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viernes, 16 de agosto de 2019

La Tribu Dogón y los dioses que bajaron de Sirio



Los Dogones son una tribu ancestral que habita la actual República de Malí, en África Occidental. Sus relatos y creencias religiosas esconden un claro pasaje sobre nuestra historia borrada, ya que afirman haber convivido con dioses que descendieron desde los cielos, específicamente desde la estrella de Sirio, e increíblemente, el tiempo les ha dado la razón en varias cuestiones científicas y astronómicas, que para nosotros eran desconocidas hasta la fecha pero que los Dogones conocían desde hace milenios, considerando además que esta tribu carece de tecnología y de cualquier instrumento óptico.

Indudablemente estamos frente a otro pueblo ancestral, cuyos dioses eran seres que vinieron de otro planeta, tal como ocurre en las creencias sagradas de Mesopotamia, de Egipto, de América, de Asia etc. 





El sistema Dogón revela un conocimiento preciso sobre acontecimientos cosmológicos, y también sobre extraños seres que llegaron a nuestro planeta desde el espacio. 

El origen de esta tribu es incierta, y no se sabe fehacientemente de donde provienen. Muchos estudiosos han llegado a la conclusión de que los actuales dogones, son el resultado de una serie de desplazamientos provocados por el rechazo de sus pares al no aceptar la religión islámica hace al menos unos mil años atrás, esto los llevó a trasladarse de región en región hasta establecerse definitivamente en Malí, sin embargo el origen real de este pueblo sigue siendo un misterio. Con esto quiero hacer notar que la tribu Dogón es verdaderamente remota y antigua.

De lo que sí podemos estar seguros, es que sus creencias fueron tan sagradas y preciadas, que incluso prefirieron transformarse en un pueblo errante con tal de no aceptar religiones extranjeras, como el Islam, cosa que podría haber aniquilado sus creencias y costumbres propias. 

Entre 1931 y 1956, los antropólogos franceses Marcel Griaule y Germaine Dieterlen, viajaron al noroeste de África para estudiar esta tribu, sumergiéndose en la vida de los Dogón. Uno de los principales dogones que participó en este estudio, fue un anciano chamán llamado Ogotemmêli, el cual reveló grandes y antiguos conocimientos de la tribu. 

Durante estas investigaciones, los arqueólogos tuvieron acceso a sus tradiciones más sagradas y secretas, quedando anonadados. Entre ellas se destacan las siguientes afirmaciones:

  • Los Dogón explicaron que existían unos seres llamados "Nommos", los cuales eran los habitantes de un planeta que rodeaba a la estrella de Sirio, a la cual, en su idioma: llamaban "Sigi Tolo". Ellos además sabían que Sirio era la estrella más brillante del cielo. 

  • Los Nommos por su parte, tenían apariencia de anfibios y fueron los primeros seres en llegar a nuestro planeta; ellos fueron enviados por el dios hacedor y primigenio, llamado "Amma", para sembrar la vida. Amma creó al universo por medio de un huevo cósmico (que es la forma que nuestros ancestros emplearon para describir el "Big Bang", como los Hindués, Australianos, Chinos etc)


  • Uno de los principales misterios de esta tribu, son sus avanzados conocimientos sobre el sistema estelar de Sirio, y eso que carecen de cualquier tipo de tecnología. Los Dogón afirmaron que Sirio tiene una estrella compañera, a la que llamaban: "pō tolo". Esto es bastante interesante, puesto que la ciencia moderna afirma efectivamente que Sirio tiene una estrella compañera, cuyo nombre es "Sirio B". Las sospechas de que existiera una estrella acompañando a Sirio comenzaron recién en 1844 por el astrónomo alemán Friedrich Bessel, quien se percató de que el movimiento de Sirio era errático, como si estuviese siendo afectado por otro cuerpo muy próximo, pero invisible a simple vista, misma conclusión que obtuvo el astrónomo Christian Peters, también alemán. Sin embargo, en 1862, las sospechas anteriores fueron confirmadas luego de que el astrónomo estadounidense, Alvan Graham Clark, pudiera descubrir y observar por primera vez a este misterioso acompañante de Sirio, siendo bautizado como "Sirio B". Sin embargo, esto ya era sabido por los Dogón, quienes incluso conocían su ciclo orbital de 50 años. Pero ahora surge otro misterio en torno a los conocimientos astronómicos de la tribu, ya que ellos afirman que Sirio no tiene únicamente un acompañante, sino que dos: la primera es pō tolo (Sirio B), y la segunda estrella, es llamada "emme ya tolo", la que aún no es descubierta. Muchos científicos han debatido sobre la existencia de esta estrella, a la que hipotéticamente se refieren como "Sirio C". Muchos sostienen que es posible su existencia, otros lo niegan, pero, el hecho de que aún no la encontremos no quiere decir que no exista. Recordemos que Sirio B era completamente desconocida e invisible para el hombre, pero con el tiempo su existencia pudo ser comprobada, lo mismo podría ocurrir con Sirio C, del cual han surgido decenas de debates científicos, sobretodo luego de que la NASA en 1995 detectáse anomalías en la órbita de Sirio y Sirio B, sospechando la idea de un tercer cuerpo. En conclusión, la tribu afirmó que Sirio tenía dos estrellas acompañantes: pō tolo, descubierta por la ciencia moderna en 1862 y bautizada como Sirio B, y emme ya tolo, descrita por la tribu como una estrella enana y marrón, la cual aún no ha sido descubierta.

  • Los Dogones siempre afirmaron que de Sirio provinieron seres creadores, como el dios Amma, quien moldeó al hombre y a la mujer, y también a los Nommos, quienes posteriormente llegarían a nuestro planeta para sembrar la vida. "Pō tolo" de hecho se traduce como "Profundo Inicio", indicando que de esta región del Universo emergió la vida.

  • Los Nommos llegaron por primera vez al planeta Tierra en un pasado primigenio, en donde regía el agua y el caos, estos dioses posteriormente sembraron la humanidad, los animales y las plantas. 


  • La tribu afirma que todos sus conocimientos astronómicos fueron entregados por estos seres, a quienes consideraban "dioses".

  • También conocían los anillos de Saturno y las lunas de Júpiter, junto con Orión (tolo atanu) y las Pléyades (tolo duno). Los Dogón también conocen la órbita elíptica de Sirio B alrededor de Sirio, y relatan que es una estrella densa y pesada (que ahora se sabe que es mucho más densa que la tierra) y que la orbita de su ciclo se completa en 50 años. También dijeron que Sirio B (pō tolo) se volvía más brillante al estar cerca de Sirio, y cuando se alejaba, emitía un parpadeo casi imperceptible. Increíblemente todas estas afirmaciones son ciertas, y eso que la tribu jamás ha tenido acceso nisiquiera a un telescopio.

  • Los Dogones llevan a cabo distintos tipos de festivales para honrar la visita de sus dioses. Su ceremonia más importante y sagrada, es una llamada "Sigui", la cual es celebrada cada 50 años: precisamente porque significa el tiempo que tarda Sirio B en trazar una órbita en torno a Sirio. Durante el festival, los dogones usan máscaras para honrar y representar a sus dioses, y danzan al compás de la música. La fecha en que estos festivales son realizados se basan en complejos cálculos matemáticos y astronómicos.



Griaule y Dierterlen estaban desconcertados por el conocimiento astronómico de la tribu. De hecho escribieron un breve comentario en su libro de 1976 "Un Sistema Sirio Sudanés": 

"El problema de saber cómo, sin instrumentos a su disposición, los hombres podían conocer los movimientos y ciertas características de estrellas prácticamente invisibles no se ha resuelto, ni siquiera da para planteárselo"

El investigador Robert Temple, sugiere que el único acceso que pudo haber tenido una tribu africana primitiva como los Dogón, a un conocimiento tan sofisticado de un sistema estelar distante e invisible, sería a través de la visita a nuestro planeta en la antigüedad de seres extraterrestres, que de alguna manera describieron y explicaron de dónde habían venido, similar a lo que ocurrió con el Disco K8538, en donde se muestra la ruta que el dios Enlil realizó para llegar a nuestro planeta. Si los Dogón carecián de telescopios e instrumentos ópticos ¿Cómo podían saber sobre la existencia de Sirio B? 

Otra de los enigmas que rodea a los Dogón, es la firme creencia en estos seres anfibios llamados Nommo. Lo curioso es que si revisamos otras creencias ancestrales, nos topamos con la misma idea: seres anfibios que llegaron a nuestro planeta para colonizarlo y transmitir conocimiento. En Mesopotamia por ejemplo se conocía al dios Oannes, el señor de la sabiduría, quien le entregó conocimientos al hombre sobre matemáticas, arquitectura, etc. Oannes era mitad hombre y mitad pez, al igual que las  "Kuliltû" (mujer pez) y los Kulullû (hombre pez), quienes visitaban Babilonia y Asiria para transmitir importantes conocimientos celestiales. De hecho, el sacerdote e historiador Beroso, afirma que esta raza de dioses con forma de pez se vio por última vez en el Golfo Pérsico, por el año 2.780 a. C. En Egipto, el dios primigenio y hacedor: Ptah, era conocido como el "Señor de los peces". En la India, una de las encarnaciones de Vishnú, fue Matsya, una deidad representada con forma de pez que se encargó de guiar al hombre, rescatándolo del diluvio universal. En la Antigua Siria, se encuentra la diosa Atargatis, quien también era mitad mujer y mitad pez. Y en Sumeria, el dios creador y padre protector del hombre: Enki, habitaba en el "Apsu", un mundo submarino e intraterrestre en donde también habitaban sacerdotes con forma de pez, como Oannes. Evidentemente, estos hombres peces o anfibios tienen un significado esotérico que los antiguos africanos conocían. Lo interesante es que los Dogón nos dicen que estos seres descendieron desde Sirio o de algún planeta cercano a Sirio. 

En la siguiente imagen podemos observar a los sacerdotes Kulullû, dioses mitad hombre y mitad pez, encargados de guiar a la humanidad: 



A esto, y para profundizar más en el encuentro extraterrestre de la tribu, quiero sumar un relato proporcionado por "Pangalé" (abajo en la fotografía), el nieto de Ogotemmêli, quien se refirió al extraño acontecimiento con estos seres:


"La mayoría de los Dogones señalan que ocurrió un contacto con estos seres alrededor del lago Debo, al noroeste de Bandiagara. Al principio y a plena luz del día, apareció una estrella, llamada "ie-pelu-tolo" (que significa "la estrella de la décima luna"). Aquella estrella se hallaba rodeada de rayos rojos, de la cual surgió un objeto singular gigantesco, que giraba sobre sí mismo, pero que al llegar al suelo, cambió de forma y se transformó en una especie de cesta con una base cuadrada y una abertura circular a lo alto. El arca, al posarse en la tierra del zorro, levantó una gran polvareda, y los animales huyeron, y también los seres humanos. En esos momentos, ocurrió algo no menos insólito, junto al arca apareció un extraño animal, sujetó el arca con cuerdas y la fue arrastrando hasta una hondonada, después, las lluvias llenaron la depresión y el arca flotó como una enorme piragua, y el caballo de metal desapareció entre las aguas".

El famoso autor e investigador J.J. Benítez interpretó el testimonio de Pangalé, diciendo que aquella estrella era en realidad una nave extraterrestre que permaneció inmóvil sobre el lugar. Pangalé también afirmó que de estas naves emergieron los hombres peces, y que se escondieron debajo de las aguas utilizando sus arcas. 

Eso es interesante ya que es otra prueba de lo que relataban los sumerios, diciendo que Enki y los dioses con forma de pez, habitaban bajo las aguas y bajo la tierra, en el Apsu, en donde tenían sus propiedades y palacios. Por miedo y por respeto, los Dogón no dicen el nombre "Nommo", ellos les llaman "Di tigi", que significa "dueño o señor del agua", mismos epítetos que tenía Enki. 

Según Pangalé, los Nommos bajaron a la tierra para enseñar a los hombres. Los Nommos mostraron cómo cultivar la sabana, cómo fabricar herramientas y cómo fundir el metal, además de transmitirles conocimientos astronómicos, y que incluso solicitaron que los varones debían ser circuncidados. Sin embargo, algunos eran malignos, puesto que asesinaban a los hombres extrayéndoles sangre por medio de las narices. La última vez que la tribu vio a estos seres, fue en 1999, y todos los Dogón coincidian en los mismos testimonios, como pudo verificar Benítez.    



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