedad, la penuria ni la muerte. En Satya Yuga impera la justicia, la armonía, la prosperidad y la hermandad entre todos los hombres, quienes poseen cuerpos perfectos y completamente saludables y desarrollados, incluyendo estaturas elevadas que actualmente no se encuentran, así como habilidades extrasensoriales que podrían catalogarse como mágicas o celestiales en nuestros tiempos, pues en aquel minuto el plano físico y el plano divino convergían entre sí. De igual modo, los seres humanos de aquel minuto tenían la capacidad de poder vivir a lo largo de siglos e incluso milenios, siendo casi inmortales. Vestigios de esto también se encuentran en otros textos, tanto en la Biblia como en los escritos mesopotámicos, en donde se narra que la gente de tiempos más antiguos solían vivir una enorme cantidad de años, incluso durante siglos.

Con el paso de los milenios, la civilización se fue corrompiendo poco a poco, tanto a nivel espiritual como psicológico y físico.

Entre una transición a otra hay un deterioro perceptible en la calidad de vida de sus habitantes, además de que siempre vienen acompañadas de crisis mundiales como guerras o desastres ecológicos.

En Treta Yuga por ejemplo, la segunda edad, los hombres ya no son como lo eran en Satya, pues sus cualidades y facultades han disminuido de forma drástica, al igual que las condiciones del ambiente y el clima, que ya no son perfectos. 

Treta Yuga es a su vez seguido por Dvapara Yuga, y así sucesivamente.

Así como cada metal precioso se vuelve menos puro y refinado, la transición entre un Yuga a otro refleja una degradación de la civilización.

Finalmente llegamos al Kali Yuga o Edad de Hierro, en donde la humanidad se impregna en caos, guerras, hambre, corrupción, avaricia, enfermedades, ignorancia, falsedad y violencia; el reino de la mentira se impone ante la verdad, y los hombres se matan mutuamente.  Los alimentos escasean y los desastres naturales son parte del día a día.

En Kali Yuga los cuerpos humanos son débiles, enfermizos, mortales, y son apenas un recuerdo de la grandeza que fueron milenios atrás. Con suerte, el humano del Kali Yuga podrá vivir unas cuantas décadas.

Como resultado de las guerras, los desastres mundiales y la caída de las civilizaciones entre cada yuga: la ciencia material y tecnológica lograda por los antiguos también se pierde para la humanidad sucesora. 

Es por ello que nuestros científicos modernos se hayan desconcertados sobre cómo algunos pueblos antiguos pudieron haber construido obras arquitectónicas tan complejas y aparentemente imposibles para la época, las cuales presentan un nivel de precisión increíble. 

Al final de Kali Yuga, la civilización llega a su fin. Posteriormente el ciclo se reinicia con las almas puras que permanecieron libres de pecado, comenzando un nuevo ciclo.

¿A qué quiero llegar con esto?

Muchos textos indios se ambientan en Yugas pasados. Por ejemplo, el Rāmāyaṇa toma lugar en el Treta Yuga, mientras que el Mahābhārata acontece justo entre la transición del Dvapara Yuga a Kali Yuga.

Por ello, los hombres que protagonizan dichas historias poseen características únicas, pues al pertenecer a eras pasadas seguían conservando parte de aquella chispa que actualmente se ha extinto.

La fuerza, velocidad, resistencia y habilidades de aquellos hombres todavía albergaban características de nivel sobrehumano, al igual que sus estaturas y esperanza de vida, superando incluso el promedio actual. 

Ravana, Lankiní, Kumbhákarna, y el resto de titanes vivieron en la época de Treta Yuga; Bhima y Ghatotkacha al final de Dvapara Yuga, y los 10 guerreros de Dutugemunu en los inicios de Kali Yuga. 

Coincidentemente, los 10 gigantes de Sri Lanka fueron contemporáneos a otros gigantes descritos por civilizaciones aledañas como la egipcia, la china, o la mesopotámica, pues todas ellas emergieron en los inicios de Kali Yuga. 

Y esta cosmología sirve de base para explicar la presencia no solo de gigantes sino que de cualquier otro personaje que ante nuestros ojos modernos pudiera ser sobrehumano o mágico.

Curiosamente, en Mesopotamia y Egipto por ejemplo también encontramos la abundante presencia de gigantes y hombres que tuvieron la capacidad de vivir durante siglos. ¿Por qué? Porque todavía albergaban la esencia de Yugas anteriores, actualmente perdidos.




  • Mesopotamia (Sumeria, Acadia, Babilonia, Asiria)


En Mesopotamia abundan los registros en donde se menciona la existencia de gigantes, así como de hombres con cualidades sobrehumanas que concuerdan con las escrituras indias. 

Sin embargo, a diferencia del hinduismo, la religión mesopotámica nos cuenta que sus Dioses fueron seres provenientes de las estrellas: los Anunnaki, una raza que llegó a nuestro planeta en un pasado remoto para colonizarlo.

La palabra "Anunnaki" es traducida de diferentes maneras, aunque las más aceptadas son:

1. "Descendencia de Anu en la Tierra"
2. "Descendencia de los Cielos a la Tierra"
3. "Los que descendieron del Cielo a la Tierra",

[Nota: Anu es el rey de esta raza de seres provenientes del espacio, y por ello se le llamó con este nombre, pues era la máxima figura entre el "Reino de los Cielos". Sin embargo, Anu obtuvo su poder tras haber derrocado a un rey anterior: Alalu. De aquí que los hombres conocieran a estos seres como "Anunnakis". Sin embargo, se desconoce el nombre real con el cual estos Dioses se catalogaban así mismos, lo que me recuerda a la negativa del Dios Yahvé en revelarse ante Moisés. Citando al gran Salvador Freixedo: pareciera ser que muchos Dioses del pasado evitaban revelar sus verdaderas identidades].

Los textos sagrados afirman que esta raza de seres, "Dioses" a la vista del hombre, convivió con los sumerios y sus antepasados, y que siempre fueron figuras de dominio y autoridad. 




De hecho, durante 241.200 años el planeta Tierra fue gobernado por 8 reyes Anunnaki provenientes de los cielos. Ellos fueron seres gigantes que todavía poseían la cualidad de vivir durante una extensa cantidad de tiempo. 

Estos reyes eran divinos, vivían largas vidas y fundaron las primeras dinastías monárquicas. 

Curiosamente, al final del reinado de estos 8 seres acontece un diluvio universal que barrió con los pueblos de aquel entonces. Posteriormente, una raza de semidioses y hombres se encargó de gobernar. Sin embargo, es notorio que poseían vidas mucho más breves (los efectos de la transición entre cada Yuga).

A continuación adjunto la sucesión de los 8 reyes Anunnaki que gobernaron sobre la Tierra, para que así observemos esta increíble escala temporal:

- El primero fue Alulim, cuyo reinado duró un total de 28.800 años.
- El segundo fue Alaljar, quien rigió a lo largo de 36.000 años.
- El tercero fue Enmenluana, quien gobernó por 43.200 años.
- El cuarto rey fue Enmengalana, con rigió por otros 28.800 años.
- El quinto rey Anunnaki fue Dumuzid, con 36.000 años.
- El sexto rey fue Ensipadzidana con un reinado de 28.800 años.
- El séptimo fue Enmendurana con 21.000 años.
- Y finalmente llegamos al octavo rey: Ubara-Tutu, que rigió por 18.600 años.

Tras este acontecimiento comienza el reinado de los semidioses, es decir, híbridos entre Anunnakis y mortales. 

El primer rey post diluviano fue Jucur, quien rigió por un total de 1200 años. 

Después le sigue Kullassina, que gobernó por 960 años.

El tercer rey fue Nanjiclicma, cuyo reinado duró 670 años.

El cuarto fue Entarahana, quien sostuvo el cargo por 420 años.

Como podemos apreciar, la duración de los reinados se redujo drásticamente después del diluvio universal, ya que los hombres comenzaron a tener vidas más cortas.

Es muy probable que este cataclismo se haya producido alrededor del año 12.000 - 10.000 antes de nuestra, cuando el planeta todavía se encontraba cursando las últimas instancias del Dvapara Yuga.

Es por ello que estos reyes, pese a su mortalidad, todavía podían seguir viviendo por siglos, pero no durante milenios como sus antecesores.

Y si seguimos avanzando en la lista de los reyes que gobernaron sobre la tierra se nos confirmará este hecho, pues en Kali Yuga la esperanza de vida se redujo drásticamente.

Los últimos reyes que se asentaron en los inicios del Kali Yuga tuvieron gobiernos extremadamente breves.

Por ejemplo, el rey Zambiya gobernó durante 3 años. Iter-pica gobernó durante 4 años. Ur-dul-kuga gobernó durante otros 4 años. Suen-magir gobernó durante 11 años, y Damiq-ilicu, durante 23 años. Si lo vemos desde una perspectiva moderna, corresponde a períodos de tiempo completamente normales a los de cualquier rey, emperador, Papa, etc. 

Los mesopotámicos fueron muy precisos al señalar la duración de los reinados, así como las características físicas de sus respectivos reyes.

Los Anunnaki siempre fueron descritos y retratados como seres gigantescos y de estaturas elevadas. Muchos reyes prediluvianos, incluso en los tiempos de Kali Yuga, siguieron conservando esta naturaleza.

En la siguiente estela se aprecia al rey acadio Naram-Sin (2.300 antes de nuestra era), venciendo a las tropas del Reino Lullibi, comandadas por el príncipe Satuni.




De hecho, este rey es siempre retratado como un gigante que pisotea a sus enemigos:




Tardunni fue otro gigante guerrero de la misma época, inmortalizado en el relieve de Darband-i Belula que lo muestra sometiendo a dos cautivos hurritas:




La siguiente estela, elaborada en roca volcánica dolerita, nos muestra al rey neoasirio 
Esarhaddon después de su victoria en contra del faraón Taharqa en el 671 antes de nuestra era.

Esarhaddon es siempre retratado como un gigante. A sus pies se aprecia al rey Abdi-Milkutti y al príncipe Ushankhuru.




El famoso Gilgamesh, una de las figuras más interesantes y destacadas de la literatura e historia mesopotámica, también fue descrito como un gigante.

De Gilgamesh se decía que fue un líder justo, así como un valiente guerrero, además de ser un ambicioso constructor que edificó magníficas murallas y gloriosos zigurats (pirámides escalonadas), aunque en un comienzo fue criticado por su arrogancia y despotismo. 

El reinado de Gilgamesh probablemente habría tenido lugar sobre la ciudad de Uruk en algún momento del Período Dinástico Temprano, es decir, entre el año 2900 al 2350 antes de nuestra era. 

La vida y aventuras de Gilgamesh se narran en la epopeya que lleva su nombre, siendo al mismo tiempo uno de los libros más antiguos de toda la humanidad, incluso anterior al Rig-Veda por unos 300 años.

Gilgamesh es descrito como un semidiós (dos tercios divino y un tercio humano) de fuerza insuperable, habiendo sido capaz de vencer a leones salvajes con sus propias manos. De hecho, usualmente se le representa cargando a leones adultos entre sus brazos como si fuesen simples cachorros.

Se decía que Gilgamesh era un toro entre hombres capaz de destruir murallas.

Su estatura fue de 17 pies, es decir, 5.1 metros. Incluso, su pie calzaba 3 codos: cerca de 135 centímetros.




Gilgamesh; el gigante de la Antigua Mesopotamia



Gilgamesh y el león


Humbaba fue otro gigante descrito en los textos mesopotámicos, retratado como un ser colérico y de aspecto desagradable que habitaba en las montañas y bosques. 

Humbaba y Gilgamesh protagonizaron una ardua pelea, saliendo victorioso este último.




El petroglifo de Sarpol-i Zohab también nos muestra una escena en donde apreciamos la existencia de gigantes, en esta ocasión al rey Anubanini de Lullubi en compañía de la Diosa Anunnaki Ishtar, quienes se encuentran sometiendo a un grupo de cautivos y esclavos que yacen desnudos.

Los textos de la Antigua Mesopotamia siempre recalcaron que los Dioses Anunnaki subyugaban al ser humano para utilizarlo en trabajos pesados y servidumbre, siendo la mano de obra que necesitaban para la ejecución de sus proyectos. Incluso, es como si hubiesen "adoptado" a un grupo de humanos para someter a otro. 

Es más, los Anunnaki se referían de forma peyorativa hacia la raza humana como "sag̃-gig-ga", que significa "gente con cabezas negras".




Jerjes, rey de Persia, era famoso por ser un verdadero gigante, sobresaliendo siempre en las representaciones artísticas por su imponente tamaño. 

El historiador Heródoto nos entrega la estatura precisa de aquel rey:

[...] Jerjes, un aqueménida por linaje, y el hombre más alto de toda Persia, poseía una estatura a la que le faltaban solo cuatro dedos de cinco codos reales, y su voz era la más fuerte sobre la Tierra".

Un codo real es un poco más de 20 pulgadas inglesas (52 cms), lo que hace que Jerjes tenga unos 8 pies de altura, es decir, 2.43 metros.

Jerjes fue el hijo menor de Darío el Grande, otro rey gigantesco cuya estatura era casi la misma.




La Inscripción de Behistun nos muestra a Darío el Grande sometiendo a un grupo de cautivos rebeldes que servían a Gaumata el mago, quien lideró la sublevación en contra de 
Cambises II.




El historiador judío-romano, Flavio Josefo, afirmó a finales del siglo I de nuestra era, que los amorreos, un pueblo que habitó sobre Siria y Canaán, fueron gigantes de elevada estatura, lo que indica que algún tipo de fósil pudo haber estado en exhibición en ese momento.

Josefo comentó:

"Por esa razón trasladaron su campamento a Hebrón; y cuando la habían tomado, mataron a todos los habitantes. Hasta entonces había quedado la raza de los gigantes, que tenían cuerpos tan grandes y semblantes tan completamente diferentes de los demás hombres, que eran sorprendentes a la vista y terribles al oído. Los huesos de estos hombres todavía se muestran hasta el día de hoy, a diferencia de cualquier pariente creíble de otros hombres"

En efecto, los amorreos fueron pueblos que surgieron de la región mesopotámica alrededor del año 3.000 antes de nuestra era, y que pulularon vastamente tras la fragmentación del Reino de Ur, que puso fin al poderío sumerio.

En la biblia hebrea se narra que los descendientes de los amorreos fueron seres gigantes que en aquel minuto habitaban la región de Argob y Basán. En Deuteronomio 3:11 y 13 se lee:


"Pues únicamente Og, rey de Basán, había quedado de los gigantes refaítas. Su cama, cuyo tamaño era de nueve codos de largo y cuatro codos de ancho [aproximadamente 4.11 metros de largo y 1.82 metros de ancho], estaba en Rabá, de los hijos de Amón [...] Ahora bien, a toda la región de Argob y Basán se la conoce como tierra de gigantes".




Los siguientes son relieves asirios de Nínive que datan del reinado del rey Asurbanipal (668 - 627 a.n.e.), los cuales nos muestran a un grupo de personas cuyas estaturas se encuentra a la par en comparación con las palmeras de fondo.





El siguiente relieve rocoso de origen hitita, nos muestra una escena en donde Tarḫunz el Conquistador se reúne con el rey Warpalawas. 

Tarḫunz es un Dios perteneciente al panteón Anunnaki, venerado como Deidad de las tormentas, del tiempo y del cielo. Entre los hititas era especialmente adorado por impartirle conocimiento a los hombres y por su cercanía con la realeza.




Este relieve en piedra caliza nos muestra a Sulumeli, el primer monarca de Asiria (2.000 a.n.e.) vertiendo una libación en honor a su Dios. 

Nótese la diferencia de tamaños en comparación con el hombre y el toro que se encuentran a mano derecha: 




El sello aqueménida de Zvenigorodsky retrata una escena en donde apreciamos a un gigante sometiendo a un grupo de cautivos; los de la izquierda se encuentran encadenados por el cuello, mientras que el de la derecha está siendo perforado con una lanza.  

La obra no lleva título, nombre ni descripción, por lo que sus protagonistas no han sido identificados. Estudiosos postulan que el gigante podría ser Darío el Grande o alguno de sus descendientes, como Jerjes o Artajerjes. 




Columna de Marduk-apla-iddina, rey de babilonia hacia el año 722 antes de nuestra era. Se le ve en compañía de un vasallo:




De igual modo, los mismísimos Dioses mesopotámicos, es decir, los Anunnaki, fueron siempre retratados con estaturas colosales.




  • Israel

En los libros hebreos encontramos un amplio compendio de relatos que apoyan la teoría de que en un pasado pululó una raza de gigantes sobre la Tierra, como también afirman los indios, los mesopotámicos, y tantas decenas de culturas más. 

El Antiguo Testamento por ejemplo nos habla sobre los "Nefilim", descritos como seres híbridos que descendieron de la unión entre humanos y ángeles caídos.  Génesis 6: 1-2 afirma:

"Cuando el hombre comenzó a multiplicarse en la faz de la tierra y les nacieron hijas, los hijos de Dios vieron que las hijas del hombre eran atractivas. Y tomaron como esposas a las que eligieron".


Se narra que los Nefilim poseen una fuerza excepcional y una estatura imponente y desproporcionada, generalmente representados como criaturas violentas y terribles; siendo hábiles guerreros y ocupando siempre puestos de poder, como reyes o guerreros (al igual como aconteció en Mesopotamia e India).

Además, el relato del Génesis también afirma que hubo gigantes tanto antes como después de que los ángeles caídos tomasen a las mujeres mortales, pues en el versículo 4 se lee:


"Y había gigantes en la Tierra en aquellos días, y también después, cuando los hijos de Dios se unieron a las hijas de los hombres, y ellas les dieron a luz hijos. Estos son los héroes de la antigüedad, hombres de renombre".


Por lo tanto, se infiere que hubo dos razas de gigantes. La primera, que es anterior a los Nefilim, y la segunda, que vino después tras la unión de ángeles y mujeres mortales.

Los primeros podrían hacer referencia a los gigantes de Mesopotamia, una región circundante al antiguo Israel, y con las cuales tuvieron contacto. De hecho, gran parte del canon religioso del judeocristianismo deriva de los textos sagrados de Mesopotamia.

Mientras que los segundos, los Nefilim, nacieron como un proceso de hibridaje entre criaturas de otro mundo (llámese Dioses, ángeles, etc.), y seres humanos. 

Debido a su gran estatura y fuerza, los Nefilim fueron líderes militares y reyes, estableciendo dinastías y ejerciendo una gran influencia sobre las sociedades de la época, además de ser bastante déspotas y coléricos.



El relato posteriormente afirma que la raza de los Nefilims pereció a causa del diluvio universal, sin embargo, en textos posteriores se afirma que el linaje persistió.  

En Números 13:32–33 por ejemplo, los doce espías informan que vieron gigantes en la región de Canaán:


"La tierra que fuimos a reconocer, es una tierra que devora a sus habitantes, y toda la gente que vimos en ella es de gran estatura. Vimos allí a los Nefilim, los hijos de Anak; gigantes que descienden de ellos, y a nosotros nos pareció que éramos como langostas; y así nos sentíamos ante sus ojos".


Anak y sus hijos (Ahiman, Shesai y Talmai) fueron gigantes de renombre en el antiguo Israel, generalmente llamados "Anakitas", y conocidos y temidos por su estatura y poder. 

Los Anakitas (curioso nombre; fonéticamente se asemeja  a la palabra Anunaki) gobernaron y pulularon sobre diversas tierras, como el sur de Canaán, Edom y Moab, aunque finalmente, de acuerdo al libro de Josué, los anakitas fueron derrotados y expulsados tras varias guerras sobre el norte y sur de Canaán, buscando refugio en otras regiones como Gaza, Asdod y Gat.

Y en Gat precisamente se narra que vivía Goliat, un temido y muy hábil guerrero de imponente estatura, principal cabecilla de las tropas filisteas. 

Muchos estudiosos concluyen que los gigantes filisteos como Goliat, fueron descendientes de los anakitas expulsados por Josué tiempo atrás.

Según el libro primero de Samuel, Goliat fue un gigantesco campeón filisteo que medía seis codos y un palmo, es decir, aproximadamente 3.50 metros. Goliat, confiado en sus capacidades y tamaño, le dijo al aterrorizado ejército de Israel que enviaran a su mejor guerrero para un combate mano a mano. Finalmente sería David, un joven pastor, quien aceptó el desafío y derrotó a Goliat con una honda y una piedra. Aunque de todos modos existe una contradicción en el relato, pues en el libro de Crónicas se afirma que Elhanan (un guerrero) fue quien aceptó el desafío  y venció al gigante.



Goliat, descendiente de los Anakitas, a su vez, de los Nefilim


Deuteronomio 2:10-11 también afirma la existencia de los Emitas, otra raza o pueblo de gigantes:


"Los emitas habitaron allí en otro tiempo, un pueblo grande y numeroso y tan alto como los Anakim. Por gigantes eran ellos tenidos también, como los hijos."


También tenemos el caso de la raza de los Refaín, residentes de Canaán, los cuales, fueron descritos como otro pueblo de gigantes. El rey de este pueblo fue el ya mencionado Og, cuya cama medía más de cuatro metros de largo y casi dos de ancho:


"Pues únicamente Og, rey de Basán, había quedado de los gigantes refaítas. Su cama, cuyo tamaño era de nueve codos de largo y cuatro codos de ancho [aproximadamente 4.11 metros de largo y 1.82 metros de ancho], estaba en Rabá, de los hijos de Amón".

"[...] y el resto de Galaad y todo Basán, del reino de Og, se lo di a la media tribu de Manasés: toda la tierra de Argob y todo Basán, que se llamaba la tierra de los gigantes". 



Rey Og de Basán; la tierra de gigantes


Otra descripción que nos habla de gigantes y nefilims, es la proporcionada sobre el ángel Tarsis o Tarshsis, de quien se dice;

"Tarsis es un ángel de 3 a 3,5 metros de altura, de apariencia noble y reluciente, ojos azules y luminosos. Su avanzada edad modela su aspecto donde su sabiduría es propia de su aspecto, pero sigue los quehaceres de Irenko. Irenko es un ángel que acomete y encarga obras a hombres elegidos. Estas obras y razones, cuyo conocimiento está estrictamente prohibido a la conciencia humana, son cargadas en el inconsciente de hombres, quienes obrarán por instinto y fuerza interna para el bien de la humanidad y el planeta Tierra. El origen de Tarsis y otros ángeles sería el espíritu de seres gigantes de carne y hueso que existieron hace muchos miles de años atrás y que se mencionan en el sexto capítulo del libro del Génesis".


En el conocido y enigmático Libro de Enoc se profundiza la historia de los ángeles caídos y su respectiva unión con las mujeres terrestres.

Sus partes más antiguas datan del siglo III antes de nuestra era, y las más recientes del siglo I y II, pues al comienzo fue un libro judío pero después tuvo añadiduras cristianas.

El Libro de Enoc permaneció oculto durante casi mil quinientos años, pues ser perdió completamente en un punto de la historia al no ser incluido en el canon oficial de la literatura judeocristiana, siendo olvidado. No fue hasta el año 1945 cuando fue descubierto en su totalidad, pues formaba parte de los tomos encontrados en la Biblioteca de Qumrán, mejormente conocida como los Rollos del Mar Muerto.

De todos modos, el Libro de Enoc fue en su tiempo una obra conocida y bastante popular. Importantes autores como Justino el Mártir, Ireneo, Clemente de Alejandría, Orígenes o Atenágoras la citaron y catalogaron como una obra inspirada.

El Libro de Enoc retrata a los gigantes como humanoides antinaturales y belicosos que resultaron de la unión entre seres divinos y mujeres mortales, al igual como se narra en el Antiguo Testamento. Pero también agrega algunos detalles, como el hecho de que los descendientes de los Nefilim fueron los Elioud , y que de los ángeles caídos recibieron conocimiento y sabiduría en varias áreas, de allí que los gigantes siempre ocuparan cargos de interés geopolítico.

Enoc dice que en la antigüedad, 200 Vigilantes, es decir, 200 Ángeles, se rebelaron contra Dios en el cielo. Liderados por Semyazza, los Vigilantes vinieron a la Tierra y se establecieron en el Monte Hermón, en donde se aparearon con mujeres humanas.

En el capítulo 6 del libro de Enoc se lee:


"Así sucedió, que cuando en aquellos días se multiplicaron los hijos de los hombres y les nacieron hijas hermosas y bonitas; los Vigilantes, hijos del cielo, las vieron y las desearon, y se dijeron unos a otros: 'Vayamos y escojamos mujeres de entre las hijas de los hombres y engendremos hijos. Entonces Semyazza, que era su jefe, les dijo: 'Temo que no queráis cumplir con esta acción y sea yo el único responsable de un gran pecado'. Pero ellos le respondieron: 'Hagamos todos un juramento y comprometámonos todos bajo un anatema a no retroceder en este proyecto hasta ejecutarlo realmente'. Entonces todos juraron unidos y se comprometieron los unos con los otros, bajo anatema. Y eran en total doscientos los Vigilantes que descendieron sobre la cima del monte que llamaron Hermón (es decir: "Consagración"), porque sobre él habían jurado y se habían comprometido mutuamente bajo anatema. Estos son los nombres de sus jefes: Semyazza, quien era el principal, y en orden jerárquico le siguen: Ar'taqof, Rama'el, Kokab'el, -'el, Ra'ma'el, Dani'el, Zeq'el, Baraq'el, 'Asa'el, Harmoni, Matra'el, 'Anan'el, Sato'el, Shamsi'el, Sahari'el, Tumi'el, Turi'el, Yomi'el, y Yehadi'el".
  

En el capítulo 7 se narra que los gigantes fueron criaturas déspotas y tiránicas que esclavizaron y sometieron al hombre, aunque también les transmitieron el conocimiento de los Vigilantes, principiarme sobre minería, botánica, astrología, hechicería, metalurgia y guerra.

Más adelante se nos dice que los Vigilantes que permanecieron rectos en el cielo, denunciaron lo acontecido en la Tierra y bajo el permiso de Yahvé prepararon el diluvio universal. Primero guiaron a los hombres rectos, aprisionaron a los ángeles rebeldes y maldijeron a los mortales y gigantes con guerras eternas y vidas breves (de 500 años) para la era postdiluviana.

Otro texto judaico de carácter apócrifo, es el "Libro de los Gigantes", cuyo contenido, similar al de Enoc, aborda los acontecimientos de los ángeles caídos, los gigantes que resultaron tras la unión con las mujeres mortales, y la maldad que existió antes del diluvio. 

El Libro de los Gigantes fue compuesto alrededor del siglo II antes de nuestra era, siendo una obra popular entre los cultos maniqueístas y que luego pasó al olvido por no incluirse en el canon oficial de la literatura judeocristiana, siendo encontrados milenios después en la misma Biblioteca de Qumrán o Rollos del mar Muerto.

Lamentablemente, el Libro de los Gigantes se encuentra deteriorado casi en su totalidad, habiendo espacios y fragmentos irrecuperables.

Pero a grandes rasgos, el libro afirma que Yahvé envió a los Vigilantes al planeta Tierra con el propósito de que instruyeran y nutriesen a la humanidad con conocimiento. Sin embargo, los Vigilantes se corrompieron y se entregaron a los placeres mundanos, tomando a las mujeres humanas para mantener relaciones sexuales. De esta unión nacen hombres híbridos y de una elevada estatura; gigantes que desataron el caos en la humanidad, aunque también llevaron a cabo una misión educativa, enseñando el conocimiento de su raza.

Dios quiso destruir a los ángeles caídos y a los nefilims, pero el profeta Enoc, quien fue llevado a los cielos tiempo atrás, intercedió por ellos, aconsejando que debían darles una segunda oportunidad para arrepentirse por sus pecados y corregir sus acciones.

Entonces se organizó una asamblea entre Dios, los Vigilantes, los ángeles caídos, los nefilims y Enoc.

En su trascendente orgullo y arrogancia, los ángeles caídos y los gigantes, en lugar de arrepentirse por sus malos caminos, desafiaron a Dios. Sólo unos pocos se arrepintieron de sus actos y volvieron al reino de los cielos.

Luego se narra que surgieron varios conflictos, guerras y momentos oníricos y proféticos.

Posteriormente los Vigilantes descienden a la Tierra y se enfrentan con los ángeles caídos, produciéndose una feroz batalla que termina con la derrota de estos últimos. Tras ello, la Tierra es barrida con un diluvio universal, aunque se afirma que varios gigantes lograron sobrevivir. 

Curiosamente en la obra se menciona a Gilgamesh como uno de los Vigilantes caídos.



Yahvé "abduciendo" a Enoc, otro particular incidente bíblico


  • Egipto

Nota: Si bien más abajo encontraremos una sección analizando al continente africano, he preferido dedicarle exclusividad al Antiguo Egipto en este punto.

La élite gobernante del Antiguo Egipto fue siempre vista como una raza de hombres que rozaban la divinidad; algunos tenían cráneos y cabezas alargadas, otros afirmaban ser híbridos, es decir, mitad hombres y mitad Dioses, mientras que otros fueron descritos como gigantes.

Un caso especial que también se entrelaza con la sucesión de las Eras Yuga descritas en la India, y con los reinados milenarios de los Dioses y semidioses de la Antigua Mesopotamia, son los "Shemsu Hor" o "Descendientes/Seguidores de Horus", quienes poseían un linaje híbrido y que gobernaron Egipto antes de los faraones humanos.

Resulta que los textos sagrados de la nación egipcia, narran que un pasado remoto el Dios Ra se instaló en el planeta Tierra, en donde gobernó por un total de 1.000 años. Envejecido y cansado, Ra retorna a su reino celestial, dejando como sucesor al Dios Shu, quien gobernó durante 700 años, y tras él vino el Dios Geb, quien tomó el cargo por otros 500. Posteriormente, el Dios Osiris fue quien se instaló en el trono, rigiendo por un total de 450 años. Sin embargo, su reinado se vio interrumpido cuando fue derrocado y asesinado por su hermano Seth. Tomando el cargo a la fuerza, Seth gobernó durante 100 o 350 años (aquí el número difiere según la versión), hasta que finalmente fue derrocado por Horus, el hijo de Osiris. Habiendo vengado la muerte de su padre y recuperado el trono que por derecho le correspondía, Horus gobernó por un total de 300 años hasta que finalmente decide, por voluntad propia, cederle el puesto a "sus hijos", los "Shemsu Hor", quienes se transformarían en los primeros faraones híbridos o semidioses. 

De acuerdo a los textos, varios miembros del Shemsu Hor gobernaron la Tierra durante 6.000 años. 

Se desconoce el nombre o la identidad de la mayoría de estos gobernantes, pero se cree que la línea de Horus termina con el Rey Escorpión y el Faraón Narmer, cuyos gobiernos son datados entre el 3.900 y el 3.200 antes de nuestra era.

La Paleta de Narmer representa al último Shemsu Hor, es decir, al faraón Narmer. En este artefacto de piedra limonita se aprecia su estatura; un vestigio del linaje de los Shemsu Hor o híbridos. 





El príncipe del Reino Meroítico de Kush, Arikankharer, quien vivió a lo largo de la primera mitad del siglo I, fue retratado como un gigante:




Al igual que sus padres, el rey Natakamani y  la reina Amanitore:




Y el faraón Sarenput II:





El siguiente relieve nos muestra a Ramsés castigando a soldados enemigos. Nótese la escala de las estaturas:




Hasta este minuto hemos visto a miembros de la antigua realeza egipcia, de los cuales se dice que son seres híbridos que nacieron al descender de los mismos Dioses, y que por ello tienen algunas características físicas únicas, entre ellas la estatura, los cráneos alargados y la longevidad.

Por otro lado, es cierto que en el Antiguo Egipto fue muy común que las figuras importantes de la sociedad fuesen retratados con una estatura sobresaliente. 

Este patrón era muy típico en el arte egipcio: mientras más alta fuese la figura, significaba que más poder y estatus poseía. Por ello, generalmente, éste patrón artístico se aplicaba a faraones, políticos, guerreros, etc. Incluso se sabe que Ramsés II medía alrededor de 1.73 metros, al igual que el tan famoso Tutankamón. 

Pero también es cierto que se han encontrados los cuerpos de algunos faraones que efectivamente poseen una estatura descomunal para la época, como el caso de Sanakht, quien rigió las tierras egipcias alrededor del año 2.650 antes de nuestra era.

Sanakht es reconocido por ser uno de los seres humanos más altos de la historia antigua, pues a diferencia de otros faraones su cadáver fue encontrado, identificado y analizado. En conclusión, los estudios indicaron que Sanakht midió 6 pies con 2 pulgadas, es decir; 1.90 metros. 

Lamentablemente, debido a su antigüedad, no se han podido encontrar retratos o figuras de este rey, pero su cuerpo, que ha sobrevivido a los siglos, puede confirmar que muchos faraones tenían estaturas inmensas.  

Además, las elevadas estaturas no solamente se aplicaron a miembros importantes de la sociedad egipcia, como veremos en las siguiente imágenes. 

Por ejemplo, en la tumba del faraón Rekhmire, que cuenta con una amplia gama de galerías artísticas, también contiene algunas representaciones en donde se puede apreciar la existencia de gigantes:




Al igual que en la tumba de Nakht:




Y en estas otras imágenes:











También hay noticias modernas que narran el descubrimiento de gigantes alrededor del mundo, pero que, por alguna razón, se perdieron en el tiempo y nadie sabe lo que ocurrió posteriormente.

Si bien más abajo adjuntaré varios ejemplos, en el caso de Egipto me quedo con una noticia publicada por el Arizona Silver Belt del 16 de noviembre del año 1885, cuyo título reza: "Gigantes egipcios prehistóricos". Dejo la traducción de la noticia:


"En 1881, cuando el profesor Timmerman estaba ocupado explorando las ruinas de un antiguo templo de Isis en las orillas del Nilo, 16 millas debajo de Najar Djfard, abrió una hilera de tumbas en las que había sido enterrada alguna raza prehistórica de gigantes. El esqueleto más pequeño de unos 60 en total que fueron examinados durante el tiempo que Timmerman estaba excavando en Najar Djfard, medía siete pies y ocho pulgadas de largo (2.33 metros) y las tablillas conmemorativas más grandes de once pies y una pulgada se descubrieron en grandes cantidades, pero no hubo registro de ello. Incluso se insinuó que estaban en la memoria de hombres de extraordinario tamaño. Se cree que las tumbas datan del año 1043 a.C."

 



  • Antigua Grecia y Roma

En los textos griegos encontramos abundante información con respecto a los gigantes. 

En esta cultura, se narra que existieron por lo menos cinco razas de gigantes.

Primero tenemos a gigantes que se asemejan a los Nefilim o a Gilgamesh, es decir, aquellos que tienen una estatura que bordea los 3, 4 y 5 metros, con algunas excepciones como los Alóadas, que medían más de 8 metros. Esta clase de gigantes era belicosa, guerrera y orgullosa. 

También podemos encontrar el caso de los cíclopes, que si bien comparten las mismas características físicas de los gigantes, se diferenciaban por dos cosas: la primera, por tener un único ojo (de allí su nombre), y segundo, por ser en realidad una raza de gigantes solitarios y primitivos que preferían vivir en lugares remotos o islas, a diferencia de los primeros que gustaban de la guerra y del poder.

Luego tenemos a los Titanes, que son todavía más enormes, ya que son en realidad seres cósmicos primigenios, como es el caso de Cronos, Oceanus o Hyperion. 

Los Hecatónquiros son otra de las razas de gigantes descritos por los textos griegos, sin embargo, ellos eran verdaderas montañas andantes, además de tener 100 brazos y 50 cabezas.

Y ya por último, en términos generales, los Dioses Olímpicos también tenían una considerable estatura, tal como los Dioses Anunnaki, midiendo el doble o el triple que un humano corriente, pero no más altos que los gigantes, titanes, o hecatónquiros.

Según la religión griega, los gigantes surgieron de la sangre de Urano cuando éste fue castrado por su hijo Cronos.

Dicho acto fue planificado e ideado por la Diosa Gea en venganza de sus hijos, los Titanes, quienes fueron encerrados por Urano en el Tártaro. 

Resulta que Urano, principal Dios primigenio, temía que los Titanes lo derrocaran o asesinaran, así que los desterró a las profundidades más recónditas del Tártaro.

Sin embargo, Gea intervino, liberó a Cronos y planificó su venganza.

De este modo, Cronos se proclamó como el rey supremo de los Dioses y liberó a sus hermanos Titanes del Tártaro. 

De la sangre derramada por los genitales de Urano, además de los gigantes, surgió la Diosa Afrodita, las Erinias, y las Melíades.

Los Gigantes eran conocidos por su desmesurado orgullo y arrogancia, desafiando a los Dioses y buscando la supremacía sobre ellos, que es básicamente lo mismo que transmiten los textos judíos con el caso de los Néfilims y los Ángeles Caídos. Y más interesante todavía, es que de acuerdo a los textos griegos, esto ocurrió en la "Edad de Oro", el equivalente de "Satya Yuga" en el hinduismo: época en donde el plano divino y el terrenal convergían entre sí, y en donde los seres de aquel entonces poseían estaturas y características físicas superiores a la nuestra. 

Alimentados por el rencor de Gea y por su propia naturaleza beligerante, los gigantes buscaron destronar a los Dioses Olímpicos y tomar el control del cosmos, desatando así una guerra de grandes proporciones: la "Gigantomaquia". Esta batalla se considera una de las más importantes dentro de la mitología y religión griega.

Los Dioses Olímpicos, liderados por Zeus, se enfrentaron a los gigantes en una encarnizada batalla que duró diez años. Los Dioses contaron con la ayuda de semidioses como Heracles (Hércules), de las oceánides, y de Titanes como Prometeo, Epimeteo y Estigia. Incluso, los mismos cíclopes tomaron parte del asunto y se unieron a las filas de Zeus. Es más, los cíclopes, que eran expertos en forja y en manualidades, fabricaron algunos artefactos sumamente poderosos: el tridente de Poseidón, el casco de invisibilidad de Hades, y el rayo de Zeus, que en realidad sería una especie de báculo que disparaba rayos en forma de proyectil.  

Por su parte, los gigantes contaron con la ayuda de Cronos y de todos los otros Titanes, como Ceo, Crío, Hiperión, Jápeto, Atlas y Menecio, y de diversas criaturas del Tártaro, como Typhon.

La batalla culminó con la victoria de los Dioses Olímpicos, quienes lograron derrotar a los Gigantes y restaurar el orden divino en el cosmos.

En algunas versiones del mito, la mayoría, si no todos los Gigantes fueron asesinados por los Dioses Olímpicos. En otros se dice que los sobrevivientes fueron encarcelados nuevamente en el Tártaro, y otros desterrados a regiones lejanas y remotas de la Tierra, aunque su número se reduciría significativamente después de la derrota.

Entre algunos de los gigantes con mayor relevancia, encontramos a Oto, Hecateo y Efialtes, que intentaron escalar el Monte Olimpo para derrocar a los Dioses, aunque terminaron siendo repelidos y asesinados por Apolo y Artemisa. También tenemos al poderoso y belicoso Alcioneo, quien sería asesinado por Heracles. Encélado fue otro valiente guerrero que perteneció a la raza de los gigantes, quien incluso lanzaba islotes como proyectiles. Sin embargo, fue derrotado por Zeus y por Atenea, y posteriormente enterrado vivo en las profundidades del Etna. Porfirión, Cloto, Ágrio, Pallas, Euríalo, Mimas, Efialtes, e Hippólytos son otros gigantes de relevancia en la guerra. 

Como ya dije, también tenemos el caso de los cíclopes, y aquí podemos encontrar a dos tipos: los primigenios y los poseidonios.

Los primeros son hermanos de los gigantes, y nacieron en los primeros tiempos de la creación. Fue esta raza de cíclopes la que participó en la guerra contra los gigantes, apoyando el bando de Zeus. ¿Por qué? Porque los cíclopes fueron traicionados por Cronos, quien los encerraría en el Tártaro. Así que Zeus lideró una campaña para liberarlos, y en agradecimiento decidieron unirse a su bando. Entre esta raza de cíclopes destacan tres figuras importantes: Brontes, Estéropes y Arges, quienes fabricaron el tridente de Poseidón, el casco de la invisibilidad de Hades, y el rayo o báculo eléctrico de Zeus. 

Y la segunda raza de cíclopes se describe como seres acuáticos o semiacuáticos que nacieron de Poseidón y sus diversas esposas, como Anfitrite o Toosa, en épocas posteriores a la gigantomaquia. Esta clase de cíclopes se describió como primitiva y aislada, prefiriendo vivir en islas o en lugares lejanos, generalmente cercanos al mar. Ellos no tenían una sociedad con normas y leyes, sino que eran bastante primitivos, e incluso, se narra que comían seres humanos. De esta clase de cíclopes destaca Polifemo, un primitivo gigante que vivía en una cueva criando animales, y que tuvo un importante papel en la Odisea de Homero, cuando aprisiona a Ulises y a sus hombres, devorando a algunos. Polifemo es descrito como un ser de ingenio limitado, aunque su fuerza física lo transformaba en un contrincante feroz. 



Heracles (a la izquierda) luchando contra el gigante Alcineo. A la derecha se observa a Hermes guiándolo.



Ulises atacando a Polifemo



Gigantes castigados en el Malebolge, el Octavo círculo del Infierno de Dante Alighieri. Se narra que estos gigantes reposan en ese lugar por rebelarse ante los Dioses Olímpicos.



Prometeo y Atenea creando al ser humano. Nótese la diferencia de estaturas. Prometeo, que era un Titán, era un gigante. Y Atenea, siendo una Diosa Olímpica, también tenía una estatura imponente



Estatua de Encélado siendo enterrado vivo (Château de Versailles)



Representación de lo que sería un Hecatónquiro



Los Argonautas luchando contra los Gegenees; gigantes de seis brazos



Gigantes atacando a las tropas de Ulises y Heracles


En la mitología, tradición y cultura griega, también encontramos el caso de los Hiperbóreos, un pueblo legendario que se creía que vivía en una tierra próspera y remota en los confines del extremo norte conocido. 

Generalmente, se afirmaba que las personas que habitaban este continente, tierra legendaria o pueblo perdido, eran en realidad semidioses o descendientes de los Dioses, y que tenían una especial conexión con Apolo. 

Textos y comentarios grecorromanos cuentan que los hiperbóreos medían alrededor de 10 pies o 3 metros, y que la mayoría de ellos tenían el cabello rubio.  También se habla de reyes gigantes y guerreros gigantes que protegían dicha nación.

Estudiosos modernos creen que Hiperbórea, de acuerdo a la información entregada por los antiguos textos, pudo haberse situado en las cordilleras de Zungaria, en la parte noroeste de China y el sureste de Kazajistán, una de las regiones más montañosas y desoladas del mundo. En lo personal, eso concuerda, o va de la mano, con el reino perdido de Shambhala, ubicado en el corazón del Himalaya. Sin embargo, cabe decir que si estudiamos con detenimiento los escritos hindúes y budistas, podemos entender que Shambhala es en realidad una especie de tierra astral, entiéndase, un punto en donde lo divino y lo terrenal converge,  al igual como ocurre con la montaña del Dios Shiva, Kailash. Estos son sitios que están ubicados en nuestro planeta pero en una escala dimensional completamente distinta: no de manera física, por lo que resulta imposible acceder a ellos como tal. La misma Helena Blavatsky describe a los hiperbóreos como el origen de la segunda "raza raíz" y como seres etéreos que conviven en nuestro mismo planeta pero en una curva dimensional no física.

Menciono lo anterior únicamente porque la conexión de Shambhala con Hiperbórea me resulta interesante, ya que ambos se situarían en el corazón mismo de tierras lejanas, más concretamente al interior del subcontinente indio y el lejano oriente.




Otro caso curioso, es el narrado por el historiador Heródoto, quien hace referencia a un acontecimiento que ocurrió en Tegea, al sudeste de Grecia, cuando se encontró un ataúd de 7 codos de largo (3.15 metros) con un esqueleto de exactamente el mismo tamaño en su interior. Según se pensó, aquellos restos eran del mítico héroe Orestes. El detalle de la estatura sugiere que estos restos debieron estar bastante completos, aunque Heródoto no entrega mayor información sobre su paradero, además de haber sido tomado por los espartanos:

"Fue Licas, uno de estos hombres, quien encontró la tumba en Tegea por una combinación de suerte y habilidad. En aquella época había libre acceso a Tegea, por lo que entró en una herrería y observó cómo se forjaba el hierro, quedándose allí asombrado de lo que allí ocurría. El herrero se dio cuenta de que el hombre estaba asombrado, así que dejó lo que estaba haciendo y dijo: 'Mi huésped laconio, si hubieras visto lo que yo vi, entonces realmente te asombrarías, ya que te maravillas con el trabajo del hierro. Quería cavar un pozo en el patio, y al cavar encontré un ataúd de siete codos de largo. No podía creer que alguna vez hubiera habido hombres más altos que ahora, así que lo abrí y vi que el cadáver era tan largo como el ataúd. Lo medí y luego lo volví a enterrar'. Entonces el herrero contó lo que había visto, y Licas pensó en lo dicho y contó que éste era Orestes, según un antiguo oráculo [...] Después de razonar esto, regresó a Esparta y se lo contó todo a los lacedemonios. Simularon presentar cargos contra él y desterrarlo. Llegando a Tegea , explicó su desgracia al herrero y trató de alquilar el patio, pero el herrero no quiso alquilarlo. Finalmente lo convenció y estableció allí su residencia. Cavó la tumba, recogió los huesos y luego se apresuró a viajar con ellos a Esparta. Desde entonces, los espartanos eran muy superiores a los tegeos siempre que se enfrentaban en batalla. En el momento de la investigación de Creso, los espartanos habían sometido a la mayor parte del Peloponeso". 

El historiador romano, Plinio el Viejo, también nos narra la existencia de un gigante. De acuerdo a sus palabras, hubo un hombre de estatura desproporcionada llamado Gabara, el cual medía alrededor de 9 pies y 9 pulgadas, es decir, 2.88 metros. 

El mismísimo emperador romano, Maximino el Tracio, que gobernó al Imperio entre los años 235 y 238, también tenía la fama de ser una persona con un estatura descomunal: 2.61 metros. El historiador Herodiano diría al respecto:

"Era en cualquier caso un hombre de apariencia tan aterradora y tamaño colosal que no hay comparación obvia con ninguno de los atletas griegos mejor entrenados, ni con la élite guerrera de los bárbaros."


Y el historiador Herodiano confirma una estatura similar al decir: 

"... era de tal tamaño que los hombres decían que medía dos metros y medio y un dedo (aproximadamente 2,52 metros) de altura".

Los estudiosos contemporáneos, siguiendo un razonamiento similar al aplicado al caso de Sanakht, sugieren que el emperador Maximinus padecía de gigantismo. Sin embargo, a estas alturas, nada puede ser tan conclusivo, sobre todo si consideramos que en muchos textos antiguos se hace referencia a la presencia de gigantes en roles de liderazgo, poder y autoridad.



Representación que recrea a Maximino el Tracio


Esto me recuerda igualmente a la empedernida costumbre de las familias reales en Europa, de contraer matrimonio entre parientes cercanos con el fin de preservar la pureza de su linaje. 

Por lo tanto, no es coincidencia que la mayoría de los representantes de la monarquía europea se conforme por hombres verdaderamente altos, por ejemplo: el rey Felipe VI mide 1.97, el rey Guillermo Alejandro 1.93, el Príncipe Carlos 1.88, el Príncipe Haakon 1.93, el Duque Guillermo 2 metros, al igual que el Príncipe Constantino II. Los famosos hermanos Guillermo y Harry miden 1.91 y 1.88 respectivamente. Sin duda lugar a dudas, genes de los antiguos gigantes sobreviven en el genoma actual de estas familias y de algunas personas alrededor del mundo.

Ahora, si bien es cierto que estas estaturas pueden ser encontradas en personas de cualquier país o región, no deja de ser llamativo que el patrón tienda a ser tan repetitivo en las familias monárquicas de Europa, y no solamente en las contemporáneas. ¿Han escuchado sobre el derecho divino de los reyes? Contrario a ser un simple ardid para perpetuar el poder a expensas de los menos privilegiados, esta creencia era genuina, y es que los reyes descendían de linajes divinos. Sean semidioses, nefilims, reptilianos, descendientes de Horus o de los Anunnaki, el tema ha persistido en todas las culturas del mundo. Y en esencia, nunca han perdido su influencia ni han dejado de gobernar. También es llamativo la presencia de hombres gigantes en lugares en donde antiguamente se narraban leyendas de esta raza, como la India, China o el Medio Oriente, aún así cuando la estatura media es baja en comparación con otros países. Una cosa es el linaje, y otra muy distinta los residuos de un antiguo genoma.

Otro caso profundamente llamativo acontece en el famoso templo de Baal o Baalbek, ubicado en el Líbano. 

Si bien este país se encuentra en el Medio Oriente, lo cierto es que en tiempos antiguos fue conquistado por los griegos y posteriormente por los romanos, quienes la bautizaron como Heliópolis, alzando así, un templo en honor a Júpiter.

Baalbek se define como un complejo de templos, terrazas y estructuras megalíticas que desafían la visión de la historia y la arqueología ortodoxa, ya que básicamente estamos frente a construcciones imposibles para la época.

En Baalbek todo es gigante; los bloques de piedra, las terrazas, las plataformas, los templos. Y además, en Baalbek todo es perfecto: los bloques que componen las estructuras se encuentran milimétricamente cortadas y posicionadas. Se sabe que las canteras de piedra más cercanas están a casi dos kilómetros de distancia, y por si fuera poco, posteriormente los bloques fueron elevados a decenas de metros.

¿Qué sistema se utilizó para construir este complejo? Como las pirámides de Egipto, sólo hay teorías poco convincentes que no logran explicar la majestuosidad de dichas estructuras. Considerando que en Baalbek hay bloques de piedra perfectamente posicionados y esculpidos que pesan entre las 800 a 1650 toneladas, resultaría excesivamente simplista pensar en un grupo de esclavos levantando los bloques con algún primitivo sistema de poleas. Para ponerlo en perspectiva, uno de los pesos más grandes que los romanos pudieron levantar fue de 323 toneladas (el obelisco de Letrán), y cuyo proyecto de transporte duró años. Entonces; ¿Cómo lo hicieron los aún más antiguos libaneses que edificaron el complejo de Baalbek antes de la llegada de los romanos?

Como dato extra, me gustaría agregar que en la actualidad existen grúas industriales capaces de levantar hasta 1.200 toneladas de peso, como la Gottwald AK912. Pero resulta que este tipo de grúas no tienen la capacidad de moverse mientras transportan tales cargas pesadas. Entonces: ¿Contaban los antiguos hombres de Baalbek con tecnología superior a la nuestra?  ¿Cómo se transportaron las piedras desde la cantera hasta Baalbek? ¿Cómo las levantaron? ¿Fueron gigantes? ¿Fueron semidioses? ¿Contaban acaso con la tecnología de los grandes Dioses de la antigüedad?

He leído que una antigua raza o tribu de gigantes edificaron Baalbek con tecnología antigravitatoria. Una teoría muy excéntrica si se le quiere llamar de alguna manera, pero a estas alturas, no me resulta para nada extraño que algo así hubiese realmente acontecido. 

Recordemos los escritos del hinduismo: la humanidad pierde la tecnología y las características físicas y psíquicas de las generaciones anteriores. 

En lo personal, estos enormes megalitos, que son muy anteriores a la construcción del Templo de Júpiter, es probable que tengan 12.000 años o más, y que sean contemporáneos del sitio megalítico de Gobekli Tepe en Turquía, e incluso a la Esfinge y al Osirión de Egipto, que como ya hemos visto también podría tener cerca de 12.000 años de antigüedad. Sugiero que estamos ante la obra de los supervivientes de una civilización perdida, que los romanos construyeron su Templo de Júpiter sobre una base megalítica preexistente de 12.000 años, y que desconocían los megalitos gigantes tallados en el cantera antigua ya que éstas estaban cubiertas por sedimentos en la época romana. O dicho de otro modo, los romanos llegaron a instalarse a este complejo, tal como probablemente hicieron los egipcios con Giza.




Otro particular templo lo encontramos en Malta, que hace 2.000 años formaba parte del territorio romano.

Se le conoce como el complejo de Ġgantija, que literalmente significa "lugar de gigantes". Estas estructuras datan del neolítico, teniendo cerca de 5500 años de antigüedad según arrojan las investigaciones. Este monumento megalítico engloba dos templos y un tercero incompleto, del que sólo se construyó parcialmente la fachada antes de ser misteriosamente abandonado. 

Según el folclore local, y como bien indica su nombre, los templos fueron construidos por una raza de gigantes que los utilizaban como lugar de culto y peregrinaje.

Se cree que los templos megalíticos fueron construidos por gigantes debido a la magnitud y el tamaño de las piedras utilizadas en su construcción. Los locales afirman que ninguna civilización humana podría haber levantado tales estructuras sin la ayuda de seres de estatura sobrehumana. Por lo tanto, la leyenda sugiere que los gigantes, con su fuerza y tamaño extraordinarios, fueron los verdaderos arquitectos del complejo.

Los templos fueron conocidos fuera de Malta por el explorador y pintor francés, Jean-Pierre Houël, quien en 1770 menciona: “Las torres de los gigantes son en realidad los restos de un edificio todavía más antiguo. Sin duda es anterior a los edificios que los griegos construyeron en esta isla". Posteriormente, Louis Mazzara dirigió una serie de excavaciones y limpiezas en la zona con el fin de poder preservar el complejo, publicando los resultados en 1827 bajo el curioso título de “El Templo Antediluviano de los Gigantes descubierto en la isla Calipso, hoy Gozo, Malta” (Temple anté-diluvien, dit des géants, découvert dans l'ile de Calipso aujourd'hui Gozo, près de Malte).





Si seguimos analizando los textos de la antigua cultura grecorromana, nos encontraremos con la historia de Caco y de Caca, dos gigantes hermanos, un hombre y una mujer, respectivamente, que habitaban en el Aventino, una de las siete colinas de Roma.

Caco era un ser terrorífico y malvado que solía robar ganado y asaltar aldeas. El problema radicó en que un día se atrevió a robar el ganado de Hércules mientras este descansaba después de completar uno de sus trabajos.

Para ocultar su robo, Caco arrastró las vacas de espaldas a su cueva, de manera que las huellas parecieran alejarse de ella y así evitar sospechas. Posteriormente bloqueó la entrada con una roca enorme. 

Durante la búsqueda de sus animales, Hércules se encuentra con Caca, la hermana del gigante ladrón. Aparentemente, cansada del comportamiento de Caco, decide ayudar a Hércules y le revela la ubicación en donde se hallaba su hermano con los animales.

Hércules intentó entrar en la cueva, pero fue repelido por el humo y el fuego que Caco lanzaba desde su escondite. En lugar de retroceder, Hércules utilizó su fuerza descomunal para levantar la enorme roca que bloqueaba la entrada de la cueva, o en otras versiones, arrancó parte de la cima del monte Aventino, abriendo así un nuevo acceso a la guarida de Caco.  

Con la cueva ahora abierta, Hércules se lanzó sobre el gigante y ambos encarnizaron una lucha en la que finalmente el gigante sería sometido y derrotado. En algunas versiones del hecho, Hércules estranguló a Caco con sus propias manos, y en otras, lo mató a golpes con su maza. 




También tenemos a Orión, el cazador gigante.

Orión era uno de los hijos de Poseidón, el Dios del mar, y de Euryale, una de las Gorgonas. Gracias a su linaje divino, Orión poseía una fuerza extraordinaria, una estatura colosal, y la capacidad de caminar sobre el agua.




  • América precolombina


En la América precolombina también encontramos un sinnúmero de vestigios que acreditan la existencia de gigantes, y no solamente a través de los textos religiosos de los diferentes pueblos del continente, sino que también atestiguados en las crónicas de los colonos europeos. 

Antonio Pigafetta, explorador y cronista del navegante portugués, Fernando de Magallanes, nos relata en su obra del año 1536: "Primer viaje alrededor del mundo", lo siguiente: 


"Un día en que menos lo esperábamos se nos presentó un hombre de estatura gigantesca. Estaba en la playa casi desnudo, cantando y danzando al mismo tiempo y echándose arena sobre la cabeza. El comandante envió a tierra a uno de los marineros con orden de que hiciese las mismas demostraciones en señal de amistad y de paz: lo que fue tan bien comprendido que el gigante se dejó tranquilamente conducir a una pequeña isla a que había abordado el comandante. Yo también con varios otros me hallaba allí. Al vernos, manifestó mucha admiración, y levantando un dedo hacia lo alto, quería sin duda significarnos que pensaba que habíamos descendido del cielo. Este hombre era tan alto que con la cabeza apenas le llegábamos a la cintura. Era bien formado, con el rostro ancho y teñido de rojo, con los ojos circulados de amarillo, y con dos manchas en forma de corazón en las mejillas".
"Son grandes comedores: los dos que habíamos cogido se comían cada uno en el día una cesta llena de bizcochos y se bebían de un resuello un medio cubo de agua. Devoraban los ratones crudos y aun con piel".
"El capitán estaba ansioso de transportar una raza de gigantes a Europa: con este propósito, ordenó que se arrestaran a otros dos. […] Nueve de nuestros más fuertes hombres apenas pudieron tumbarlos y amarrarlos, así y todo uno de ellos logró soltarse".


Llegada de los exploradores europeos a la tierra que posteriormente se conocería como Patagonia


La descripción de Pigafetta corresponde a los gigantes de Tierra del Fuego, una región ártica ubicada al extremo sur de Chile y Argentina.

De hecho, esta zona se conocería posteriormente como "Patagonia", y a sus habitantes como "patagones". ¿La razón? El término significaría "De pie grande" o "De pisada grande", en referencia al tamaño que tenían los nativos de este territorio.

Más abajo, el mismo Pigafetta comenta:


"Nuestro capitán dio a este pueblo el nombre de patagones".


El naturalista francés, Antoine-Joseph Pernety, también comentaría al respecto:


"Sobre todo, un Gigante no era un monstruo; la altura de los patagones es más del doble de la nuestra; el volumen del cuerpo, ocho veces mayor; estos factores no causan problemas en su economía orgánica. Que un hombre de diez pies se una a una mujer de la misma talla, nace un pueblo, y la Naturaleza se justifica".


Curiosamente, tanto Pernety como Pigafetta describieron a gigantes de los dos sexos: hombres y mujeres.



Exploradores europeos conociendo a los gigantes patagónicos





Clasificación de indígenas americanos: Mexicanos (4), Peruanos (5), Guyaneses (6), y Patagones (7)


De hecho, en mapas de la época podemos comprobar que efectivamente la región patagónica se ilustraba con dibujos de gigantes:





Otro ejemplo que me gustaría nombrar en la presente publicación, aunque desde ya no puedo confirmar su veracidad, es el cuerpo momificado de Kap Dwa, un gigante de tres metros y dos cabezas que supuestamente fue atrapado en la Patagonia por marineros españoles en el siglo XVII, y que yace en la actualidad en un museo de rarezas.

Al decir que no puedo confirmar su veracidad, es porque el cuerpo, pese a su antigüedad, nunca ha sido examinado por científicos oficiales, aunque tampoco se ha podido demostrar que es "fake".

Supuestamente, el cuerpo sólo fue examinado una vez por un radiólogo inglés Guy Brown, del hospital Weston-super-mare, en conjunto con un médico local, quienes supuestamente lo inspeccionaron y no encontraron ninguna evidencia perceptiva de que fuera falso. No se sabe si esta conclusión se basó sólo en la observación o si se utilizaron algunos métodos más rigurosos.

Si aceptamos que se trata de un cuerpo completamente real, podemos inferir que se trata de un individuo que parecía una condición conocida como "gemelos parapágos dicéfalos", una rara anomalía congénita en la que dos fetos están unidos por sus cuerpos, compartiendo ciertos órganos y sistemas corporales, pero teniendo cada uno su propia cabeza. Esta condición ocurre durante el desarrollo embrionario temprano, cuando los dos embriones no se separan completamente durante la división celular. Como resultado, los gemelos parapágos dicéfalos nacen físicamente unidos en alguna parte de sus cuerpos.



La esperanza de vida de los gemelos parapágos dicéfalos depende en gran medida de la complejidad de su unión física y de cualquier condición médica subyacente que puedan tener. En algunos casos, los gemelos parapágos dicéfalos pueden tener una vida corta debido a complicaciones médicas graves o a la incapacidad de realizar una separación quirúrgica exitosa. En otros casos, los gemelos pueden sobrevivir durante varios años o incluso hasta la edad adulta.

Hay dos historias con respecto a este cuerpo.

La primera nos dice que Kap Dwa fue encontrado por marineros españoles hacia 1673 en las playas de la Patagonia, siendo capturado y atado al mástil del barco. Posteriormente, cuando fue liberado, el gigante se enfrentó a los españoles, terminando asesinado con una pica que le atravesó el pecho. Después de esto, su cuerpo fue momificado, disecado, y finalmente llegó primero a Gran Bretaña y luego a los Estados Unidos en el siglo XIX; donde se convirtió en una atracción de muchas ferias y espectáculos de fenómenos. 

La segunda historia es bastante similar, sólo que varía en que el gigante ya estaba muerto cuando fue encontrado en una playa de la Patagonia, o en algún sitio similar. En esta versión, el cuerpo del gigante fue rescatado por nativos de la zona y lo preservaron con fines religiosos. Posteriormente, el cuerpo sería robado por exploradores británicos, trasladándolo a Europa, y al final, a Estados Unidos.

El hecho de que nadie haya examinado realmente el cuerpo desde la década de 1960 sugiere que Kap Dwa es más bien un engaño elaborado... al menos hasta que se puedan encontrar pruebas indias indiscutibles.

Pese a todo, incluí este caso en la publicación para que también podamos apreciar la repercusión que tuvieron los gigantes de la Patagonia en otros lados del mundo.





También tenemos la aparición de gigantes en numerosas cosmologías precolombinas.

Por ejemplo, en la antigua religión inca, se narra que el Dios primigenio, Viracocha, creó a una raza de hombres gigantes para que poblasen el mundo recién formado. Sin embargo, estos gigantes resultaron ser desobedientes y belicosos, por lo que decidió destruirlos con un diluvio universal. 
 
Después del diluvio, Viracocha descendió de los cielos y comenzó a crear nuevamente. Esta vez, formó a los humanos del barro y les insufló vida, creando una humanidad más obediente y justa. Viracocha viajó por los Andes, enseñando a las personas sobre la civilización, las leyes y el orden. 

Viracocha, satisfecho con su creación, se retiró a los cielos, pero prometió regresar si alguna vez el mundo volvía a necesitar su intervención. Los humanos, agradecidos por su nueva oportunidad, erigieron templos y ofrendas en honor a Viracocha, asegurándose de que su memoria y enseñanzas nunca fueran olvidadas.

Un relato similar se encuentra en la cultura azteca.

El mito de creación azteca gira en torno a la historia de varios Dioses principales, en particular de Tezcatlipoca, Quetzalcóatl, Huitzilopochtli y Tláloc. 

Según este mito, los Dioses descendieron de los cielos y se asentaron en la actual región de Teotihuacán, un punto sagrado ubicado al noreste de la actual Ciudad de México, con el fin de moldear el mundo y crear una nueva humanidad.

Tezcatlipoca fue el primero en crear a una generación de hombres, o en realidad de seres gigantescos que medían alrededor de siete u ocho metros de altura. Sin embargo, debido a su descomunal tamaño, esos hombres eran lentos y torpes a tal grado que, cuando se caían, ya no podían levantarse. Los Dioses contemplaron decepcionados a los gigantes y decidieron destruirlos, desatando olas de terremotos y provocando que la Tierra terminase despoblándose. 

Prontamente, los Dioses volvieron a crear a nuevas generaciones de hombres, pero fracasaron en varios intentos, ya sea porque los seres humanos no lograban alcanzar la perfección deseada; porque sucumbían ante los cataclismos de la tierra primitiva; o porque los mismos Dioses comenzaron a rivalizar entre ellos, saboteándose mutuamente sus creaciones. No fue hasta la cuarta generación de hombres cuando lograron engendrar al ser humano perfecto.

Sin embargo, los gigantes nunca fueron destruidos del todo, puesto que se les vuelve a nombrar en generaciones posteriores, destacando el caso de los Quinametzin, una raza de gigantes que prevaleció hasta la cuarta generación, y que incluso vivieron antes de la aparición de los aztecas. 

De acuerdo a la cultura náhuatl y mexica en general, los Quinametzin, que medían 3 metros de altura, ocuparon el territorio mexicano mucho antes de la aparición de los primeros pueblos nativos que actualmente conocemos. 

Estos gigantes, como condición para vivir en su territorio, les impusieron a los aztecas y a otros pueblos el pago de tributo, además de esclavizarlos y de utilizarlos como mano de obra. Incluso, se corría el rumor de que fueron estos gigantes los que crearon las imponentes pirámides de Teotihuacán y de Cholula. También se dice que muchos gigantes de renombre fundaron varios pueblos importantes, como Xelhua, un gigante que fundó lo que posteriormente conoceríamos como Teopantlán y Tehuacán; Tenoch, que fundó Tenochtitlán; Mixtécatl, que fundó Mixteca, o Xicalancatl, que fundó Xicalango. 




Un día, los antiguos aztecas se cansaron de la esclavitud y le pusieron una trampa a los gigantes, organizando una cuantiosa fiesta en su honor. Cuando los enormes seres se embriagaron, los mexicas acabaron con ellos.

En los tiempos de la conquista española, los colonos escucharon de los indígenas tlaxcaltecas que los Quinametzin fueron reduciéndose en número con el correr de los siglos, y que sus últimos representantes murieron en guerras o emboscadas, como la acometida por los antiguos aztecas.



Antiguos aztecas ejecutando a un Quinametzin 


Famoso es el caso de Tzilacatzin, posiblemente uno de los últimos descendientes de la raza de los Quinametzin. Tzilacatzin fue un guerrero gigante que dirigió las campañas de defensa de Tenochtitlan, luchando codo a codo contra las tropas españolas. Los cronistas de la época lo describen como un guerrero sumamente feroz y valiente que no vacilaba a la hora de defender sus tierras, causando mucho temor en las tropas invasoras. Incluso, se narra que Tzilacatzin lanzaba grandes peñascos y rocas en contra de sus adversarios a modo de proyectiles.  



Tzilacatzin luchando contra las fuerzas españolas


La Cueva de los Tayos, ubicada en la región oriental de Ecuador, también ha sido un sitio envuelto en misterios y leyendas que han capturado la imaginación de exploradores, investigadores y entusiastas a lo desconocido. Las culturas indígenas de la región, como los Shuar, han transmitido oralmente historias sobre visitantes de otras galaxias que han descendido de los cielos para asentarse en nuestro planeta, e incluso, de seres gigantes. 

Estas leyendas a menudo incluyen descripciones de seres que habitaban las cuevas y que poseían características físicas imponentes. 

Como prueba de ello, tenemos la misteriosa colección del padre Crespi, conocido por su interés en la arqueología y la antropología. A lo largo de los años, el padre Crespi acumuló una vasta colección de artefactos que, según él, le fueron entregados por las comunidades indígenas locales. Estos objetos incluían piezas de cerámica, tallas de piedra, láminas de metal y otros artefactos de apariencia antigua. Algunos de estos objetos parecían tener similitudes con el arte mesopotámico, lo que generó especulaciones sobre su origen. Algunos investigadores y teóricos sugirieron que los artefactos podían ser evidencia de contactos precolombinos transoceánicos. En 1962, un incendio devastó la iglesia de María Auxiliadora en Cuenca, donde el Padre Crespi guardaba muchos de sus artefactos. El fuego destruyó gran parte de la colección, lo que aumentó el misterio y la controversia en torno a estos objetos. En 1969, el espeleólogo húngaro-argentino Juan Moricz afirmó haber encontrado una vasta biblioteca metálica y otros artefactos extraños dentro de la cueva. Aunque la veracidad de sus afirmaciones ha sido cuestionada, sus informes alimentaron teorías sobre la existencia de civilizaciones avanzadas y, por extensión, gigantes. En la década de 1970, la Cueva de los Tayos ganó notoriedad internacional gracias a la expedición liderada por el explorador británico Stan Hall, que contó con la participación del astronauta Neil Armstrong. Durante estas expediciones, se afirmaron haber encontrado objetos de oro y otros artefactos inusuales, que algunos sugieren podrían estar relacionados con culturas avanzadas o incluso no humanas. Algunas interpretaciones de arte rupestre y petroglifos en la región sugieren la representación de figuras humanoides de gran tamaño. Estas interpretaciones, aunque controvertidas, han sido usadas para argumentar la presencia de gigantes y extraterrestres en tiempos prehistóricos.

El famoso autor suizo, Erich von Däniken, conocido por obras como "Recuerdos del futuro" y "El oro de los Dioses", popularizó la idea de contactos extraterrestres y avanzadas civilizaciones antiguas en la región de los Tayos.

Incluso se dice que las megaestructuras que se encuentran en los pasajes subterráneos de la cueva de los Tayos, fueron construidas por esta raza de hombres gigantes o extraterrestres (o intraterrestres)







En la tradición oral de varias tribus del suroeste de Estados Unidos, como los Hopi, los Zuni o los Navajo, se habla de la raza de los "Si-Te-Cah", descritos como gigantes caníbales de pelo rojo, bastante hostiles con pueblos de otras zonas. 

Tras muchos años de guerra con diferentes pueblos nativos, los últimos gigantes que quedaron fueron perseguidos hasta la cueva Lovelock, en Nevada, en donde quedaron atrapados y finalmente asesinados.

En la cueva Lovelock se han encontrado restos de esqueletos antiguos que equivalen a una persona de 6,6 pies o 2 metros, posiblemente pertenecientes a los Si-Te-Cah. Los arqueólogos también encontraron una sandalia de 15 pulgadas de largo (38 centímetros) que mostraba signos de desgaste; una roca con una huella de una mano aparentemente gigante grabada en ella; y herramientas de gran tamaño. Curiosamente, los arqueólogos también encontraron evidencia de importantes incendios cerca de la entrada de la cueva durante las excavaciones.

Devoy Munk, una historiadora de Lovelock que ha pasado sus más de 80 años en la zona, comenta: “Mis amigos indios me dicen que eran caníbales y que ponían trampas. Cavaban hoyos en los caminos por donde transitaban los otros indios, y luego los camuflaban y esperaban a que cayesen. Ellos decían que las mejores partes para comer eran los muslos”.

Es curioso que en la mayoría de los casos, los gigantes eran descritos por otros pueblos como seres belicosos, violentos y hostiles, y a lo largo de esta publicación lo hemos comprobado fehacientemente.




Otro caso bastante llamativo, radica en la famosa escalera de los gigantes de Ollantaytambo, en Perú.

Esta estructura arqueológica forma parte del complejo de templos y terrazas que se encuentra en este sitio incaico. Se le llama así debido a la impresionante altura y tamaño de los escalones que la componen, que son mucho más grandes de lo habitual y dan la impresión de haber sido construidos para personas de gran estatura, como por ejemplo, los mismos Dioses de la religión inca. Recordemos que, como ya fue mencionado, los incas nación relatan que Viracocha, el Dios primigenio, creó a una raza de hombres gigantes con mucha anterioridad a la creación del hombre moderno. 

El complejo de Ollantaytambo igualmente alberga otras estructuras imposibles que francamente desafían a la historia y a la arqueología ortodoxa. 







En tiempos modernos, la cuestión de los gigantes ha sido continuamente cubierta por la prensa moderna, como podemos apreciar en un artículo del Worthington Advance del 18 de noviembre de 1897. 

Esta publicación especula que los grandes montículos y monumentos de Serpent Mound, un sitio ubicado en la ciudad de Peebles, Ohio, y que contiene el montículo de esfinge más grande del mundo, fue artificialmente construido por una raza de hombres gigantes, y que incluso en el lugar se encontró un esqueleto de 7 pies con 6 pulgadas de altura (2,31 metros), pero que se desintegró al ser manipulado y expuesto al aire y al sol. El artículo también dice que la tecnología empleada en la construcción de los montículos, pudo haber sido la misma que se utilizó en las pirámides de Egipto.




Otro montículo de características similares, es el de Miamisburg, que tiene más de 800 pies de circunferencia y 54.000 yardas cúbicas de tierra. En un artículo publicado por el Middletown Signal del 17 de enero de 1889, leemos el siguiente titular; "Huesos de gigante prehistórico encontrados cerca de Miamisburg":

“El esqueleto de un gigante encontrado cerca de Miamisburg es motivo de mucha discusión no sólo entre los curiosos y los analfabetos sino también entre los científicos eruditos del mundo. El cuerpo del hombre más gigantesco jamás registrado en la historia de la humanidad ha sido encontrado en el Valle de Miami, en Ohio. El esqueleto que se calcula debió pertenecer a un hombre de 8 pies y 1,5 pulgadas de altura".

Dentistas y expertos en el área examinaron la dentadura del gigante y confirmaron su autenticidad, de igual modo, por sus características, añadieron que probablemente tuvo una dieta principalmente vegetariana.

Se confirmó que el esqueleto era de un hombre, y no de un primate o de alguna especie similar, y que también estuvo en exhibición para los residentes. Sin embargo, no se detalle en lo que ocurrió posteriormente con el mismo.




En un artículo publicado en el año 1913 por el reportero Victor Schoffelmeyer, que cubría la exploración de un campo a lo largo del Río Blanco y las montañas Ozarks, en Arkansas, corrobora la existencia de cráneos y restos de humanos que, estando en vida, deberían haber pertenecido a una persona de al menos 3 metros de altura:

"Si bien las características históricas de los Ozarks captaron nuestra atención, el descubrimiento más fascinante fue, con diferencia, el realizado por un anciano recluso y naturalista que durante diez años había vivido en una cueva-refugio cerca de donde acampamos. “Papá” Riggins pasó gran parte de su tiempo cavando entre las cenizas que forman el suelo de muchas de estas cuevas. A más de un metro de profundidad encontró los restos de varios esqueletos humanos gigantes, incluido un cráneo casi perfecto que se diferenciaba en muchos detalles de un espécimen moderno. Cuando se unió parcialmente, el esqueleto más grande medía casi tres metros de altura. “Papá” Riggins nos mostró jeroglíficos que cubrían las Palisades que se cree que tienen miles de años".

Lamentablemente, las cuevas en cuestión se inundaron en 1960 tras la construcción del embalse artificial de Beaver Lake.




  • Lejano Oriente


En la región oriental, más allá de la India, también encontramos una muy amplia gama de antiguos relatos y piezas arqueológicas que demuestran la existencia de gigantes. 

Por ejemplo, tenemos el caso del cementerio neolítico de gigantes de Shandong, en China. En este sitio se han encontrado restos de "gigantes" que vivieron hace unos 5.000 años, y cuyas estaturas rondan entre el metro noventa y los dos metros. Y si bien es cierto que estas medidas no son para nada anómalas en nuestro mundo contemporáneo, lo cierto, es que en el neolítico el ser humano tenía estaturas muy distantes a esa: en Europa por ejemplo, el hombre del neolítico no superaba metro sesenta y siete, y en China el metro sesenta. Por lo tanto, el hecho de que haya existido un pueblo de hombres de dos metros en la China neolítica es realmente impresionante. Además, los expertos que analizaron los esqueletos no encontraron signos de enfermedades fisiológicas como el gigantismo, lo que aumenta aún más el misterio.

Incluso, cuenta la leyenda que Confucio, el famoso místico y filósofo originario de la región de Shandong, poseía una estatura que superaba los dos metros.



Uno de los esqueletos gigantes de Shandong

Esto me recuerda a un caso similar al de los gigantes de Cachemira. Resulta que en el siglo XIX hubo un boom de gigantes chinos que fueron expuestos alrededor del mundo en diferentes ferias, circos y espectáculos itinerantes. En la red podemos encontrar a muchas fotos de la época en donde apreciamos a gigantes chinos, muchos de ellos de nombre desconocido.

Algunos escépticos podrían argumentar que estos hombres padecían de gigantismo, o que simplemente se tratase de personas altas como el famoso basquetbolista chino Yao Ming, que mide 2 metros y 29 centímetros, o el gigante Bao Xi Shun, de 2 metros y 36 centímetros, y que durante varios años ostentó el Récord Mundial Guinness como el hombre más alto del mundo.

La diferencia es que Yao Ming responde a una combinación genética intencional que el gobierno chino impulsó con el fin de desarrollar atletas de élite. La madre de Yao, Fang Fengdi (1.88 metros), y su padre, Yao Zhiyuan (2.08 metros), ambos destacados jugadores de baloncesto, fueron alentados a casarse. Y es posible que muchos otros atletas chinos hayan pasado por lo mismo.

Sin embargo, Bao Xi Shun, al igual que los esqueletos de Shandong, no padecían de gigantismo.

En fin. Resulta curioso la pululación de gigantes u hombres tan exageradamente altos en un país como China, en donde la media no supera el metro setenta de estatura.

Sin duda alguna, genes de los antiguos gigantes sobreviven en el genoma actual de algunas personas dispersas por el mundo, en especial en China.




De igual modo, en los textos budistas podemos encontrar referencias similares, ya que por ejemplo, el mismísimo Siddharta Gautama, el primer Buda y padre de esta religión, midió algo más de 2 metros, incluso, algunos afirman que cerca de 3.

Esto puede variar según el texto, más que todo, por errores de conversión o interpretación, pero en términos generales, la mayoría de los libros budistas concuerdan en que Buda poseía características físicas extraordinarias, incluyendo su altura, que era mucho mayor a la del hombre promedio. 

Analicemos las fuentes que corroboran la estatura de Siddharta.

El texto sagrado, Vinayamukha, nos dice que el codo de Buda mide 50 centímetros, y en el Dīgha Nikāya, se menciona que los brazos de Buda, cuando están extendidos, son iguales al total de su porte, lo que es totalmente proporcional a las características anatómicas humanas. Esto situaría la altura de Buda en 2 metros, o aproximadamente 6 pies y 7 pulgadas. En el libro Pārājika, se nos dice que Nanda, el hermano de Buda, era cuatro dedos más bajo que él, y que cuando los monjes lo veían venir desde lejos, lo confundían con Buda. La equivalencia de cuatro dedos equivale a 13 centímetros, por lo tanto, Nanda debió medir alrededor de 1.87 metros.

Algunos textos chinos describen a Siddharta con una estatura de un zhang y seis chis, lo cual, al convertirlo al sistema de medición moderno, equivaldría aproximadamente a 2 metros y 72 centímetros. Erutidos piensan que este dato podría deberse a errores de traducción o interpretación, ya que generalmente, la mayoría de los textos concuerdan en que Buda midió alrededor de 2 metros. Pero incluso si dicha conversión fuese correcta, la estatura de un zhang y seis chis sería exactamente la misma que la de Robert Wadlow (1918-1940), el hombre más alto de la historia registrada según los Récords Mundiales Guinness.

Recordemos que Buda nació en Lumbini, en lo que hoy es Nepal, un país que tiene una estatura promedio baja: 1.66 metros. Hace 2.500 años, en la época de Buda, se estima que esta medida era significativamente menor, por lo que Siddharta Gautama fue un verdadero gigante entre sus pares.





El Budismo, que comparte creencias y libros con el Hinduismo, también predica y enseña el sistema de Yugas, por lo tanto, en sus textos sagrados se nos narra que hace eones y eones, el ser humano tenía características físicas diferentes, así como esperanzas de vida completamente alejadas a las de hoy. 

Sea porque en ese minuto la gravedad de la Tierra era más débil que la actual; o porque en aquel minuto imperaban leyes y condiciones diferentes (recordemos por ejemplo el tamaño de los dinosaurios, y, en general, de los animales del Mesozoico: eran inmensos) o quizás porque vivían en planetas distintos a la Tierra; muchos Budas de yugas anteriores fueron gigantes. El más alto, fue Sumana, que medía noventa codos de altura (cerca de 40 metros) y que murió a la edad de noventa mil años. Otro Buda de eones o yugas anteriores, fue Koṇḍañña, que medía 28 codos o 12 metros y que vivió diez mil años. También tenemos el caso del Buda Revata, cuyo cuerpo medía ochenta palmos o 16 metros, y que vivió por un total de sesenta mil años. Luego tenemos al Buda Vessabhū, que también murió a la edad de sesenta mil años y que midió sesenta codos o 27 metros.

Y así sucesivamente vamos encontrando a Budas de eones o yugas anteriores al nuestro con características físicas asombrossas.

A quién desee leer más sobre el tema, puede consultar "Los 7 Budas de la antigüedad" y "Los 28 Budas de Theravāda",  que describen a los Budas que aparecieron en en ciclos cósmicos anteriores a Gautama, y en consiguiente, a nuestra era.






Otro dato interesante sobre los gigantes en China, la encontramos en la región de Pingyan, condado de Congjiang, en donde existen huellas fosilizadas que miden un total de 57 centímetros de largo, 20 centímetros de ancho, y que dejaron 3 centímetros de profundidad. 

De ser huellas completamente reales tendríamos otra evidencia de que en un pasado remoto existieron gigantes prehistóricos, sobre todo en esta misteriosa región china.




Si continuamos estudiando antiguos relatos chinos, vamos a toparnos con la raza de hombres salvajes u hombres mono, los yěrén (野人), que han persistido durante más de un milenio en el folclor y la cultura china. Los yěrén son descritos como hombres salvajes, enormes (superando los dos metros) y peludos que viven en lo más recóndito de las montañas de Shennongjia, así como en otras regiones boscosas. Los registros más antiguos de algún avistamiento se remontan al Período de los Reinos Combatientes, por allá en el 340 antes de nuestra era. Estas criaturas, salvajes, fuertes y veloces, mantienen una vida alejada de la sociedad moderna y de las grandes urbes, y sólo descienden rara vez para asaltar alguna aldea en busca de comida. El interés científico por estos hombres simios surgió en las décadas de 1950 y 1960 tras la fiebre de Pie Grande y el Yeti, pero la presión del gobierno maoísta para dejar atrás este tipo de leyendas e historias populares reprimió un mayor interés en los yěrén. Décadas posteriores, la Academia de Ciencias de China lanzó significativas expediciones para investigar supuestos relatos de testigos presenciales, huellas, pelos y cuerpos a medida que se afianzaba la fiebre yěrén. A menudo se especulaba que podría tratarse de algún pariente humano lejano, como el Gigantopithecus o el Paranthropus robustus. Incluso, el historiador soviético Boris Porshnev sugirió que estos hombres simios son una población relicta de neandertales. Otra hipótesis notable, aunque no la más popular entre los científicos, es que los yěrén son una raza de humanos atrasada y evolutivamente estancada. Los escépticos afirman que podría tratarse de especies mal identificadas o avistadas, tales como el oso negro asiático o alguna especie mayor de gibón. Sin embargo, el misterio aún se mantiene en pie. 




En Japón tenemos a Daidarabotchi, un gigante que se describe en antiguos relatos. En un texto llamado Hitachi no Kuni Fudoki, que data del siglo VIII, se lee:

"A una o dos millas al oeste de Pingjin Yijia, hay una colina que se llama Da Zhi. En la antigüedad, una persona que era extremadamente alta vivía allí, entre las colinas y las crestas. Un día, él se sentó en una colina y recogió con las manos enormes conchas marinas de la playa. Los mejillones que consumió se amontonaron hasta formar un montículo. En aquella época ese lugar se llamó Ōkushi (que significa "gran desperdicio"), hoy Ōgushi. Las huellas del gigante tenían más de ocho pasos de largo y su diámetro más de veinte."

Actualmente existe un parque arqueológico llamado Ōkushi Kaizuka Fureai (大串貝塚ふれあい公園), en donde, entre muchas otras cosas, se encuentra un montículo conchero de grandes dimensiones que de acuerdo a la tradición japonesa se le atribuye al gigante Daidarabotchi, incluso, en el mismo parque se encuentra una estatua de 15 metros que lo retrata.



Estatua del gigante Daidarabotchi


En las Filipinas tenemos a una figura conocida como Bungisngis, un gigante que vivía alejado de la sociedad, generalmente en la espesa jungla del país. El nombre verdadero de esta criatura permanece desconocido, ya que "Bungisngis" fue un apodo otorgado por las comunidades aledañas. Este término, que significa "risueño" en el idioma local, se le atribuyó debido a la peculiar risa que la criatura parecía emitir. Se describe que este gigante, además de su gran estatura, poseía una fuerza inusual, dos largos colmillos para alimentarse de carne, y un muy agudo sentido del oído. En algunos relatos se dice que tenía un solo ojo, similar a los cíclopes griegos.



Bungisngis


En la cultura coreana encontramos a un ser divino llamado Hwanung, quien descendió del cielo para gobernar la Tierra. Hwanung era el hijo de Hwanin, el "Señor de los Cielos". Hwanin observó que su hijo tenía un fuerte deseo de vivir entre los humanos y ayudarles, así que decidió enviarlo a la Tierra.

Hwanung descendió junto con 3,000 seguidores, estableciendo su reino en la cima del monte Taebaek. Este lugar, conocido como Sinsi, se convirtió en el centro de su gobierno. Aquí, Hwanung estableció instituciones y enseñó a los humanos sobre la agricultura, la medicina, y la moralidad, trayendo orden a la Tierra. Una de las leyendas más famosas asociadas con Hwanung es la de su encuentro con un oso y un tigre que deseaban convertirse en humanos. Hwanung les dio a ambos el desafío de vivir en una cueva durante 100 días con solo ajos y artemisia como alimento. El tigre no pudo completar el desafío, pero el oso lo logró y fue transformado en una mujer llamada Ungnyeo. Ungnyeo, ahora una mujer humana, deseaba un hijo. Hwanung respondió a su deseo y, como resultado de su unión, nació Dangun Wanggeom, quien se convertiría en el fundador de Gojoseon, la primera nación coreana, en el año 2333 antes de nuestra era  y que sería reverenciado como un rey sabio y justo que estableció las primeras leyes y civilizaciones en Corea.

Tanto Hwanin, Hwanung y Dangun Wanggeom son retratados y descritos como gigantes.




  • África

La presencia de gigantes en el continente africano también se extiende más allá de las tierras egipcias.

En Malí, un país ubicado en el noroeste de África, encontramos una muy rica y a su vez misteriosa religión que nos dice que en un pasado remoto, descendieron del cielo un grupo de Dioses venidos de Sirio.

Más concretamente, me refiero al pueblo Dogón, que históricamente ha sufrido una serie de desplazamientos por el rechazo de sus pares africanos al no aceptar la religión islámica, permaneciendo firmes a las creencias y cultura de sus antepasados. 

Los Dogón explican que unos seres llamados Nommos, habitantes de un planeta que rodeaba a la estrella de Sirio, o en su idioma, Sigi Tolo, descendieron a la Tierra y se instalaron en el noroeste de África. 

Los Nommos fueron descritos como seres enormes, muy altos, imponentes, y con una apariencia de reptil o anfibio, y que fueron los primeros seres en llegar a nuestro planeta. Los Nommos están subordinados a un ser superior llamado Amma, que de acuerdo a los Dogón sería una especie de Dios primigenio. 

La tribu afirma que todos sus conocimientos astronómicos fueron entregados por estos seres, a quienes consideraban Dioses. Los Dogón conocen desde hace miles de años los anillos de Saturno, las lunas de Júpiter, la órbita elíptica de Sirio A y B, y que la orbita de su ciclo se completa en 50 años. Increíblemente todas estas afirmaciones son ciertas, y eso que la tribu jamás ha tenido acceso nisiquiera a un telescopio. Los Dogones llevan a cabo distintos tipos de festivales para honrar la visita de sus dioses. Su ceremonia más importante y sagrada, es una llamada "Sigui", la cual es celebrada cada 50 años: precisamente porque significa el tiempo que tarda Sirio B en trazar una órbita en torno a Sirio. Durante el festival, los dogones usan máscaras para honrar y representar a sus Dioses, y danzan al compás de la música.




Otra de los enigmas que rodea a los Dogón, es la firme creencia en estos seres anfibios llamados Nommo. Lo curioso es que si revisamos otras creencias ancestrales, nos topamos con la misma idea: seres anfibios que llegaron a nuestro planeta para colonizarlo y transmitir conocimiento. 

En Mesopotamia por ejemplo se conocía al Dios Oannes, el señor de la sabiduría, quien le entregó conocimientos al hombre sobre matemáticas, arquitectura, etc. Oannes era mitad hombre y mitad pez, al igual que las  "Kuliltû" (mujer pez) y los Kulullû (hombre pez), quienes visitaban Babilonia y Asiria para transmitir importantes conocimientos celestiales. A su vez, todos estaban subordinados al Dios Enki, patrón de la magia, el conocimiento y la sabiduría cuyo reino se encontraba en un espacio intraterrestre llamado Apsû. Por si fuera poco, Enki solía ser representado con la forma de un reptil o de un pez, y alegóricamente cascadas de aguas y de peces brotaban de su cuerpo.

El sacerdote e historiador Beroso, afirma que esta raza de Dioses con forma de pez se vio por última vez en el Golfo Pérsico, por el año 2.780 antes de nuestra era. En Egipto, el Dios primigenio y hacedor: Ptah, era conocido como el "Señor de los peces", y a su vez como el Señor de la Magia y la Sabiduría, similar a Enki. En la India, una de las encarnaciones de Vishnu, fue Matsya, una deidad representada con forma de pez que se encargó de guiar al hombre, rescatándolo del diluvio universal. En la Antigua Siria, se encuentra la Diosa Atargatis, quien también era mitad mujer y mitad pez. 

Evidentemente, estos hombres peces o anfibios tienen un significado esotérico que los antiguos africanos conocían. Lo interesante es que los Dogón nos dicen que estos seres descendieron desde Sirio o de algún planeta cercano a Sirio. 

En la siguiente imagen podemos observar a los sacerdotes Kulullû, Dioses mitad hombre y mitad pez, encargados de guiar a la humanidad: 



Pero esto no termina aquí. 

En la antigua religión zulú, se habla de los Amadlozi y de los Chitauri, Dioses que también llegaron del espacio para instalarse en el planeta Tierra, y, curiosamente, muchos de estos Dioses fueron descritos como seres con apariencia reptil o anfibia, además de poseer estaturas enormes. 

Credo Mutwa, un destacado sanador y chamán zulú, afirma que los Chitauri son una raza de seres reptilianos que llegaron a la Tierra hace miles de años, y que tienen la capacidad de mimetizarse y cambiar de forma, pudiendo adoptar la apariencia de los humanos para instalarse en puestos de poder y controlar a la humanidad. Mutwa sostiene que los Chitauri esclavizaron al hombre, y que muchas prácticas culturales, estructuras sociales y religiones fueron influenciadas o directamente impuestas por estos seres.




Así como en China se encontró un cementerio neolítico de hombres gigantes que medían 2 metros, en África, más concretamente en Sudán del Sur, todavía existen pueblos nativos con miles de años de antigüedad que poseen estaturas verdaderamente elevadas. 

Los nilóticos, incluyendo a los Dinka y los Nuer, son conocidos por su tamaño, teniendo representantes que llegan a medir más de 2 metros y 30 centímetros. Incluso, muchos sudaneses del sur son altamente cotizados por la NBA y otras ligas de basquetbol producto de este mismo patrón genético, como es el caso de Manute Bol, que midió 2.31 metros y que es hasta la fecha el jugador más alto en la historia de la NBA, junto con el rumano Gheorghe Mureșan.

Diversos estudios antropológicos han encontrado que estos grupos étnicos tienen una de las estaturas más altas del planeta, superando al promedio europeo e incluso a países como Holanda, en donde se creía que estaba la población con mayor estatura.

¿Cómo es posible que Sudán del Sur, incluyendo a sus tribus nativas, tenga una de las poblaciones más altas de todo el planeta a pesar de, al mismo tiempo, ser uno de los países más pobres y con una de las peores esperanzas de vida (42 años)? Esto plantea interrogantes dado que se presupone que la estatura suele estar relacionada con una mejor calidad de vida, nutrición adecuada y acceso a recursos suficientes.

Es posible que estas poblaciones hayan heredado ciertas variantes genéticas que predisponen a una mayor estatura. Sin embargo, es poco probable que una sola mutación haya causado esta característica.

Sudán del Sur se ha transformado precisamente en un destino turístico muy popular producto de esta razón.



En Nigeria existen las numerosas huellas fosilizadas de Ukhuse-oke, en Owan-We, particularmente notables por su gran tamaño. Esto ha hecho que algunas personas, en especial las poblaciones locales, especulen y propaguen la idea de que dichas huellas fueron dejadas por una raza de gigantes en un pasado remoto, sobre todo si las huellas se conectan con ruinas megalíticas (Dutsen Mamaki) que también se asocian con antiguos pueblos de gigantes producto de sus enormes bloques de piedra, y que se asemejan a la Calzada del Gigante Finn McCool en Irlanda del Norte.





Los Bronces de Benín, un grupo de miles de placas y esculturas de metal creadas por los pueblos antiguos de Nigeria, también representan a misteriosos Dioses y gigantes. 




Y en las siguientes esculturas, el parecido con Enki y los Kulullû es innegable:



  • Australia y el Pacífico 


Las pinturas rupestres aborígenes australianas, que datan de miles de años atrás, a menudo representan figuras y escenas significativas de la mitología y las creencias espirituales de los pueblos originarios. Algunas de estas representaciones pueden incluir figuras humanas o divinas de gran tamaño, que pueden interpretarse como seres poderosos o espirituales. Muchas corrientes australianas, similar a las de África, Mesopotamia y la América precolombina, nos habla de Dioses que descendieron de los cielos. 

Los Wandjinas, por ejemplo, son uno de los casos más particulares, sobre todo por las características físicas con las cuales fueron retratados. 

No hace falta ser un férreo defensor de la teoría de los antiguos astronautas para percatarse del parecido enorme que tienen los Wandjinas con las típicas representaciones de alienígenas o extraterrestres, sobre todo con los famosos zeta reticulanos o grises. Los Wandjinas, con sus grandes y redondas cabezas, sus ojos negros sin pupila, y lo que pareciera ser una especie de casco y un traje espacial, son increíblemente parecidos a las descripciones de extraterrestres a las que estamos acostumbrados en la actualidad.

Estas pinturas fueron hechas por diferentes pueblos nativos de Australia, como los Mowanjum, los Ngarinyin, y los Wunggur, que tienen más de cuatro mil años de historia ininterrumpida. De acuerdo a la cosmología de estos pueblos, loa Wandjina se manifestaron en el planeta y le dieron forma; moldearon el paisaje, moldearon al hombre, y tenían la capacidad de regular el clima. 








De manera similar tenemos el caso de las pinturas de Gwion, que nos muestra a Dioses, espíritus, humanos y animales. Se cree que algunas de estas pinturas tienen más de 10.000 años de antigüedad. 

Es curioso que en todas estas pinturas prehistóricas podamos ver la presencia de seres gigantes y/o de extrañas características o atributos.






Otra pintura emblemática, es la representación del Dios Baiame, adorado por muchas tribus y pueblos indígenas de Australia, como los Wonnarua, los Kamilaroi, los Guringay, los Eora, los Darkinjung y los Wiradjuri.

Baiame es otro Dios que descendió a la Tierra para darle forma y crear a los hombres, enseñándoles, posteriormente, ciencias como la agricultura, las leyes, la caza, la astronomía, entre otros. Se dice que Baiame se comunica con su pueblo a través de sueños y visiones, transmitiendo sabiduría y orientación espiritual. Las antiguas narraciones también nos cuentan que Baiame solía levantar rocas enormes y arrojarlas con facilidad para crear estanques, canales y trampas, cosa que los nativos posteriormente imitaban a menor escala. 

En el sector de Smiths Creek y Taber Trig existen varios grabados aborigenes que retratan a Baiame. El más grande mide 6 metros, y el más pequeño 4.2.




En la antigua religión maorí tenemos el caso de Māui, un gigante primigenio y semidiós, hijo de Makeatutara, principal deidad del panteón maorí, y Taranga, una mujer mortal. 

Se narra que Māui formó varias islas, que moldeó la tierra, y que como Prometeo, robó el fuego de los Dioses para entregárselo al hombre, siendo el "fuego" una antigua alegoría para referirse al conocimiento y la ciencia. Recordemos que en los textos mesopotámicos se nos narra que los Dioses Anunnaki no deseaban que el hombre accediera al conocimiento, siendo únicamente una raza esclava e ignorante. Todo cambió cuando Enki decidió intervenir en favor de la humanidad y les reveló el árbol de los Me o árbol del conocimiento. Esta historia la publiqué AQUÍ.

Como un semidiós hacedor, Māui fue muchas veces retratado y descrito como un gigante y/o como un hombre de imponente estatura y fuerza.
 



La tradición oral de los nativos de las Islas Salomón también nos habla de gigantes, pero esta vez, de unos gigantes salvajes y hostiles que en tiempos antiguos solían asaltar las aldeas. Estos gigantes vivían, o viven, en un sistema de cuevas que se distribuye a lo largo de Guadalcanal, y que tienen una altura de 4 metros.

Por cierto, las Islas Salomón posee uno de los ecosistemas biológicamente más aislados del mundo, componiéndose por un total de casi mil islas, de las cuales, 347 están habitadas.

Muchas de las historias y leyendas de Guadalcanal afirman la existencia de gigantes, y que no se trata únicamente de cuentos para asustar a los niños. En 1998 por ejemplo, los trabajadores de una operación minera reportaron que una topadora averiada fue misteriosamente movida y desplazada de donde originalmente estaba instalada, además de que los trabajadores vieron huellas gigantes en el barro. Los mismos indígenas comentan que en un pasado, los gigantes atacaron y expulsaron a varias comunidades de la zona, provocando la reubicación de pueblos enteros. Otra de las historias más escalofriantes que involucran a estos gigantes, es la de Mango, una mujer que fue secuestrada por los gigantes y que se creía muerta durante 25 años. Cuando reapareció, estaba embarazada y había vivido como esposa de uno de los gigantes. El nacimiento de un niño mestizo resultó en tragedia cuando fue asesinado por uno de los hermanos de Mango cuando tenía cinco años. La propia Mango sufrió una grave inestabilidad mental hasta su muerte, según cuenta la historia.

Otro punto bastante llamativo, es que muchos de estos gigantes son descritos con cabelleras rubias o rojizas, y, curiosa y misteriosamente, gran parte de la población de la isla presenta esta coloración de cabello, pese a que son de raza negroide. Científicos del Centro de Análisis Causal en Epidemiología Traslacional de la Universidad de Bristol (Reino Unido) y de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford (EE.UU.), tomaron muestras de un grupo de nativos con el fin de estudiar el origen del cabello rubio entre los habitantes de la isla. Cuando los datos fueron analizados, se identificó a un gen llamado TYRP1, que codifica una proteína relacionada con tirosinasa, una enzima que influye en la pigmentación rubia. Sin embargo, lo curioso es que dicho gen no se encuentra en otras poblaciones rubias, como en Europa. Esto significa que las cabelleras rubias de la Isla Salomón se originaron de forma independiente. Los mismos nativos aseguran que los gigantes se relacionaron con las tribus de la isla (muchas veces por la fuerza) y que el cabello rubio es un antiguo vestigio de este mestizaje.



También es famosa la historia de que durante la Segunda Guerra Mundial, las tropas japonesas avistaron a algunos de estos gigantes luego de haberse tomado la isla en 1942 como parte de su expansión hacia el sur del Pacífico. Sin embargo, no he encontrado la fuente original sobre esta historia.

A pesar de que los escépticos descartan estos relatos como folclore o supersticiones, la abundancia de testimonios e informes de testigos presenciales de diversas fuentes sugiere que puede haber algo de verdad en las leyendas de los Gigantes de las Islas Salomón.




Rapa Nui, aunque geográficamente ubicada en Chile, pertenece cultural y étnicamente al mundo polinesio del Pacífico, puesto que los vínculos culturales y genéticos con los pueblos indígenas del continente sudamericano son mínimos o inexistentes antes de la llegada de los europeos en el siglo XVIII, además, se sostiene que los actuales habitantes de Rapa Nui descienden de islas aledañas, como las Islas Marquesas o Hawái.

También se habla de que en un pasado remoto, las islas que conforman el Pacífico Sur fueron en su momento un único continente, y que las muchas islas dispersas a lo largo y ancho del mar, como Hawái, Isla de Pascua, Tahití, Islas Fiji, Pohnpei, Islas Salomón, Islas Marianas, entre otras, fueron los picos más altos de este continente.

En fin. 

Existen diversas teorías sobre cómo los famosos moáis de la isla fueron erigidos y transportados desde las canteras hasta sus ubicaciones finales en los ahus (plataformas ceremoniales), pero ninguna ha sido del todo convincente, sobre todo al considerar la naturaleza accidentada del terreno, la lejanía de las canteras, la nula existencia de árboles en la isla y las absurdas dimensiones de estas estatuas, la más grande llegando a medir 22 metros y a pesar cerca de 180 toneladas. Incluso, algunos moais tienen medio cuerpo enterrado, por lo que no son únicamente cabezas.

Según la tradición oral, los moais de Rapa Nui se trasladaron utilizando el maná, una especie de energía antigravitatoria que hacía levitar a los objetos sucumbidos a su influencia. El maná provino de los Dioses, quienes se lo enseñaron a reyes y sacerdotes de la isla.

En Rapa Nui se habla principalmente de Make Make, el Dios hacedor responsable de haber moldeado la Tierra y de crear al hombre.

Algunas veces, Make Make es descrito como un Dios gigante, al igual que los muchos Dioses que conforman el panteón polinésico, como Tangaloa, Tāne, etc.

Otro dato que me llama la atención, es que el contactado peruano, Sixto Paz, asegura que en Rapa Nui hay cavernas escondidas que albergan el cuerpo de estos Dioses o semidioses.

Y por si fuera poco, también existen antiguos registros que hablan de que en Rapa Nui existió una población de nativos blancos y pelirrojos, parecido al caso de las Islas Salomón. Estos relatos quedaron atestiguados por los colonos europeos.
 


En Nueva Zelanda se habla de una raza humanoide nativa de los bosques montañosos de Tararua Ranges, los Maero, de naturaleza hostil, aunque por suerte, escasos en número y raramente vistos. Se les describe como seres gigantes y peludos, de una relativa inteligencia. Los Maeros se caracterizan por ser salvajes, malévolos y, a menudo, violentos, portando garrotes de piedra como armas. Otras tribus hablan de los Patupaiarehe, seres elementales de pelo rojo y de naturaleza nocturna, similar a las hadas europeas. Los Patupaiarehe tienen representantes de todas las estaturas, algunos son muy altos, y otros pueden ser minúsculos. 


En la zona también se venera a Tūmatauenga y a Tāwhirimātea, Dioses primigenios y de estaturas imponentes que en tiempos remotos protagonizaron encarnadas guerras en los cielos. invocado en tiempos de guerra. Tūmatauenga es una figura poderosa y temida que eones atrás lideró un conflicto divino.




  • Europa del Norte

La cultura, religión y folclor nórdico, se encuentra repleto de relatos sobre gigantes. Comenzando por los Jotnar (singular: Jötunn). El término "Jötunn" proviene de la raíz proto-germánica "etunaz", que significa "devorador" o "devorador de carne". Esta etimología sugiere la naturaleza salvaje y temible de estos seres.

Los Jotnar son una raza de gigantes poderosos y a menudo hostiles que habitan en Jotunheim, el Reino de los Gigantes, una de las nueve regiones del cosmos nórdico, aunque su influencia ha llegado a varios confines del mismo, incluyendo el Midgard, nuestra Tierra, la de los seres humanos.

Los Jotnar fueron los primeros habitantes del mundo material, precediendo a Ymir: el Dios primigenio y demiurgo cósmico, que, a su vez, también es descrito como un gigante.

Se narra que Ymir emerge del vacío primordial llamado Ginnungagap, que representa el potencial creativo y la matriz de todas las posibilidades: el tiempo antes del tiempo. De Ginnungagap también emerge la vaca primigenia llamada Auðumbla, que simboliza la fuerza creadora y nutritiva de la naturaleza primordial, y es por ello que precisamente se le representa como una vaca, ya que nutre y apoya a Ymir en su labor creadora. En esta especie de matraz cósmico se formaron dos fuerzas opuestas que convergieron: fuego (Muspelheim) y hielo (Niflheim), cuya unión dio origen al mundo físico, tal como una especie de Big Bang.

La fusión de fuego y hielo provocó la muerte de Ymir, pero de su cuerpo brotaron diferentes aspectos del mundo material: mares, ríos, tierra, montañas, rocas, etc., así como a los ya mencionados primeros habitantes del plano existencial, los Jotnar o gigantes, de los que Thrym fue el primer rey. De igual modo, de Auðumbla surgió un Dios primordial llamado Búri, quien autoengendra a Borr. Este último tiene relaciones con una gigante o Jötunn llamada Bestla. De la unión entre ambos nace una generación entidades celestiales conocidas como "Æsir" o "Dioses", liderados por Odín, Vili y Ve.

Algunos relatos narran una versión alternativa de la historia, diciendo que en realidad, fueron los Æsir quienes asesinaron a Ymir para así tomar control del universo, lo que causó conflictos con los gigantes. Y manteniendo el hilo de la otra historia, de cada trozo de Ymir se formó un diferente plano existencial.

Sea como sea, es sabido que ambos bandos o facciones, Æsir y Jotnar, protagonizaron múltiples guerras, ya sea por venganza, porque compitieron por recursos naturales o por territorios, o por desacuerdos.

Sin embargo, aunque frecuentemente en conflicto con los Dioses, los Jotnar también se mezclan con ellos. Muchos Dioses tienen ascendencia de gigantes, como Loki, que es hijo de un Jötunn, y Thor, cuya madre es una Jötunn.

Los Aesir, como principales Dioses, jugaron un papel activo en la creación y la configuración del mundo y de los seres en él. De hecho, fueron ellos quienes deciden crear al ser humano, instalándolos en el Midgard. En contraste, los gigantes solían ser violentos y desorganizados, y aunque poseían muchos conocimientos y pueblos, no solían emprender labores demiúrgicas. Incluso, los Aesir a veces intervinieron para proteger a los humanos de las amenazas de los gigantes. 

Y en el Ragnarök, el destino final del cosmos, similar al Armagedón cristiano, se narra que Dioses y gigantes se enfrentarán en una épica batalla final que marca el fin del mundo conocido y la creación de un nuevo orden. Y aquí nuevamente volvemos a lo narrado por los textos hindúes.



Los jötnar Fasolt y Fafner se apoderan de la Diosa Freyja


Ymir asesinado por los hijos de Búri


Thor enfrentándose a un gigante



El gigante Suttung y un grupo de Enanos, otra antigua raza descrita en los textos nórdicos



Thor y Skrymir



Reina Hela, hija de Loki

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